Читать книгу: «Tres para Estar Listos», страница 2
Es evidente que [el libro de Génesis] fue escrito por hombres y es producto de la cultura patriarcal de esos días. El interpretarlo literalmente es afirmar tal conducta. La mujer allí es minimizada en todo aspecto: es el origen del pecado; por lo cual, los hombres siempre se justifican, y lo que es peor, el hombre aparece como la víctima que cae inocentemente por la incitación de su pareja; adicionalmente se intenta mostrar a Dios favoreciendo al hombre. El texto en 1 Corintios 14:34-36 es también mal interpretado respecto a los roles de la pareja. Estos son claros ejemplos de cómo los textos han sido usados para sostener y practicar la discriminación y devaluación de la mujer y, por este medio, justificar las acciones denigrantes del hombre hacia ella.19
Como se refleja en esta cita, una debilidad primaria de la teología de la liberación es un acercamiento a priori a la Biblia. Es decir que toman su interpretación particular de los factores sociales, económicos y políticos para usarlos como los lentes a través de los cuales se examina la Palabra de Dios. Por ejemplo, muchos liberacionistas asumen que el conflicto de clases es el punto focal de la historia bíblica. Esta perspectiva se aplica al texto, haciendo de la Biblia un registro de las luchas entre oprimidos y sus opresores. Al mantener esta metodología, las feministas ven la estructura a la luz de su propia agenda, que se refleja en las siguientes palabras escritas por uno de sus proponentes: «Leer la Biblia con los ojos de una mujer es tomar en cuenta lo que hemos reflejado de los mitos sexistas acerca de ella. Es asumir la perspectiva de género para comprender lo que Dios desea para la mujer en la actualidad».20
Tal procedimiento para el estudio de la Biblia es «inapropiado porque impone una serie de vendas interpretativas en el exegeta, condicionándolo a ver el texto como el soporte para una agenda en particular».21 Un trabajo teológico apropiado debe comenzar con un examen serio del texto bíblico y no viciado. La Escritura debe permitirnos llegar a nuestras propias conclusiones, incluidas aquellas que tratan con los roles de marido y mujer. Solo de esta forma, se podrá desarrollar una doctrina apropiada acerca del matrimonio y la familia, que provea respuestas reales al dilema intrafamiliar.
Una mejor forma. La respuesta a los problemas sociológicos que enfrenta la iglesia evangélica no es la inacción ortodoxa, muy común entre los evangélicos, tampoco el activismo no ortodoxo, característico en la teología de la liberación. Los evangélicos tradicionales estarán de acuerdo con que los teólogos de la liberación «deben permitir que la Escritura tenga su impacto correctivo sobre ellos y así llevarlos a una mayor armonía con la verdadera enseñanza y práctica de un pasaje»22; sin embargo, ellos tampoco son consistentes con la intención de la Biblia como suponen. El hacer una interpretación adecuada debe, necesariamente, llevarnos a una correcta aplicación, una que esté en consonancia con la intención del pasaje. Es en este punto que los evangélicos generalmente se quedan cortos. Dada su aceptación de la autoridad de la Escritura, normalmente interpretan la Biblia de acuerdo con los principios históricos de la hermenéutica. Sin embargo, tal preocupación por el texto no se refleja en acción a favor de aquellos que sufren bajo la carga de la desintegración familiar o matrimonial, en un sentido son tan no ortodoxos como su contraparte liberacionista. Después de todo, Dios demuestra consistentemente una preocupación compasiva por las víctimas legítimas (ver Sal 68:5; Dt 24:14, 17-18), y esto es algo por lo que la iglesia evangélica debería preocuparse y emular. Las Santas Escrituras deben tener su «impacto correctivo sobre los evangélicos tambiény así llevarlos a una mayor armonía con la verdadera enseñanza y práctica de un pasaje».23
Renovar matrimonios y familias
Mientras la iglesia evangélica confronta los problemas sociológicos que afligen el hogar, y busca hallar soluciones verdaderas y bíblicas, hay varias consideraciones que pueden proveer una dirección inicial.
La transformación bíblica debe llevarnos a una transformación en el hogar. El evangelio de la nueva vida en Cristo ha atraído a multitudes en Latinoamérica. Los testimonios son de miles de individuos transformados y colocados en un nuevo rumbo de honra a Dios, con este simple pero poderoso mensaje. Y esto, ciertamente, es causa de júbilo. Sin embargo, en un mundo marcado por la profundización de la crisis familiar, es esencial que este cambio personal se traslade también a la esfera de lo doméstico. El crecimiento espiritual debe medirse por el progreso en la manifestación de amor, paciencia, bondad, etc., hacia aquellos con quienes vivimos. Más aún, debe recordarse que, debido al carácter fundamental de la familia, la última medida del impacto de la iglesia evangélica en la sociedad será su habilidad para resistir el giro social hacia la tendencia a la ruptura, y la promoción de una cultura de armonía familiar y matrimonial bíblicamente orientada. Solo si esto se alcanza, podemos decir que el legado evangélico para la sociedad será profundo y duradero.
Es esencial una advertencia acerca de la naturaleza insidiosa de las tendencias relacionales en la sociedad. La palabra insidiosa significa «operar o proceder de formas conspicuas o inofensivas al parecer, pero con efectos graves en realidad». Observando el pantano moral de nuestra sociedad, algunos evangélicos son tentados a concluir que, por contraste, los problemas dentro de la iglesia son insignificantes. Sin embargo, la presencia de estas enfermedades en cualquier medida debería ser causa de preocupación. En realidad, indican que ciertos puntos de vista del mundo han hallado cabida dentro de la iglesia. Dada la propensión de la naturaleza humana a sucumbir frente a la fascinación del mundo, tal cabida puede incrementar su esfera de influencia, aunque imperceptiblemente, en detrimento de la vitalidad espiritual de los evangélicos. Una de las razones para que esto suceda con tanta facilidad es que los creyentes son bombardeados por actitudes modernas acerca del matrimonio y la familia. Esto se da primordialmente por los medios de comunicación invasivos que promueven sin restricciones valores y estándares que van contra la enseñanza bíblica. Por ejemplo, un vistazo ligero a las telenovelas latinoamericanas producidas en varios países es suficiente para confirmar su visión moral nada cercana a la Biblia. La promiscuidad, infidelidad e, incluso, los estilos de vida alternativos (como el homosexualismo) son continuamente presentados. Idealmente, la iglesia actúa como sal y luz en el mundo para oponerse a tal decadencia. Sin embargo, con frecuencia, actitudes y valores del mundo calan en la vida de los creyentes y, a través de ellos, en la iglesia. Por este motivo, la filtración de las perspectivas no bíblicas del matrimonio y la familia deben ser reconocidas y combatidas.
Se debe promover activamente la renovación matrimonial y familiar . Por donde sea, los evangélicos defienden la prioridad bíblica del matrimonio y la familia. Es esencial tomar esta prioridad en serio, haciendo todo esfuerzo posible para detener la desintegración familiar dentro de sus propios círculos. Esto involucra el usar todo recurso necesario para llegar a los esposos en conflicto, padres e hijos separados y guiarlos hacia las soluciones que glorifican a Dios.
Inevitablemente, esto debe incluir una consejería bíblica efectiva que aplique la verdad de Dios a las vidas individuales. El contacto extensivo con latinoamericanos en una gran variedad de denominaciones ha convencido a este autor de que muchos creyentes sienten la necesidad de más de una exhortación ocasional desde el púlpito acerca de la armonía familiar. Hay hambre por una guía personalizada y sensible que los saque de la trampa de la disfunción relacional.
Lastimosamente, tal guía está disponible solo en raras ocasiones, y su ausencia no disminuye la necesidad; por el contrario, las rupturas familiares aumentan su importancia. Este es un hecho que debe impresionar a los líderes evangélicos. Ellos deben comprender que la consejería en el área familiar no puede ser algo optativo, sino parte integral del cuidado de los pastores.
Consejería prematrimonial
Una de las formas más importantes en las que la consejería bíblica impulsa la construcción de familias orientadas hacia Dios es la consejería prematrimonial. Por medio de un programa cuidadosamente diseñado, los futuros esposos pueden ser guiados a una relación verdaderamente bíblica. Esto involucra, en primer lugar, la comprensión de lo que la Escritura enseña acerca del matrimonio, incluidos los roles de cada uno, hijos, familiares políticos, finanzas, etc. En segundo lugar, involucra una aplicación práctica, adaptando cada una de estas áreas a las circunstancias particulares y necesidades de la pareja. Tal preparación es esencial porque, en la mayoría de los casos, las personas llegan al matrimonio habiendo sido expuestas a ejemplos de roles mayoritariamente negativos. Como resultado, los ideales de un matrimonio cristiano se convierten en solo teorías. Y dado que la gente tiende a imitar lo que ve, como si fuese la norma, los modelos de roles negativos pueden fácilmente eclipsar la mejor de las intenciones. La consejería prematrimonial ayuda a los individuos a estar atentos y a trabajar en algunos asuntos del pasado o presente que podrían impedir el desarrollo de una relación saludable. Como regla, esto los capacita para eliminar el conflicto matrimonial. Y aun cuando surge un problema, los principios y las prácticas aprendidas en la consejería prematrimonial ayudan a la pareja a solucionarlo adecuadamente.
El propósito de este libro
Detrás de este libro, descansa la convicción de que se requiere urgentemente un programa de consejería prematrimonial dentro del contexto evangélico de América Latina. Tal vez no sea necesario un solo esfuerzo para lograr corregir el giro negativo que se refleja en los problemas sociológicos expuestos antes. Un programa de consejería prematrimonial efectivo es estratégico para la futura vitalidad de la iglesia, ya que provee a los pastores y a los líderes laicos calificados las herramientas necesarias para dirigir a las parejas al camino de un matrimonio que glorifique a Dios.
Este libro se publica con dos objetivos principales en mente: (1) incentivar a los líderes de las iglesias para que tomen conciencia tanto de la urgencia de practicar consejería prematrimonial como de sus beneficios; (2) proveerlos con el conocimiento práctico para que lleven a cabo este aspecto clave del ministerio.
Este manual, sin duda, será una buena fuente para varias personas en el ministerio. Su enfoque práctico será de particular ayuda para los pastores que se mantienen solos. Un gran porcentaje de ellos son individuos dedicados que trabajan en muchas zonas de América Latina, y que carecen del tiempo y de los recursos necesarios para tomar cursos de consejería. El presente trabajo viene en su ayuda proveyéndolos de un acercamiento paso a paso a la preparación de una pareja antes de su boda. Este es un manual completo que no necesita entrenamiento adicional.
PARTE UNO: PREPARACIÓN PARA LA CONSEJERÍA PREMATRIMONIAL
1
UNA TEOLOGÍA PARA CONSEJERÍA PREMATRIMONIAL
Todo lo que un cristiano hace debería tener una base teológica. Obviamente, cada práctica pastoral debería ser teológicamente defendible. Quizás muchos pastores han sido lentos en desarrollar un programa de consejería prematrimonial, tal vez porque no consideraban dicha práctica teológicamente sustentable o porque no han pensado en las implicaciones teológicas, aunque eso sea su responsabilidad. El diseño de este capítulo plantea un reto a estas dos posibilidades para la aparente falta de una consejería prematrimonial adecuada.
La institución divina del matrimonio
Vivimos en la era de lo desechable y hemos progresado desde tirar simples cosas a la basura, hasta considerar al matrimonio como prescindible. La píldora, la legalización del aborto y la era de las relaciones con significado han invalidado la necesidad del matrimonio, al menos eso es lo que dicen algunos sociólogos respetables. Pero el matrimonio no es desechable para ninguna época o sociedad. Es la responsabilidad del pastor que la gente comprenda la importancia del matrimonio y enfatizar su durabilidad determinada por Dios, tanto en sus prédicas, como a través de otros medios apropiados.
Nada presta mayores credenciales a la teología de la consejería prematrimonial que el hecho de que el matrimonio es una institución divina, divinamente diseñada. Es una institución divina porque Dios mismo la originó (Gn 2:22-23). Él ofició la primera ceremonia en el jardín del Edén. El establecimiento precede a la caída, y Dios lo afirma a través de su frecuente bendición después de ella. Además, dirigió su perpetuación. El hecho de que la relación de Adán y Eva llegara a ser el patrón para hombres y mujeres de la raza humana está claramente expresado como la voluntad de Dios a través de Moisés en Génesis 2:24. Allí leemos: «Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne». Nota que el hombre deja a su…y se une a su mujer… una sola carne.
No es solo que Dios estableció el patrón, además prescribió las reglas básicas. En Proverbios 2:17 y en Malaquías 2:14, Dios habla de la relación matrimonial como un pacto. En las Escrituras, un pacto es un acuerdo solemne entre un gobernante y un sujeto. Es impuesto por el primero sobre el segundo con bendiciones y maldiciones involucradas. Es evidente que Dios ve el matrimonio como una relación, los límites que Él mismo ha establecido e impuesto sobre la humanidad. Así que, cuando un hombre toma a una mujer y una mujer toma a un esposo, están comprometiéndose voluntariamente el uno al otro y ponen esta relación de pacto delante de Dios con todos sus derechos, privilegios y responsabilidades.
Dios ha mostrado sus razones para el matrimonio. El jardín del Edén estaba perfectamente diseñado para Adán (Gn 2:8-15). El tenía absoluto control y dominio sobre toda criatura viviente (vv. 19-20). Tenía una gran responsabilidad para desafiar su intelecto y una autoridad correspondiente a tal reto (vv. 15-16). Además Adán tenía comunión diaria con Dios, una relación no adulterada por el pecado. ¿Qué más podía Adán tener o desear? En Génesis 2:18, Dios da a los lectores de su divina Palabra la respuesta a esta pregunta y, en 2:19-20, nos muestra cómo hizo que Adán fuera consciente de esta necesidad.
Dos de las razones por las cuales Dios instituyó el matrimonio las podemos encontrar en estos versículos del capítulo 2 del Génesis. En primer lugar, al traer los animales delante de Adán, Dios le hizo conciente de que no existe nadie como el Creador. Dado que crecí en una hacienda aislada, puedo apreciar muy bien esta escena (mas que la mayoría de las personas). Todo el ruido de los animales debió haber causado en Adán un profundo sentimiento de soledad, al darse cuenta de que era único en su especie. Nadie más hablaba su idioma, no podía intercambiar una sonrisa con otra persona a la hora de ver jugar una ardilla o cuando la mamá canguro se presentaba con sus bebés dentro de su bolsa. En pocas palabras, Adán no tenía compañía.
En segundo lugar, en este mismo pasaje, se sugiere la intimidad sexual como un propósito de Dios dentro del matrimonio. Génesis 2:24 dice que el hombre dejará (cortará relaciones primarias con) sus padres y se unirá (totalmente adherido a) su esposa, y serán una sola carne. «Una sola carne» se refiere a la unión sexual. Podría referirse a más, pero básicamente la idea es de unión sexual. Un estudio detenido de la intimidad sexual en la Biblia establecerá claramente que Dios la delimitó para existir dentro del matrimonio, y para que fuera libre, frecuente y fascinante para los esposos (1 Co 7:15). La palabra conocer, la cual Dios ha usado para describir la relación sexual, detalla maravillosamente su carácter íntimo. No es posible dudar que esta intimidad es una relación moral cuando el escritor de Hebreos declara el matrimonio como honroso y su lecho sin mancilla (Heb 13:4).
El tercer designio divino para el matrimonio es la procreación de hijos (Gn 1:28). En medio de su intimidad, esposo y esposa son capaces de crear vida, tanta como para llenar la tierra. Tim y Beverly LaHaye ofrecen un acertado comentario de Hebreos 13:4, que enfatiza este privilegio (que al mismo tiempo también es responsabilidad), dado por Dios. Escriben así:
Esto cambió cuando descubrí que la palabra en Hebreos 13:4 en griego era koite, que significa «cohabitar mediante la implantación del espermatozoide masculino». Koite tiene su raíz en la palabra keimai, que significa «acostarse» y tiene parentesco con la palabra koimao, que a su vez significa «causar sueño». Aunque nuestra palabra «coito» proviene de la palabra latina coitio, la palabra griega koitetiene el mismo significado e indica la relación experimentada por una pareja casada en la cama al «cohabitar». Basado en este significado, el texto de Hebreos 13:4 se traduce de esta manera: «El coito en el matrimonio es honorable en todo y es sin mancilla». La pareja, en el coito, se apropia del privilegio posible y dado por Dios de crear nueva vida para otro ser humano, como un resultado de la expresión de su amor. 24
De acuerdo a los dos testamentos, Dios ha declarado con claridad que el matrimonio debe ser permanente (Gn 2:24-25; Mt 19:1-15). Dios lo ha instituido. Él ha delineado sus propósitos o diseño. Él ha declarado su permanencia.
Si el matrimonio es instituido por Dios, ¿no debería el pastor que habla en nombre de Él para establecer este pacto entre hombre y mujer (“los declaro marido y mujer”) ser muy cuidadoso y estar razonablemente seguro de que la pareja que él une comprende la naturaleza y responsabilidad del matrimonio? ¿No deberíamos preocuparnos de que estén concientes de las implicaciones prácticas y las demandas que vienen sobre ellos? ¿No hará Dios responsable al pastor por un pacto que se ha ejecutado ignorantemente? Creo que una evaluación teológica y honesta demanda una respuesta afirmativa a cada una de estas preguntas.
La naturaleza del hombre y la naturaleza del matrimonio
El cristiano es aquel que tiene el poder de romper el pecado en su vida por estar unido a Cristo Jesús a través de la fe (Ro 6:1-10). Sin embargo, él es un pecador salvo por la gracia. El pecado no ha sido erradicado de su vida. Demasiado a menudo el cristiano escoge no disfrutar de los beneficios de su unión con Cristo y prefiere ponerse bajo el control de ese dictador defenestrado: el pecado. Siempre que esto suceda, se volverá egoísta, resentido, amargado y capaz de cometer cualquier pecado tales como el adulterio o el asesinato. En general, se podría decir que se vuelve orientado a sí mismo.
Jane es una mujer cristiana cálida, afectuosa y dinámica. Usualmente, ella escoge ejercitar su libertad de la atadura del pecado en términos de su matrimonio. Pero periódicamente, la responsabilidad que tiene sobre cuatro niños pequeños, además de un esposo vendedor que viaja tres o cuatro días por semana, hacen que sienta autocompasión, la cual pronto se convierte en resentimiento. Para cuando Pablo llega a casa el jueves o el viernes por la tarde, Jane está totalmente orientada a sí misma. Sus palabras son agudas y llenas de resentimiento, no es afectuosa y no responde como compañera sexual.
Pablo, frecuentemente, tiene tensión en su trabajo, los clientes están insatisfechos con las entregas, los aviones fallan en sus itinerarios, y esa mujer sexualmente provocativa le ha hecho aún más difícil mantener su mente pura. Todo esto le da la oportunidad de cuestionar por qué Dios ha permitido que tenga una existencia tan anormal.
Tales situaciones representan la realidad del cristianismo, y es este conocimiento el que la pareja debe tener antes de entrar al matrimonio cristiano.
El matrimonio es una relación íntima y permanente. No se trata de una relación en la que las personas puedan esconder lo que son en algún momento, tampoco se puede tolerar el egoísmo. El matrimonio es la relación más desinteresada que los humanos conocen. Todo lo que uno es, toca e influencia al otro. Es nuestra oportunidad suprema para lograr compañía; pero como el Señor mismo lo diría: «¿Pueden dos caminar juntos a menos que estén de acuerdo?». Esta compañía demanda unidad, y la unidad requiere amor, y el amor es posible solo en la unión con Cristo (Ro 6:11; 1 Co 13: 4-8). La emoción romántica pronto se verá afectada por las responsabilidades y tentaciones de la vida.
La consejería prematrimonial puede ser usada efectivamente para clarificar a cada pareja joven que la naturaleza humana no puede ser cambiada por una ceremonia nupcial. Presenta la oportunidad para el pastor-consejero de cultivar el aprecio de la pareja por la naturaleza del matrimonio y de enseñar a los dos a aplicar las soluciones de Dios frente a las dificultades creadas por sus propias naturalezas pecaminosas salvas por gracia.
Hallarás que este programa se orienta a la solución de problemas. Es un esfuerzo para ayudar a las personas a enfrentar, de manera realista, la naturaleza humana y la del matrimonio. Está diseñado para tratar problemas reales —como los de Pablo y Jane— y buscar soluciones desde la perspectiva de Dios.
La responsabilidad del pastoreo
¡Las ovejas necesitan un pastor! La comprensión de las ovejas en nuestra cultura moderna es muy limitada. Pero cuando las Escrituras fueron hechas, la sociedad agraria a la que pertenecían sentía el impacto cuando Dios hablaba a su pueblo como a ovejas y a sus ministros como pastores. Como personas modernas que somos, podemos aprender mucho acerca de ovejas y pastoreo; sin embargo, podemos hacerlo simplemente observando las figuras que Dios emplea para describirse a sí mismo y a sus siervos.
En Isaías 40:11 y Ezequiel 34:14-15, Dios habla de su liderazgo y cuidado, diciendo: «Como pastor apacentará su rebaño. En su brazo llevará los corderos, junto a su pecho los llevará; y pastoreará con ternura a las recién paridas». «En buenos pastos las apacentaré y en los altos montes de Israel estará su pastizal; allí dormirán en buen redil y con pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis ovejas y les daré aprisco, dice Jehová, el Señor».
Todo buen asistente de la iglesia está familiarizado con la figura del Salmo 23; pero podría no estar conciente de sus implicaciones en el contexto histórico. En el Nuevo Testamento, el Señor Jesucristo en Juan 10 se refiere a sí mismo como el buen pastor que lleva, va delante y que, incluso, da su vida si es necesario. ¡Cómo requieren pastoreo las ovejas! Son esparcidas cuando no lo tienen (Ez 34:5). Una vez que el rebaño es desparramado, las ovejas se confunden, «cada una irá por su camino» y «vagarán» (Isaías 47:15).
Mientras Dios describe su relación con su pueblo como la de un pastor con sus ovejas, emplea la misma figura para tratar las implicaciones con sus ministros. Pablo, escribiendo a los ancianos en Éfeso, en Hechos 20:28 dice: «Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre». Posteriormente, en su carta a los efesios, habla del pastor-maestro como uno de los individuos dotados por el Espíritu Santo y dado a la iglesia para capacitar a los santos (Ef 4:11-12). La palabra que se traduce como pastores es literalmente «pastor de ovejas». La forma en infinitivo para la misma palabra es la que Pablo usa en Hechos 20:28, en donde se traduce «apacentar», haciendo referencia a la responsabilidad que tenían los ancianos hacia la iglesia de Dios. Acerca de esta palabra, el obispo Trench comenta: «… todo el oficio del pastor, guiar, guardar y cuidar del rebaño, así como alimentarlo»25 es a lo que a esto se refiere. Entonces, es el pastor, bajo el pastoreo de Dios, quien tiene la responsabilidad de cumplir con estas obligaciones hacia la grey.
¿No requiere tal cuidado que el pastor se involucre en la consejería prematrimonial? ¿No es esta una justificación teológica para que el pastor involucre a la pareja en la exploración de las aplicaciones prácticas de los principios bíblicos que se relacionan con el matrimonio?
Si el Pastor en jefe guía a su rebaño a «sendas de justicia», entonces, como sus siervos, también es lo menos que nosotros podemos hacer. Así como Dios nos guía hacia una meta (léase pastos verdes y agua fresca en el lenguaje del Salmo 23), así mismo la consejería prematrimonial nos guía para evitar la tendencia de vagar y, al mismo tiempo, para cimentar metas y objetivos que mantengan a la pareja sujeta a ellos.
Mayordomía de las vidas y riqueza
En el capítulo 19 del libro de Lucas, el Señor Jesús enseñó acerca de la mayordomía en una parábola. Habló sobre cierto hombre noble que entregó dinero a tres de sus siervos mientras él se iba de viaje a un país lejano. A su regreso, llamó a los siervos para pedirles cuentas de su mayordomía en su ausencia y para recompensarlos de acuerdo a los resultados. La mayordomía es un tema importante en el Nuevo Testamento y tiene que ver con la teología de la consejería prematrimonial.
Desde el punto de vista de un pastor, se debe recordar que aquellas personas que Dios ha puesto a su cuidado son su responsabilidad. Debe estar determinado a invertir su vida sabiamente en estas personas y así lograr los mejores réditos para su Señor. El pastor además tiene la responsabilidad de extender estos principios para que estas personas también sean buenos mayordomos de sus vidas (Heb 13:17). Si él descarga esta responsabilidad, pero ellos no son buenos mayordomos, entonces deberán rendir cuentas ellos y no el pastor. La consejería prematrimonial provee al pastor una excelente ocasión para actuar como mayordomo de los hijos de Dios. Habrá pocas oportunidades más en la vida de una pareja cuando estén tan altamente motivados a responder a la guía de un pastor como lo están ahora que se preparan para el matrimonio. Por ejemplo, cuando estaba enlistando parejas para participar en mi proyecto de doctorado, un hombre joven escribió: «Beth y yo queremos que nuestras vidas sean para el Señor Jesús, y creo que su programa de consejería prematrimonial nos podría ayudar». El pastor que logre capitalizar esta motivación tendrá la oportunidad de desarrollar una mayordomía que irá mucho más allá de este contacto inicial. Este encuentro de siete a doce horas puede proveer el fundamento para la continua construcción de una vida productiva en pareja. Tal vez no habrá mejor tiempo ni mejores circunstancias para que el pastor tenga la ocasión de invertir directamente en la vida de los futuros cónyuges. Podrá probar las actitudes, el desarrollo espiritual y el conocimiento bíblico de estas personas. Dado que está en control, podrá dirigir el curso de las sesiones para potenciar una vida cristiana creativa. Este intercambio personal coloca además al consejero en una posición única para un ministerio duradero.
Otro asunto en el que la teología impacta en la consejería prematrimonial es el uso o la administración de la riqueza. Una pareja promedio de clase media en los Estados Unidos llegará a ganar cerca de novecientos mil dólares en conjunto durante toda su vida. ¿Cómo usarán esta riqueza? ¿Destinarán la mayor parte en gastos médicos y psiquiátricos como resultado de una relación equivocada entre los dos? La guía del pastor será un factor determinante. ¿Podrá él cumplir, por lo menos en parte, efectivamente su deber a través de un buen programa prematrimonial?
Redimiendo el tiempo
El mandato de Efesios 5:16 —«... aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos»— tiene su fuerza contextual, la cual es compatible con algunos argumentos de la consejería prematrimonial y aquí se usa teológicamente. El pastor-consejero siempre tendrá más demandas de las que pueda cumplir, por lo tanto la consejería prematrimonial debería tener una alta prioridad en ayudarlo a redimir el tiempo. Un amigo pastor me dijo un día: «Pastoreo un iglesia de 500 personas y soy el único en mi equipo. No tengo tiempo para consejerías prematrimoniales». Lo tendría si sus prioridades estuvieran en orden. Un programa bien diseñado no le tomará, en la mayoría de los casos, más de siete horas. En otra conversación, este mismo amigo se quejaba de las numerosas horas que tiene que dedicar en consejerías para remediar problemas. Muchos de los casos que él mencionó involucraban a parejas y a sus familias. Me pregunto cuántos de estos casos serán producto de su sobreocupación como pastor y podrían ser prevenidos a través de la consejería prematrimonial. Mi experiencia personal en ella me ha convencido que el pastor promedio podría aumentarle a su futuro un número indefinido de horas a través de un correcto programa de consejería prematrimonial.
Otro aspecto de este concepto es la responsabilidad de guiar a los futuros esposos de su rebaño para que puedan redimir su propio tiempo. Un mal ajuste en el matrimonio resulta en una cantidad no determinada de tiempo perdido en cuanto a servicio a Jesucristo. El caso de Joe y Ruth es un buen ejemplo.
Joe y Ruth llegaron al centro de consejería después de tres años de matrimonio. Su relación se había deteriorado desde que Joe presionó a Ruth para que se casaran. Los dos eran cristianos cuando se casaron, sin embargo, tenían pocos conceptos de lo que es la vida cristiana en general y un matrimonio cristiano en particular.
Cuando entraron en la oficina de consejería, Ruth estaba enfadada y gritaba, Joe estaba molesto y callado. Ambos trabajaban; Ruth era una secretaria, y Joe trabajaba para una agencia legal, hacía varios turnos. Para evitar la tensión en su hogar, él además tomó un trabajo a tiempo parcial que le permitía trabajar las horas que él quería. Esto efectivamente los mantenía separados bajo el mismo techo.
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