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¿QUÉ SABEMOS A CIENCIA CIERTA SOBRE LAS PSICOFONÍAS?

Hoy sabemos a ciencia cierta que no son ondas remanentes que impresionan las grabadoras, ni ondas hercianas, ni reverberaciones que se repiten según los movimientos periódicos de rotación sobre un punto fijo (que nunca es fijo, obviamente), ni resonancias de una conformación holográfica del espacio.

Los investigadores psíquicos han buscado con especial atención lo que denominan OPP (objetos paranormales permanentes), y han encontrado en las psicofonías un interesante fenómeno, ya que son, en definitiva, una interacción «psi» instrumental auditiva que deja huella física y, por tanto, es mensurable.

Con el transcurso del tiempo se ha evidenciado cierta evolución en las características de las psicofonías. En un principio, las voces registradas por los pioneros Jürgenson y Raudive poseían un ritmo especial y una cadencia leve. Pero en los últimos años se ha constatado un cambio en la velocidad de la locución de los fonemas que constituyen la palabra, lo que ha llevado a más de un investigador a teorizar sobre un fortalecimiento del «campo de contacto».

Este campo de contacto no es sino el punto de encuentro que posibilita el fenómeno, donde presumiblemente se están dando la mano dimensiones que racionalmente no deberían mezclarse.

¿Es quizás la emulsión de la cinta la que es directamente sobreimpresionada por la causa, o se produce conjuntamente con la manipulación de los flujos de la intensidad eléctrica? Solo con el empleo de una nueva tecnología, aún en estado embrionario, llegaremos a responder este tipo de cuestiones.


Análisis espectral de la voz psicofónica «detente» obtenida por José Ignacio Carmona Sánchez, en Santa María de Melque (Toledo). Software de sonido libre y multiplataforma Audacity. Fotografía y análisis cedidos por César Pachón.

El ingeniero Carlos Trajna, que ha dedicado mucho de su tiempo al fenómeno, alude a un modelo «psicotemporal», donde asume la diferencia entre los flujos de «tiempo psíquico» y de «tiempo físico».

En consecuencia, cada vez son más los experimentadores, entre los que me encuentro, que defienden que hay que situar el fenómeno en la estela de una nueva física que crece paralela al desarrollo de la nanotecnología (un campo de las ciencias aplicadas dedicado al control y manipulación de la materia menor que un átomo o molécula).

Solo a través de soportes físicos capaces de interaccionar con esa desconocida realidad microscópica, podremos comprobar si una suerte de «física del espíritu» se codifica en los procesos subatómicos indiferentes al espacio-tiempo.

El futuro de las psicofonías está ligado por tanto al desarrollo de las nuevas tecnologías, concretamente al nacimiento de una nueva electrónica: «la electrónica de los petahercios»,3 según descripción del catedrático de física de la materia condensada Pedro Echenique: una electrónica en la que los apagados y encendidos pueden sucederse a una frecuencia cien mil veces superior a la electrónica actual. Esto plantea la posibilidad de capturar la carga electrónica trasportada en estructuras atómicas en la escala temporal del attosegundo (unidad de tiempo equivalente a la trillonésima parte de un segundo). Es lógico pensar que, en un futuro próximo, se ingeniarán aparatos que ofrecerán la misma respuesta técnicamente extraordinaria que exigen los extraordinarios procesos que se adivinan.

Sin embargo, que nadie se lleve a engaño, necesitamos máquinas más precisas capaces de dar res puesta al fenómeno, pero este se ha revelado indiferente al soporte. Un aparato de buenas prestaciones solo optimiza los resultados, pero no los asegura. Sujeto y máquina se retroalimentan, independientemente de que esta última sea rudimentaria o sofisticada. In cluso a veces, las voces aparecen en con diciones ab surdas, como cuando el investigador Marcello Bacci4 quitó las cinco válvulas de su vieja radio Normende Fidelio y, contra toda lógica, las voces siguieron apareciendo. Qué mayor prueba de la aleatoriedad y de la crucial importancia del factor humano que comprobar cómo un adolescente curioseando con una simple grabadora de periodista pueda lograr mejores voces que una eminencia en su equipado laboratorio.

Tampoco nos engañemos y convirtamos a la psicofonía únicamente en una simple «caza». El fenómeno requiere estudio, protocolo y grabaciones programadas. El trabajo de laboratorio por tanto es crucial.

Y como ejemplo tenemos el trabajo del profesor Sinesio Darnell, que nos reporta las siguientes conclusiones a través de sus muchas conferencias y apariciones en distintos medios:

Partiendo de la correlación entre las distintas frecuencias que van desde los 1.400 Hz a los 16.000 kHz, con el espectro de luz que va desde el infrarrojo al ultravioleta, existe de manera análoga una correspondencia con la constitución de ese hipotético ‘otro mundo’ del que provienen las comunicaciones.

Según esta teoría los valores más bajos corresponderían a contactos con seres etéreos poco evolucionados, así hasta alcanzar vibraciones más altas donde el contacto sería con seres más «elevados».

Esta teoría que echa mano de los conceptos físicos del súperlumínico, lumínico y sublumínico defiende que, partiendo de un recorrido que abarca desde donde la velocidad de la luz es cero y la masa infinita hasta donde sus valores adquieren inversa proporcionalidad (la velocidad de la luz es infinita y la masa es cero), sería aquí donde morarían estos entes no dilucidados. Lógicamente, el concepto del tiem po tal y como nosotros lo conocemos perdería su razón de ser.

El único problema con el que nos encontramos ante este y otros ejemplos de trabajos efectuados en laboratorios particulares, es que se fundamentan en una casuística personal no testada por terceros. Un mal recurrente que ha caracterizado la investigación hasta nuestros días.

2 www.wikipedia.org. Definición de Alcock, J. E. Parapsychology - Science or Magic? A psychological perspective. Nueva York: Pergamon Press, 1981.

3 Basco, S. «Medir el salto de un electrón». Diario ABC, 25/10/2007.

4 Bacci, Marcelo. Anabela Cardoso, «Informe Especial», http://www.itc- journal.org/informe.htm. Cuadernos ITC Journal.

2
EL VIEJO FENÓMENO DE LAS VOCES

Muy honorables miembros del Senado y de la Cámara. Los exponentes, ciudadanos de la República de los Estados Unidos, piden exponer a esta honorable Asamblea la existencia de un fenómeno físico e intelectual de una dudosa y misteriosa procedencia. Consiste en una diversidad de sonidos, muy variados en sus caracteres y más o menos significativos por su expresión, que ordinariamente se reducen a golpes misteriosos, que parece indicar la presencia de una inteligencia invisible[…] otros sonidos hay que semejan bramidos al viento […] en otros casos llegan al oído consonancias armoniosas, cual si fueran voces humanas […] lo más común es parecerse a instrumentos diversos […] este fenómeno, en cuanto puede ser estudiado su modo de acción, parece depender de principios de la acústica hasta hoy desconocidos…

(Exposición reafirmando la existencia de una fenomenología paranormal, presentada al Congreso de Washington en 1854 apoyada por quince mil firmas y que se conserva en los archivos parlamentarios de los Estados Unidos).

¿Dónde podemos fijar los inicios del fenómeno de las psicofonías? ¿Existieron previamente otras formas de «contactismo» mediante artilugios o máquinas?

Quedan muy lejos aquellos espectáculos protagonizados por médiums y personalidades histriónicas que se arrogaban la facultad de ser interlocutores con seres desencarnados y eran capaces de provocar fenómenos extravagantes. Era muy común durante sus trances escuchar extrañas melodías procedentes de instrumentos de cuerda, metal o madera y, cuando no, surgían del ambiente voces que por el timbre recordaban al difunto invocado.

Tradicionalmente se ha unido el devenir del fenómeno al nacimiento del espiritismo moderno, aduciendo que hoy en día solo han cambiado los soportes para que la causa paranormal se manifieste.

De aquellas «mesas parlantes» hemos pasado a ordenadores de última generación, pero mucho antes, en la más remota antigüedad, vemos reflejados casos que nos hablan de «métodos de comunicación inductiva».

En la época romana se decía que el dios penetraba en el cuerpo del médium, no espontáneamente como en los oráculos oficiales, sino obligado por la llamada del «invocador» (Proclo, In Rempublicam, 1, 111, 28). A veces los espíritus manifestaban su presencia mediante señales visibles, luminosas, «un fuego sin forma del que sale una voz» según relata Jámblico (Vida Pitagórica XV. 65, pp. 52-53).

Según el jesuita Eustaquio Ugarte de Ercilla (El espiritismo moderno, 12), el pueblo hebreo era muy dado a estas prácticas, como viene reflejado en el Deute ro no mio y en el Levítico. En el Antiguo Tes ta men to vemos cómo el contacto con esa otra realidad intangible se lleva a cabo mediante objetos inanimados: el profeta Oseas denuncia ciertas prácticas de ido latría por parte del pueblo, como preguntar a un madero y «el madero se las dio».

Los romanos usaban mesas giratorias y ya en el siglo IV se interrogaba a las tablas mágicas, como Patricio e Hilario que preguntaron a una de estas mesas por el nombre del sucesor del emperador Valente. La escuela alejandrina admitía como dogma fundamental la evocación de espíritus; Plotino, Jámblico, Procio y Porfirio dan cumplida cuenta de comunicaciones con difuntos.

Saltando en el tiempo, en 1647 encontramos en el libro Viaje de Roulox Baro al país de los Tapayos cómo los jefes de una tribu brasileña se acercaban a una cueva de donde surgían voces que les vaticinaban el resultado de las contiendas. El autor, testigo de estos sucesos, nunca encontró explicación aun habiendo visitado el interior de la cueva.

Si viajamos a la antigüedad, Andrew Tomas en su libro We are not the first habla de «piedras que hablaban», como las que obraban en poder del fenicio Sanchuniathon. Y en el Libro de Enoch nos encontramos con espejos mágicos que a modo de televisiones reflejaban lo que estaba sucediendo en otros lugares.

Otras veces son extrañas voces las que guían, en sus empresas, a personajes históricos, como el caso de Juana de Arco, o que les acompañan y atormentan como a San Clemente de Hofbauer.

Continuando con este singular periplo nos encontramos con el insólito caso de las cabezas parlantes, como aquella que a finales del siglo IX el papa Silvestre II había ordenado fabricar en bronce y respondía a quien le preguntaba. Alberto el Grande construyó otra en barro y en Lesbos existía una que predijo la muerte de Ciro por los escitas.

Obviamente estaríamos hablando de artilugios basados en una rudimentaria mecánica de fuelles o similar, pero cabe pensar en que, por qué no, tal como nuestros modernos soportes, fueran capaces de convertirse en transductores de lo intangible.

Se han recogido casos de «tumbas parlantes», como el famoso caso del cementerio de Butler en New Jersey, donde los visitantes escucharon atónitos cómo durante diez días seguidos se oía la voz de un recién enterrado, en los aledaños de su tumba, y cómo incluso este podía llegar a contestar a quienes le interpelaban. Existen infinidad de casos más recogidos por el investigador Richard Lazarus, en su libro Proceso a la muerte, como el de las rocas sepulcrales de la provincia china de Hunan, que son interpeladas regularmente por los visitantes, o la voz cantarina de la beata Clelia Barbieri, que continúa siendo oída en todas las capillas utilizadas por la orden de la que fue fundadora, llegando al extremo de que esta voz, incluso, se adapta a las lenguas nativas del lugar.

En 1715 nos encontramos con que los fenómenos acústicos empiezan a ser relacionados y a formar parte característica de una fenomenología fronteriza que puede ser objeto de estudio, como los sucesos de la rectoría de Epworth, estudiados por el científico Joseph Priestley. Por aquel entonces venían acaeciendo extraños acontecimientos como quejidos que parecían provenir de una invisible garganta humana y multitud de mimofonías que imitaban ruidos de sierras y caídas de objetos. Fueron multitud de testigos directos quienes declararon ante una comisión cómo habían escuchado esas voces de origen incierto (parafonolalía).

Pero es con el nacimiento del espiritismo moderno cuando estos fenómenos se multiplican. En 1846, a partir de las experiencias de las hermanas Fox, el fenómeno se extendió por todos los confines. Su llegada a España data de 1862, y en Madrid encontramos un círculo espiritista en la Puerta de Sol frecuentado por artistas y estudiantes, y otro más aristocrático que se fija en Preciados. Por ejemplo, fueron muy celebradas las evocaciones a la ajusticiada Vicenta Sobrino.

Pero las referencias documentales más prolijas que tienen que ver con las voces independientes pueden tener su origen en las experiencias de Lord Adare con el médium Daniel D. Home en julio de 1868 o en el libro The Facts of Psychic Science, donde se nos narra las sesiones con la señora Wriedt, quien provocaba sonidos paranormales en forma de voces.

Respecto de la invención o recreación de artilugios para facilitar el contacto, tenemos el caso del científico Charles Steinmetz, quien quiso desarrollar una máquina capaz de fotografiar el pasado, pues según él: «Todo lo que se dice, la voz, las palabras, queda atrapado para siempre en una banda de frecuencias vibratorias muy concretas…».

En la misma línea, en 1853 Robert Hare, de la Universidad de Pensylvania, inventó el Espiritiscopio, fue un primer intento de comunicar mediante una máquina con ese hipotético mundo de los espíritus.

En 1869 William Croques, una eminencia científica de su época (descubridor del talio y del radiómetro, entre otros artefactos), comenzó una serie de cincuenta sesiones ante la sociedad dialéctica de Londres que le llevaron a estas conclusiones:

Sin que podamos atribuirlos a cualquier acción mecánica o muscular, se oyen sonidos […] contestan a las preguntas formuladas y dictan alfabéticamente mensajes inteligibles […] tanto las preguntas como las respuestas suelen ser banales, en ocasiones descubren cosas que únicamente son sabidas por los presentes […] es necesaria la presencia de determinadas personas para que se produzcan…

En el año 1885 el libro Nacimiento y muerte como cambio perceptivo o la naturaleza dual del hombre(Hellenbach von Paczolay) exponía la posibilidad de comunicación con el más allá mediante procesos electromagnéticos, cuando ¡ni siquiera se había inventado el magnetófono!

Ya en el año 1889 el ingeniero danés Vladimir Poulsen creó la primera grabadora magnética, de inferior calidad, sin embargo, que el fonógrafo. Consiguió desarrollar la cabeza grabadora electromagnética, recibiendo los impulsos a través de cables conectados a un teléfono transmisor. Un alambre de acero, al pasar por debajo de la cabeza grabadora, quedaba magnetizado, dependiendo del nivel de magnetización de la intensidad de los impulsos.

En 1899 Nicolás Tesla —inventor del motor eléctrico— recibió en su primigenio receptor de radio unas misteriosas señales de origen desconocido, lo insólito del hecho es que por entonces no existían radioemisiones comerciales.

Guglielmo Marconi, premio Nobel de Física, y precursor de la radio y las telecomunicaciones inalámbricas, repitió el mismo tipo de experiencia en 1920, lo que le llevó a plantearse la posibilidad de ponerse en contacto con el mundo de los espíritus a través de ondas hercianas, tal como afirma el testimonio autorizado de su esposa tras la muerte de este.

El mismo Thomas Edison se interesó desde sus inicios por el espiritismo:

Si nuestra personalidad sobrevive es estrictamente lógico y científico suponer que retiene la memoria, el intelecto y otras facultades y conocimientos que adquirimos en este mundo. Por lo tanto, si la personalidad sigue existiendo después de lo que llamamos muerte, resulta razonable deducir que quienes abandonan la Tierra desearían comunicarse con las personas que han dejado aquí... Me inclino a creer que nuestra personalidad podrá afectar a la materia en el futuro. Entonces, si este razonamiento fuera correcto, y si pudiéramos crear un instrumento tan sensible como para ser afectado, o movido, o manipulado por nuestra personalidad —tal como esta sobrevive en la otra vida—, semejante instrumento, cuando dispongamos de él, tendría que registrar algo (Entrevista aparecida en octubre de 1920 en la revista Scientific American).

En 1877 ideó un dispositivo capaz de registrar vibraciones sonoras sobre una superficie cilíndrica accionada por un mecanismo de relojería. La superficie cubierta de parafina era perforada por un estilete conectado a un micrófono cónico. Estaba convencido de la supervivencia del espíritu y consecuentemente pensó en una suerte de médium mecánico sin poder llevarlo a cabo. Dejó un dibujo de dicho artilugio que no pudo ser encontrado hasta 1941, diez años después de su muerte… a través de una sesión de espiritismo.


Thomas Alva Edison (1847-1931), el gran y prolífico inventor, se interesó desde sus inicios por el espiritismo.

En 1901 un antropólogo americano, Waldemar Borogras, localizó en su rudimentario aparato de trompeta voces inexplicables entre sus archivos de grabaciones de cantos rituales chamánicos.

En 1912 el barón Ernest von Lubek dijo haber conseguido desarrollar una máquina capaz de traspasar las barreras del tiempo recuperando imágenes. Estaba basada en un tubo de rayos catódicos embutido en plomo y un circuito con electrodos de disprosio, y la energía emanaba de una bobina de Tesla modificada.

La «psicofonía» como vocablo se usó por primera vez en 1921, cuando el médium estadounidense Francis Grierson inventó un teléfono para contactar con los muertos. Las comunicaciones se recopilaron en el libro Psycho-Phone Messages.

Entre 1923 y 1925 el médico italiano Ferdinando Cazazmalli, mientras realizaba experimentos telepáticos con enfermos mentales, grabó voces inexplicables en un receptor de radio protegido en una jaula de Faraday.

En 1933, en la Revista Internacional de Espiritismo el psíquico Próspero Lapagese publicó los planos de un aparato basado en la técnica de los rayos X para escuchar y fotografiar a los difuntos.

En 1936 nos queda constancia de un disco grabado con las comunicaciones de una supuesta princesa egipcia a través de la médium Rosemary que se conserva en el Institut for Physical Research de Gran Bretaña.

Asimismo, en 1936, se produce un acontecimiento singular, se recogen señales morse por equipos de radioaficionados de los mensajes cruzados entre el Titanic y el Carpathia con motivo de su colisión. Lo inexplicable es que estos mensajes se habían producido veinticuatro años antes, en 1912.

El día 10 de septiembre de 1949 se funda la Spirit Electronic Communication Society en Manchester, cuyo objetivo era la comunicación electromecánica con el más allá.

En 1950 el ingeniero John Otto registró señales con un grupo de estaciones de radioaficionados de Chicago de origen desconocido, se trataba de voces líricas y políglotas de una tonalidad y un ritmo similar a las primeras psicofonías.

En 1955, en Estados Unidos, el ufólogo norteamericano John Keel hablaba de la aparición de palabras y frases en sus cintas magnetofónicas de naturaleza desconocida.

Y en 1957 Philips Rodgers, de Inglaterra, realizó experimentos poniendo sus micrófonos en una ventana y captando voces que decían venir de otro planeta.

LA CURIOSA HISTORIA DEL CRONOVISOR

Las primeras grabaciones en cinta magnética las hallamos de la mano de los padres Agostino Gemelli y Pellegrino Ernetti.5 El padre Ernetti era investigador de un campo poco analizado de la música: la prepolifonía, sus conocimientos le sirvieron para aplicar, al estudio de las psicofonías, los conceptos aristotélicos de la desintegración del sonido, llegando a revelar en alguna aparición publica: «Las ondas sonoras se subdividen en armónicos que se graban en los materiales inertes o en el éter, pudiendo ser recuperadas si se dispone de los mecanismos adecuados».

El 15 de septiembre de 1952 en el laboratorio de física de la Universidad del Sagrado Corazón de Milán tuvo su primer encuentro con las voces. Su pretensión era grabar cantos gregorianos pero un alambre de su magnetófono se desconectaba continuamente. Deses - perado, el padre Gemelli pidió a su padre fallecido que le ayudase. Para el asombro de los dos sacerdotes, la voz de su padre se registró en el magnetófono: «Por supuesto que te ayudo calabaza (zuccone en italiano), estoy siempre contigo». Repitieron el experimento y esta vez una voz cantarina dijo: «Pero zucchini, está muy claro, ¿no sabes que soy yo?», y no dudó el religioso en reconocer a su difunto padre.

El profesor Senkowski se incorporó a las investigaciones y llegaron a la conclusión de que las ondas, del tipo que sean, se pueden descomponer en armónicos cada vez más pequeños hasta llegar al nivel atómico e incluso al subatómico. Sobre esta teoría desarrolló, supuestamente, el Cronovisor, que habría consistido en un oscilógrafo catódico y un circuito para re-encauzar los electrones atendiendo a frecuencias concretas. De este modo se habría invertido el proceso de desintegración de las ondas y se podrían recomponer sonidos e imágenes. Llamó al fenómeno «pneumafonía».

Básicamente la máquina resonaba a partir de una multitud de antenas que captaban todas las longitudes de onda imaginables. Contaba con un selector-regulador que operaba a la velocidad de la luz, y un equipo para visionar y registrar las imágenes y los sonidos.

A través de este extraño artilugio, afirmaron haber recogido escenas del pasado, una supuesta tragedia antigua representada en Roma en el año 169 a. C., Tiestes de Quintus Ennius.

En 1972 en la revista italiana La Domenica del Corriere el padre Ernetti reconoció haber participado en la gestación de una máquina capaz de recoger imágenes y sonidos del pasado, ya lo había hecho anteriormente de manera más velada en la revista religiosa L´Heure d´Étre (1965) y en la revista Civiltà delle Macchine en 1966 (artículo «L´oscillografo elettronico»).

Habida cuenta de sus peligrosas aplicaciones, se prefirió no volver a hablar más del mismo, aunque hay voces que lo sitúan en las dependencias benedictinas de la isla de San Giorgio y siguen defendiendo que se trata de una máquina real. De todo ello tenemos constancia en la revista italiana Oggi en 1986.

Esta historia, que no termina de parecer nada más que una burda leyenda, nunca fue totalmente desmentida por el propio sacerdote, hoy en día exorcista benedictino.

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