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CAPÍTULO 8

LA ESTRUCTURA LÓGICA DE DANIEL

Ahora que hemos visto algunos de los temas que introducen la obra de Daniel, debemos hacer una pausa para examinar el libro como un todo y obtener una idea de cómo está formado. Esto nos dará el sentido de la línea de pensamiento y desarrollo del libro y, por lo tanto, nos ayudará a captar su mensaje vivo en nuestras mentes y corazones.

Cuando se compara con la obra de grandes profetas como Isaías y Jeremías, el libro es relativamente corto. Es único en la literatura bíblica ya que fue escrito en dos idiomas. Una sección corta en hebreo, a la que le sigue una larga sección en arameo y al final otra sección en hebreo. El arameo era una lengua franca en aquel tiempo, por lo tanto, habría sido accesible a muchas más personas que el hebreo, el cual estaba mucho más localizado en su uso. Quizás Daniel tenía diversos tipos de lectores en mente. Solo podemos especular. Al menos podemos ver que la sección en arameo contiene una declaración extraordinaria escrita en primera persona por el emperador Nabucodonosor. Nos relata cómo llegó a reconocer la existencia y el poder del único Dios verdadero, y a adorarlo. La disponibilidad por escrito de la declaración del emperador habría sido muy útil para los exiliados en su testimonio de Dios entre las naciones. En mis comentarios sobre la estructura del Libro de Daniel, el artículo de gran influencia del profesor D. W. Gooding MRIA11 desempeña una función especial. Podemos obtener una idea de lo que está en el libro como un todo al hacer una lista sencilla de su contenido.

Tabla de contenidos del libro de Daniel

1. Daniel rechaza la comida del rey

2. La imagen del sueño de Nabucodonosor

3. La estatua de oro de Nabucodonosor: tres hombres en el horno de fuego ardiendo

4. La disciplina y la restauración de Nabucodonosor

5. El juicio de Belsasar: fin del poder imperial de Babilonia

6. Daniel se niega a orar al rey Darío: Daniel en el foso de los leones

7. La visión de Daniel de cuatro animales

8. La visión de Daniel de dos animales

9. La profecía de Jeremías sobre Jerusalén: La oración de Daniel

10. La escritura de verdad: el tiempo del fin

De esta manera, pareciera que hay diez secciones principales en la obra de Daniel. Las primeras nueve corresponden a las divisiones de capítulos que se han hecho (mucho después) en nuestras traducciones, y la décima abarca el resto del libro, como es obvio los capítulos 10–12 forman una unidad literaria.

¿Qué sentido tienen en su conjunto? Las primeras seis secciones parecen estar en orden cronológico, pero la séptima y la octava regresan otra vez al reinado de Belsasar, así que el orden del material no es uniformemente cronológico. Por supuesto, existen muchas y diversas maneras de ordenar un material: de forma cronológica, geográfica, temática, y así sucesivamente, y cada una de ellas es lógica en su manera. Así que necesitamos preguntarnos qué consideraciones razonables podrían haber estado en la mente de Daniel cuando juntó su material.

Cuando observamos nuestra tabla de contenidos, comienza a aparecer un patrón cuya función es un tipo de esqueleto o andamio que sostiene la línea de pensamiento y lógica del argumento. Muestra las conexiones entre la serie de temas que Daniel había seleccionado. Las secciones se agrupan fácilmente de la siguiente manera.

El libro comienza con una escena en la corte de Babilonia, el principal incidente es el relato de la negación de Daniel y sus amigos a comer la comida real en la universidad del rey. Las dos secciones siguientes se refieren a imágenes de enormes proporciones: la imagen gigantesca que Nabucodonosor vio en su sueño y luego la estatua real y colosal que él construyó. La primera imagen tenía una cabeza de oro, que se interpreta por ser Nabucodonosor mismo; y la segunda fue hecha de oro por completo.

Las dos secciones siguientes se refieren a la disciplina de Dios hacia los dos reyes. En primer lugar, Nabucodonosor es derribado por su orgullo. Algo toca su mente y durante siete años se comporta como un desequilibrado mental, más como animal que como ser humano. Sin embargo, al final es restaurado a su poder y gloria. En segundo lugar, Dios juzga a Belsasar por usar los vasos de oro del templo de Dios para beber y celebrar a los dioses de los babilonios en su banquete. La escritura sobrenatural y aterradora en la pared lo condena. Es muerto esa misma noche por la invasión del ejército medo-persa. El poder imperial de Babilonia llega a un final dramático. No hay restauración.

La caída de Babilonia es evidentemente un clímax importante en la línea de pensamiento del libro, marca el final de la primera mitad. Esto lo confirman otras dos consideraciones.

1. Nabucodonosor aparece en cada uno de los primeros cinco capítulos: en los primeros cuatro, de forma directa, como uno de los dramatis personae [personajes de un drama]; en el quinto, de forma indirecta, cuando Daniel le recuerda a Belsasar que su juicio será definitivo porque él sabe que Dios le habló a Nabucodonosor (como se registró en las secciones anteriores) y, sin embargo, no se ha arrepentido. Por lo tanto, Nabucodonosor es un tema común, que une los primeros cinco capítulos, sugiere, de manera incidental, que podría ser útil mirar desde su perspectiva lo que sucedió.

2. Los vasos de oro que Nabucodonosor tomó del templo de Dios en Jerusalén se mencionan en el capítulo 1 y reaparecen como el centro del escenario en el capítulo 5. Hemos visto cómo ellos tienen que ver con cuestiones de valores, entonces, los valores son claramente importantes en los capítulos 1 y 5. Pero también forman uno de los temas principales de los capítulos intermedios. La imagen del sueño en el capítulo 2 está hecha de metales de valor decreciente, y comienza con oro. El capítulo 4 se refiere a los valores de Nabucodonosor, en particular, su orgullo en la gloria y magnificencia de su gran ciudad de Babilonia. Así que el tema de los valores aparece en los cinco primeros capítulos, y las dos referencias a los utensilios de oro sirven para enmarcarlos. Por lo tanto, sería razonable tomarlos como el tema principal de la primera mitad del libro.

Al analizar una vez más los contenidos de estos capítulos, vemos que siguen un patrón simple:

Escena de la corte en Babilonia;

Dos imágenes;

Dos reyes disciplinados.

Si nos volvemos ahora a la segunda mitad del libro, podemos discernir un patrón similar.

1. Hay otra escena en la corte. Es en la corte medo-persa, después de la transferencia de poder en Babilonia. Como la primera escena de la corte en el capítulo 1, el capítulo 6 se enfoca en un rechazo. Esta vez es la negativa de Daniel a dejar de orar a Dios, y en su lugar orar al emperador Darío.

2. A esta sección le siguen dos visiones de animales extraños que Daniel había visto antes, durante el reinado de Belsasar. Y al final, tenemos lo que podríamos describir como dos escritos que se nos explican. El primero es el escrito del profeta Jeremías con respecto a la duración de la cautividad en Babilonia, que Daniel había estado estudiando en los pergaminos en su biblioteca. El segundo es lo que Daniel llama la escritura de verdad. Esto es algo que Dios le reveló especialmente a él sobre el desenvolvimiento de la historia, futura para su tiempo.

De este modo la segunda mitad del libro queda así:

Escena de la corte: administración medo-persa

Dos visiones de animales;

Dos escritos explicados.

Si colocamos las dos mitades del libro una al lado de la otra y añadimos un poco más de detalle, tenemos esta tabla de contenidos:


PARTE ACapítulo 1Corte babilónicaDaniel se niega a comer la comida del rey.Él y sus amigos son vindicados.DOS IMÁGENESCapítulo 2La imagen del sueño de Nabucodonosor.Capítulo 3La estatua de oro de Nabucodonosor.DOS REYES DISCIPLINADOSCapítulo 4La disciplina y la restauración de Nabucodonosor.Capítulo 5La «escritura en la pared» y la destrucción de Belsasar.El fin de la supremacía babilónica.PARTE BCapítulo 6Corte medo-persaDaniel se niega a obedecer la orden del rey y abstenerse de orar a Dios.Él es vindicado.DOS VISIONES DE BESTIASCapítulo 7Cuatro bestias.Capítulo 8Dos bestias.DOS ESCRITOS EXPLICADOSCapítulo 9La profecía en el libro de Jeremías sobre la destrucción y la restauración de Jerusalén.Capítulo 10–13La «escritura de verdad» y la destrucción final «del rey».El fin de la historia mundial.

A simple vista parece haber una estructura simétrica en el libro; pero un patrón o estructura por sí solo no es suficiente. La estructura que se percibe solo tiene credibilidad si existe evidencia de que contribuye a desarrollar la línea de pensamiento. Por lo tanto, el significado de la estructura emergerá de manera gradual a medida que entramos en los detalles del libro. (Una línea de pensamiento más detallado aparece en el Apéndice C, mientras que los lectores interesados en los detalles e implicaciones técnicas de estructuras de este tipo pueden también remitirse al artículo de D. W. Gooding.)

CAPÍTULO 9

SUEÑOS Y REVELACIONES

Daniel 2

Señalamos con anterioridad que el Libro de Daniel menciona explícitamente a Nabucodonosor en cada uno de sus cinco primeros capítulos. El propio emperador escribió el capítulo cuatro donde describe cómo llegó a creer en el Dios de Daniel. En el capítulo que sigue, el Señor le da una lección a Belsasar porque, aunque sabía lo que le había ocurrido a su padre, se había alejado a propósito del Dios verdadero.

Así que del capítulo 1 al 4, parte de la idea principal es la «conversión» del emperador cuando su mente y su corazón despiertan a la realidad de Dios. Al final del primer capítulo, Nabucodonosor solo sabe que tiene a su servicio a cuatro talentosos jóvenes graduados de primera categoría. Advierte la enorme ventaja intelectual que poseen con respecto a los demás, pero todavía no sabe por qué.

Eso está a punto de cambiar, porque va a descubrir que existe una fuente de conocimiento a la que, incluso sus más preparados expertos, no pueden acceder. En resumen, está a punto de descubrir que hay un Dios en el cielo que puede revelar los secretos de los hombres y del futuro. Así que el tema principal del capítulo dos aborda la pregunta: ¿existe la revelación? No es necesario decir que la respuesta afirmativa de Daniel constituye un enorme reto para el secularismo contemporáneo que insiste en su visión atea de que el universo es un sistema cerrado de causa y efecto.

La revelación y la datación del Libro de Daniel

La datación de este libro ha sido muy controversial, precisamente por el asunto de las revelaciones. Daniel predijo múltiples sucesos de siglos futuros y acertó en todos.

Pero incluso esto no debería sorprender a los no creyentes. De hecho, muchos de nosotros hemos leído las novelas 1984, de George Orwell, Un mundo feliz, de Aldous Huxley y el Shock del futuro, de Alvin Toffler. Dichos escritos parecen interesantes porque los autores hicieron predicciones bastante acertadas. Entonces, ¿cuál es el problema con Daniel? Bueno, ¡algunas personas piensan que acertó demasiado!

Según su libro, Daniel vivió para ser testigo de un enorme cambio en la historia: el fin del Imperio babilónico y el establecimiento del Imperio Medo-persa. Los sucedió el vasto Imperio griego de Alejandro Magno, después de la época de Daniel y a la muerte de Alejandro, su imperio se dividió entre cuatro de sus generales.

En la última sección, en particular en el capítulo once, Daniel describe todo esto además de la historia posterior al período helenístico. Aunque no nombra a los diferentes individuos, ofrece un gran número de detalles precisos sobre las complejas relaciones entre el reino de los seléucidas, al norte, y el de los ptolomeos, al sur. Luego se centra en las actividades de un emperador seléucida que fácilmente se reconoce como Antíoco IV «Epífanes». Si se compara lo que Daniel dijo, con registros históricos posteriores del período helenístico, es fácil notar que predijo todo al detalle.

Entonces surge el problema. Algunos estudiosos sostienen que es del todo imposible que el autor del Libro de Daniel fuera capaz de conocer tales giros de detalles históricos, a menos que hubiera vivido después de los sucesos registrados. Por tanto, escribió o completó el texto después del segundo siglo a. C. Es imposible que adivinara esta información repleta de detalles que narra, aunque fuera extremadamente brillante. Como estos eruditos niegan las revelaciones, no existe otra fuente posible para obtener información. No creen que haya fuente alguna de conocimiento capaz de augurar los detalles precisos del curso de los acontecimientos mundiales. San Jerónimo y San Agustín afirman que el escritor Porfirio de Tiro, un adversario del cristianismo del tercer siglo y discípulo del filósofo neoplatónico Plotino, fue quien propuso esta datación posterior del Libro de Daniel. La respuesta cristiana de Metodio (traducción de Jerónimo, 1958, págs. 15-16) resulta interesante:

Al ver Porfirio que todas estas profecías se habían cumplido y realizado y al no poder negarlas, cayó, vencido por la verdad histórica, en esta calumnia; que todo aquello que se anuncia para el final del mundo sobre el anticristo sucedió en tiempos de Antíoco Epífanes; para ellos se basa en algunas semejanzas de los hechos ocurridos en tiempos de ese rey con algo de lo que dijo en las profecías. Su acusación es precisamente testimonio de veracidad: tanta fue la veracidad de las profecías de Daniel que a los infieles les parece que está, no prediciendo el futuro, sino narrando el pasado.

La opinión que data a Daniel específicamente a la época de los macabeos ganó terreno con el auge del alta crítica y el antisupernaturalismo de la Ilustración. (Esta es también la opinión de algunos eruditos que creen que Dios pudo haberle dado información profética a Daniel en el siglo VI, pero que, por razones teológicas, cuestionan si realmente lo hizo. Por supuesto, es obvio que el texto sí afirma que el Señor lo hizo.)

La epistemología es una de las áreas centrales de la filosofía: ¿cómo conocemos lo que conocemos y en qué nos basamos para asegurarlo? Los eruditos que abrazan una epistemología naturalista concluyen que Daniel escribió su relato después de los hechos. Sin embargo, podemos, y debemos, cuestionar la validez de tales presupuestos naturalistas, entre otras razones porque el Libro de Daniel los cuestiona. Los eruditos racionalistas modernos no fueron los primeros en meditar sobre este tema. En la primera parte de Daniel 2 el mismo emperador de Babilonia lo consideró también hace mucho tiempo; es una gran ironía que el propio Daniel aborda el mismo tema que en el futuro causaría una tormenta en cuanto a la datación de sus escritos.

En este libro abordaremos el mismo asunto reiteradamente.

La revelación y la interpretación del sueño del rey

Esta es la historia. Daniel y sus amigos no llevaban mucho tiempo en sus puestos de administración pública en Babilonia cuando ocurrió algo bastante dramático. Al principio parecía que los iban a ejecutar, pero al final ascendieron ante la opinión pública y escalaron los más altos puestos a un nivel sin precedentes. Todo empezó con un sueño del emperador. Como todo oriental de aquella época, Nabucodonosor tomaba muy en serio sus sueños y disponía de un equipo especial de expertos, principalmente del Instituto imperial de futurología de la universidad, para que los interpretaran. El grupo estaba compuesto por sus pronosticadores políticos, económicos, sociales y religiosos. Por lo general quedaba bastante satisfecho con sus explicaciones. Después de todo, No por gusto poseían entrenamiento en la diplomacia, una disciplina esencial cuando se trabaja para una monarquía absoluta donde el emperador hace siempre lo que desea. A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba (Daniel 5:19b). Estos hombres, con razón, poseían la habilidad de decirle precisamente lo que él deseaba.

Pero esta vez fue muy diferente. Cuando los consejeros se presentaron en la gran sala real del palacio, se encontraron, para su preocupación, con un rey bastante sombrío. Podríamos incluso percibir cómo de manera inconsciente se llevaron las manos al cuello para asegurarse de que sus cabezas aún estaban en el lugar correcto. El emperador fue directo al grano.

—Señores —dijo—, he tenido un sueño. Me tiene bastante preocupado y deseo saber lo que significa.

—Claro, su majestad —respondieron—. Cuéntenos el sueño, y lo interpretaremos.

Estos consejeros creían apasionadamente en el poder del ser humano para estudiar los movimientos históricos, el desarrollo económico y los cambios culturales para de alguna manera aconsejar al emperador respecto al futuro. Sus antepasados, los fundadores de Babel, tenían las mismas creencias, y hoy en día, sus colegas se encuentran casi en todas las naciones. Eran los hombres más brillantes de la corte; y desde luego, estaban preparados para tratar de interpretar el sueño del emperador. Lo que él tenía que hacer era decirles de qué se trataba. Después de todo, ¿qué es interpretar? Es obtener cualquier tipo de informe y ofrecer su opinión de experto sobre su significado.

—No —respondió el emperador—, no se los voy a contar. Quiero que me digan lo que soñé y que me lo interpreten. Los consejeros estaban aturdidos. No recibirían datos de ningún tipo. Nunca había sucedido algo así. Puede ser que Nabucodonosor fuera un autócrata, y que esperara lo mejor de sus consejeros, pero les pagaba bien y normalmente era bastante razonable. No había tiempo para preguntarse por qué el emperador de pronto se comportaba diferente de su forma habitual. Esperaba sus respuestas. Con exagerada cortesía, producto del espanto que estaban sintiendo, le pidieron una vez más que les contara el sueño y en un desesperado intento para que fuera razonable, le señalaron que sus registros mostraban que ningún emperador les había pedido a sus consejeros que adivinaran el contenido de los sueños y su interpretación. Al final argumentaron que solo los dioses poseían tal información, cuya morada no estaba entre los humanos. Tuvieron que admitir, con vergüenza, que no tenían acceso al mundo de los dioses.

Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne (Daniel 2:11).

Fue una confesión muy reveladora. Muchos de estos consejeros, con seguridad, habían sido sacerdotes mayores en los numerosos templos de Babilonia. Se suponía que estaban en contacto con los dioses, y que accedían a cierta información que estaba prohibida para la gente común. Después de todo, les pagaban muy bien por hacerlo. Parecía que Nabucodonosor finalmente había decidido ponerlos a prueba. Quería comprobar por sí mismo si realmente eran capaces de contactar con lo divino y de obtener información secreta de esa fuente. Los estaba atrapando en sus mentiras.

Pero debemos recordar que Daniel y sus amigos pertenecían a este grupo de expertos, aunque no sabemos con exactitud en qué nivel se encontraban. Lo que sí sabemos es que eran diez veces mejores que los otros. «Mejor» es un término relativo, así que debemos preguntarnos: ¿una brillantez relativa es todo lo que se necesita para obtener conocimiento? Algunas personas son más brillantes que otras, así que harán mejores conjeturas. ¿No existe nada más? Se aprecia claramente que los expertos babilónicos no creían que existiera. Como veremos, Daniel y sus amigos no estaban de acuerdo con ellos.

Los principales consejeros babilónicos de Nabucodonosor no creían en las revelaciones. Sus dioses no se comunicaban con los humanos, su epistemología era naturalista. En esencia, sus puntos de vista no se diferenciaban de las opiniones de los eruditos que piensan que Daniel no escribió su libro en el siglo VI a. C., ya que no pudo haber accedido a información sobre acontecimientos que aún no se habían producido. Estos eruditos tampoco creen en la categoría de revelación; su universo es el del naturalista, o, incluso, el del materialista: un sistema cerrado de causa y efecto que no es afectado por lo sobrenatural. Emplean la epistemología de la Ilustración.

Supongo que lo que más aguza la mente y hace fluir la adrenalina es que alguien le informe que será ejecutado. En este caso el mensajero era Arioc, el capitán de la guardia del palacio, que venía a ejecutar a Daniel y a sus amigos. Daniel pudo controlar su reacción y tranquilizar a Arioc de tal manera que pudiera discutir con él por qué se había emitido una orden de ejecución. Resulta impresionante; el simple hecho de que Daniel retrasara a Arioc demuestra el tacto con que seguramente le habló. Después de todo, es probable que Daniel todavía estuviera aprendiendo su carrera de funcionario público. Quizás lo conocían por su brillante razonamiento; pero ¿por qué debería Arioc detenerse a escucharlo? Sin embargo, lo hizo.

Parecería que Daniel era uno de esos hombres a quienes las personas prestan atención. Podemos conjeturar que esta no era la primera vez que él y Arioc se reunían. La disposición de estos hombres experimentados (primero Aspenaz, y ahora Arioc) para hablar con Daniel evidencia que el joven era bueno para escuchar. Tal vez tenemos que aprender de él. En ocasiones cuando deseamos comunicar nuestras creencias, estamos tan llenos de lo que queremos expresar que nunca escuchamos a nadie más. ¿Por qué entonces nos sorprendemos cuando no muestran ningún interés en escucharnos?

Daniel logró persuadir a Arioc para retrasar el asesinato de los expertos babilónicos. Solicitó una audiencia con el emperador (puede que a través de Arioc, aunque no se nos dice). Llama la atención que Daniel concertó la cita sin una previa información de lo que el rey quería. Daniel recibiría la revelación más tarde esa misma noche; pero no lo sabía en ese momento. Aun así, se comprometió a dar la respuesta. ¿De dónde obtuvo la confianza para enviar un mensaje tan seguro al emperador? No nos lo dice, pero estaba convencido de que uno de sus dones, la capacidad de interpretar sueños, estaba a punto de ser utilizado en las más altas esferas del gobierno.

Lo que sí sabemos es que inmediatamente les comunicó el asunto a sus amigos y les pidió que rogaran al Señor por misericordia. Hay algo muy emocionante en esto. Estamos ante cuatro estudiantes de los cautivos, solos en el antiguo Irak, que se atreven a creer no solo en que hay un Dios en los cielos, sino también que se interesa por ellos, tanto que se comunica con ellos y responde sus oraciones. Esta es la primera reunión de oración estudiantil registrada en la historia, y no sería la última.

Hoy día, alrededor del mundo, en todas las instituciones educativas existen muchos grupos de amigos que oran para dar testimonio a sus compañeros sobre su fe en el Dios vivo que se ha revelado a través de Jesucristo, Su Hijo. Gracias al Señor por ellos. Muchos de los que ahora leen estas palabras tienen una gran deuda espiritual con estos estudiantes. Si ellos no se mantuvieran fieles, ¿quién sabe dónde estaríamos muchos de nosotros (incluso yo)? Necesitamos orar, apoyar y alentar a dichos grupos dondequiera que se encuentren. Son puestos de avanzada de Dios en la universidad y, como apreciamos en esta historia, son muy eficaces.

Daniel y sus amigos nunca oraron como actores piadosos. Iban a enfrentarse al emperador. Todos morirían si eran incapaces de darle una respuesta convincente. Todos morirían si no hubiera algo llamado revelación. Todos morirían si no existiera una sabiduría que viene de lo alto. Todos morirían si el Señor no hablaba.

Él está presente y no está callado es el título de un libro de Francis Schaeffer que se ajusta exactamente a esta situación. Esa noche Dios habló con Daniel, quien por la mañana sabía exactamente lo que el emperador había soñado, y lo que significaba. Sabía lo que debía decirle.

La razón y la revelación

La historia de Nabucodonosor y su sueño también plantea la pregunta de la relación entre la razón y la revelación. Los pensadores ateos a menudo se enfrentan entre sí, como si la revelación fuera antirazón. Nuestra historia demuestra que esto es falso. La razón y la revelación ni siquiera se encuentran en la misma categoría. Antes que todo, piense en ello a un nivel humano. Los consejeros babilónicos estaban preparados para usar la razón ante cualquier dato que recibieran. El problema era que el emperador no estaba dispuesto a revelarles lo que había soñado. Si hubiera querido hacerlo, ellos no habrían descartado la razón, sino que habrían utilizado los nuevos datos (el contenido del sueño que el emperador les revelaría) para tratar de interpretarlo. Dada la naturaleza misma de la situación, la razón por sí sola no produciría datos. Únicamente la revelación del emperador podría hacerlo.

Daniel se presenta en este momento. Sabía que Nabucodonosor no iba a revelar el contenido del sueño. Pero creía que había un Dios que no solo conocía el contenido de los sueños sino también su significado. También creía que, si Él quería, podría revelarle esa información. Así que ahora la historia lleva el concepto de revelación a un nivel más profundo. No se trata de revelación humana, sino divina.

Sin embargo, se aplica el mismo principio. El Señor le reveló el asunto a Daniel, pero eso no le impidió usar la razón. Daniel tuvo que usarla para entender las palabras que Dios le dijo, y para formularle su respuesta a Nabucodonosor. A su vez, el emperador usó la razón para comprender que Daniel no solo sabía el contenido del sueño, sino que además su interpretación tenía sentido.

Estos argumentos son tan importantes que profundizaremos en ellos más adelante. Cuando se comete un crimen, Hércules Poirot investiga la escena y utiliza sus «pequeñas células grises» para analizarla. Pero también un aspecto muy significativo (posiblemente el más significativo) de su investigación consiste en hablar con las personas. El investigador, en este caso, depende de lo que ellas decidan revelarle. Si no hablan, no podrá descubrir nada. Si lo hacen, entonces él volverá a usar sus pequeñas células grises para procesar lo que dicen. Es obvio que la razón opera en ambas situaciones, incluso aunque en la segunda la revelación deba asistirla; y la revelación produce información a la que la razón por sí sola no puede acceder. Afirmar que la razón y la revelación son antitéticas ni siquiera alcanza la categoría de falso. Simplemente no tiene sentido, es una confusión de categorías, como dicen los filósofos.

Quizás cuando los escépticos expresan que la razón y la revelación son antitéticas, lo que en realidad quieren decir es que no hay razón para creer en la revelación. Nuestra historia dice lo contrario.

Nabucodonosor obtuvo toda la evidencia para creer en la revelación cuando Daniel le reveló, en detalles, el contenido de su sueño. Tal creencia se justificaba, porque no había posibilidades de que Daniel, sin una revelación divina, pudiera conocer los pensamientos que el rey había tenido mientras soñaba. Ahora el emperador tenía razones de peso para creer seriamente que Dios le había dado la interpretación a Daniel; pero eso no le impediría emitir un juicio crítico, sino que usaría su razón para ver si la interpretación tenía sentido. Nosotros también podemos hacerlo, porque tenemos un registro completo ante nuestros ojos.

Antes de hacerlo, notemos que nuestra historia aborda la esencia de un aspecto importante de la profecía bíblica. Cuando el apóstol Pedro les escribe a los cristianos al final de su vida (2 Pedro 1:14), se esfuerza por mostrarles que existe otro mundo aparte del material: una verdadera dimensión eterna. Les recuerda la experiencia trascendental que tuvo cuando, junto con Jacobo y Juan, presenció la transfiguración de Jesús en un monte de Galilea. En aquella ocasión los tres discípulos vieron el rostro de Jesús brillar más que el sol oriental al mediodía. Vieron a Moisés y a Elías hablando con Cristo, y oyeron la voz de Dios que decía desde el cielo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd (Mateo 17:5). Esa experiencia convenció al apóstol de que este no es el único mundo. Existe un ámbito «superior», tan real como este, donde Cristo no es despreciado, sino que es la fuente regia de luz y poder. El significado es claro: invertir la vida en Cristo no es un desperdicio, como algunos piensan.

Pedro sabía, por supuesto, que tenía el privilegio de haber estado con Cristo en esa ocasión. ¿Qué pasa entonces con la gran mayoría de los discípulos que no estuvieron presentes? ¿Cómo podrían, tanto ellos como nosotros, estar convencidos de que el reino eterno de Jesús no es un espejismo? La respuesta de Pedro se centra en los términos de la naturaleza y el propósito de la profecía:

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:19-21).

Examinemos primeramente la naturaleza de la profecía. Pedro explica: ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada. Eso significa que la profecía bíblica no es producto del análisis privado. No significa que los círculos de estudio babilónicos, u otros grupos de expertos, utilizaran sus capacidades e inteligencia para analizar datos de todo tipo y ofrecer una idea de algo futuro. Daniel era una persona brillante, pero Dios le proveyó la información sobre el sueño de Nabucodonosor (además de otras cosas). Daniel fue quien le habló al rey; desde luego, usó su personalidad. Pero había algo más, porque habló de parte del Señor. Según Pedro, fue inspirado por el Espíritu Santo. Al ser un apóstol inspirado de Cristo, Pedro nos expone con autoridad que la profecía tenía una dimensión sobrenatural, y que es vital que lo tengamos en cuenta. Hace un gran énfasis: entendiendo primero esto…

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