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La Pequeña Cerillera

Hacía mucho frío. Estaba oscureciendo, y una gran nevada había comenzado a caer. Era Nochebuena.

Una niñita caminaba por las calles oscuras. Iba vestida con harapos y llevaba un puñado de cerillas en la mano.

Todo el día, la cerillera había tratado de vender sus cerillas. “¡Una cerilla por una moneda!”, les ofrecía a los compradores de la calle, con su suave y lastimosa voz.

Pero la gente sólo la miraba a verla y seguía su camino. Casi era de noche. La pobre niña no había vendido ni una sola cerilla.

Al ir caminando, la cerillera comenzó a sentir mucho frío. Sólo llevaba unos zapatos viejos y finos. No llevaba medias, porque no tenía con qué comprarlas.