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Los molinos papeleros de Bejís

Madoz asegura que Bejís contaba con una fábrica de papel de tres tinas, una de blanco y dos de estraza. Según Giménez Guited sólo estaba en activo un fabricante, que disponía de una tina, empleaba a 6 operarios y su capital se estimó en 30.000 reales de vellón. El Indicador de Viñas Campi cifra en dos las fábricas de papel, ambas dedicadas a la elaboración de papel blanco. Las papeleras pertenecían, respectivamente, a Miguel Real (cuyo molino estaba emplazado en Río Arriba) y Fernando Rodríguez.

4.3.4. El siglo XX

En el cambio de siglo, desaparecieron todas las fábricas existentes en la cuenca del Palancia. En el año 1918, la industria papelera se limita a los pueblos de Castellnovo y Soneja217, siendo esta última la más importante. La fábrica de Soneja nació al calor de una pujante actividad económica, la exportación de naranjas, por lo tanto, se centró en la fabricación de papel de seda, destinado a la envoltura de naranjas. La especialización en papel de seda del Alto Palancia respondía a su demanda por parte de los exportadores de naranjas, cultivo en el que se había impuesto en las comarcas de la Plana.

Los molinos papeleros de Jérica

Carreras Candi asegura que, a principios de siglo, funcionaban dos fábricas de papel en Jérica. Una de ellas, de bastante envergadura, disponía de un caudal de 2.000 litros por segundo, un salto de 23, 87 metros y una fuerza de 637 caballos. Muy modesta la segunda, poseía un caudal de 280 litros por segundo, un salto de 8 metros y una fuerza de 29 caballos218.

Parece ser que, en 1917, ya no había actividad papelera, pues no aparece ninguna fábrica en el Bailly-Baillière de este año. Tampoco la hubo durante los 40 años siguientes, así lo confirman las estadísticas de 1934219 y 1943. Sin embargo, a principios de los 50, se retoma la actividad papelera, al abrirse una fábrica que utilizaba el agua de la acequia de la Torre, aprovechando un salto de agua de 13 metros, con el que obtenía 100 caballos de vapor. Esta fábrica estuvo en funcionamiento entre los años 1952 y 1968, por lo que se la menciona en el Catálogo de 1966. En esta fecha, siendo propiedad de Antonio Morelló Peris, fabricaba estracillas, con una única máquina.

Los molinos papeleros de Segorbe

En los Bailly-Bailliere de 1882 a 1890, no aparece relación alguna de fábricas de papel en esta ciudad, por lo tanto, cabe pensar que la fábrica activa en la primera mitad de la centuria era de nueva creación. En efecto, en Segorbe, hasta mediados del siglo XX, estuvo operativa una fábrica de papel de estraza. En 1917, pertenecía a Manuel Ibáñez, únicos datos que figuran en el Anuario de este año220. En 1948, la titularidad de la empresa recayó en Vicente Simón221 y, posteriormente, en Vicente Simón Aznar. En la actualidad, en la misma zona donde estuvo la fábrica de papel, junto al río Palancia, funciona una fábrica de curtidos, propiedad de los “Hernández”.

Los molinos papeleros de Castellnovo

A principios del siglo XX, funcionaba una fábrica de papel, que, aunque no figura en el Bailly-Baillière de 1917, sí la cita Moltó en 1918222. Oliver afirma que fabricaba papel de estraza y estuvo en funcionamiento durante las décadas de los 20 y 30223, aunque ya no se la menciona ni en la Estadística del 34 ni en el Anuario del 1936224.

Los molinos papeleros de Soneja

En Soneja, a principios de siglo, Ramón Patuel Monserrat fundó una fábrica de papel continuo, emplazada en la margen derecha del río Palancia. Utilizaba una turbina, movida por las aguas de aquel río225 y se abastecía de un manantial propio, denominado Las Fuentes226. En el año 1911, Ramón Patuel se vio obligado a tomar medidas para evitar la contaminación del río, pues fue acusado de arrojar directamente a su cauce “los residuos de las alpargatas y trapos viejos, primera materia que emplea en la fabricación, (…), constituyendo un peligro para la salud de todos los pueblos por donde dicho río pasa227. La empresa, por su parte, afirmaba haber concluido, recientemente, las reformas necesarias para evitar la contaminación del río, puesto que las aguas residuales se desviaban, “después de una completa esterilización por su mezcla con lejía de sosa y tres atmósferas de presión de vapor de agua durante nueve horas, á un pozo ciego228. La polémica continuó, pues las medidas tomadas, parece ser, no fueron suficientes, como lo prueba el que las aguas “bajan blancas (…) de las sustancias del cloruro que se emplea en el lavado229.

En el año 1917, ya en manos de la «Viuda e hijos de Ramón Patuel», fabricaba papel de embalaje. Moltó se refiere a ella, en su conferencia sobre la industria papelera del año 1918, cuando era una de las seis fábricas castellonenses en activo230. Posteriormente, los «Hijos de Patuel» figuran como propietarios de una fábrica de papel en Valencia, concretamente en el Camino de Algirós, frente a la estación ferroviaria del Cabañal (que habían adquirido de Rowland Clark, en el año 1921)231.

Según la Estadística del año 1934, la fábrica de Soneja, que pertenecía a Dolores Patuel Enrique, se había especializado en papel de fumar, sedas y manilas y tenía una capacidad de producción de 240 Toneladas anuales. Su papel de seda fue muy apreciado por los timbradores por su gran resistencia y, por tanto, se dirigía básicamente al sector naranjero. La Estadística de 1943 señala que la fábrica de papel continuo de Soneja -así como la de Valencia- pertenecía a José María Canelles Peregrín, esposo de Dolores Patuel. En este año, contaba con una máquina plana de 1,10 metros de ancho útil y una producción de 800 Kgs diarios de sedas y manilas. Los mismos datos figuran en el Directorio del año 1948232, pero en el Catálogo de 1966, se recoge el relevo generacional, siendo propiedad de Enrique Canelles Patuel. A principios de los 80, «La papelera de Soneja S.L.» continuaba produciendo sedas para envolver. En los últimos años, trabajaba con pasta de importación, procedente de Suecia. Cerró a principios de los 90, desapareciendo de esta suerte la industria papelera del Alto Palancia.

Vall d´Uixo

Esta localidad está bañada por el río Belcaire, también llamado de San José. En El Indicador de Viñas Campi de 1864, se menciona dos fábricas de papel de estraza. Una de ellas, propiedad de Bautista Agustina, se ubicaba en la Plaza y, la otra, perteneciente a Juan Albala, en la Peña.

En la segunda mitad del siglo XX, «Silvestre Segarra e Hijos S.A.», propietarios de la gran fábrica de calzado, decidieron construir una fábrica de cartón para hacer frente a sus propias necesidades. En el Catálogo de 1966, se especifica sus características, en concreto, se indica que contaba con una única máquina y pertenecía a la citada empresa de calzado, «Silvestre Segarra e Hijos S.A.».


V. La industria papelera de la provincia de Valencia

5.1. La cuenca del Palancia

El río Palancia discurre por la provincia de Valencia en su curso bajo, espacio geográfico donde se instalaron algunos de los primeros molinos papeleros modernos y donde la industria papelera ha estado presente hasta tiempos muy recientes. La industria papelera del Alto Palancia se prolongó curso abajo, penetrando ya en la provincia de Valencia, de forma que, históricamente, se establecieron molinos de papel en Sagunt y, muy posteriormente, en Alfara de Algimia.

Murviedro

En el año 1598, está documentada la construcción de una manufactura papelera en Sagunt233, que nació por iniciativa de Adrià Martínez, librero de Valencia. Se estableció en un lugar privilegiado, donde confluían el río y la acequia de Montiver234, junto al camino de Teruel. Precisamente, por su excepcional posición, con anterioridad, hubo un molino arrocero, cuya concesión de aguas el librero pretendía aprovechar para levantar el molino de papel. Alegaba que el molino arrocero no blanqueaba arroz desde hacía más de 40 años y, de hecho, los habitantes de Morvedre utilizaban los molinos de Paterna y Moncada. Incidiendo en sus argumentaciones, Adrià Martínez, “ell dit propossant vulla y entenga el dit molí que antigament era arroser ferlo paperer perço que laygua de la qual ha de moldre es molt poca y no corre ni pot aprofitar per a dit molí arroser y per a ferlo paperer serà algún tant més cómodo y serà més útil y profitosa sa Magestad donarli llisensia eo ferlo molí paperer”. El librero de Valencia logró la autorización deseada para establecer el molino: “lo dit llochtinent, en lo offiçi de batle general, otorga llicencia, permis y facultad al dit Hadrià Martínez, llibrer, per a eregir, construir y aedificar lo dit molí paperer, en lloch del que antiguamente solia ser arrocer, en la partida dessus dita, lo qual sia tengut sots directa señoria de Sa Magestad del Rey Nostre Señor, a çens annuo de trenta sous, cascuns anys, pagadors en una paga, començant la primera paga en la festa de Nadal ( . . . ), ab fadiga e luisme”. La concesión está fechada el 21 de abril de 1598. Quizás, este molino abasteció, desde entonces, a algunas instituciones valencianas235. En los Manuals de Consells de Valencia, se detentan diversos pagos a Alexandre Martínez, librero, por la compra de numerosas resmas de papel de distintas calidades236.

En el siglo XVII, en relación con la manufactura papelera de Sagunt, destacamos dos características definitorias, en primer lugar, el Real Patrimonio poseía un molino de papel y, en segundo, no estaba operativo, en el año 1689, desde hacía bastante tiempo. Por ello, se le pidió al virrey que averiguase los costos de su rehabilitación, “por lo mucho que importa que las naciones estrañas no se enriquezcan con las grandes cantidades que salen de España por este género, pues se espera mui en breve tener officiales en estos regnos que fabriquen papel fino para no necesitar el de Génova y otras partes237. Llama la atención que, a la hora de elaborar un presupuesto para la reparación del molino, “ni aquí ni en Valencia se ha hallado quien tubiere experiencia para hazer la tassa238. Apreciación que, desde luego, sugiere escaso desarrollo de la manufactura papelera tanto en Valencia como en sus alrededores.

En un documento fechado a principios del siglo XVIII, se recoge una relación de molinos de Murviedro, en la que no figura ninguno de papel (la lista de molinos de Su Majestad comprende cinco molinos harineros denominados molino de la Villa, de la Palava, de Moret, de Gausa y de Mal Año)239. Aun así, en el setecientos, “el sitio nombrado del molino de papel240, todavía constituía una referencia toponímica. Esta circunstancia también la recogió Chabret, quien refiere como, en la intersección de aquella acequia con el barranco de Monserrat, todavía se podía distinguir vestigios del molino papelero, al tiempo que permanecía la denominación de “arco del molino de papel241.

Alfara de Algimia

Después de la Guerra Civil, la Sociedad Limitada NESA estableció una fábrica de papel en Alfara de Algimia, aprovechando una pequeña central hidroeléctrica para obtener la energía. El Catálogo de 1966 señala la existencia de una fábrica de papel kraft, propiedad de Papelera «NESA SL». Hasta tiempos recientes, producía kraft y cartón, empleando a casi un centenar de trabajadores. Las dificultades a que ha debido hacer frente en los últimos años han hecho imposible su continuidad. El reciente cierre de esta empresa –y otraspone de manifiesto la difícil coyuntura por la que atraviesa la industria papelera valenciana.

5.2. La cuenca del Turia

El río Turia nace en la provincia de Teruel y penetra en la de Valencia por el término municipal de Castielfabib. Una vez ha atravesado el Rincón de Ademuz, sirve de frontera entre Cuenca y Valencia, provincia en la que discurre el resto de su curso. Históricamente, los molinos papeleros se situaron o bien próximos a la desembocadura, en L´Horta de Valencia, o bien en el curso alto (Castielfabib). Posteriormente, Valencia y L´Horta se transformaron en una gran concentración papelera. En la comarca del Camp del Túria, la industria papelera estuvo representada por las fábricas de L´Eliana (Pobla de Vallbona) y Benaguasil.

5.2.1. La ciudad de València y L´Horta

Desde la Edad Media, está documentada la actividad papelera en las proximidades de Valencia, sin embargo, las referencias desaparecen por completo durante más de trescientos años, los que van desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX. Acaso, podamos explicar este vacío por lo poco adecuado de su emplazamiento, en el curso bajo del Turia. Hasta las últimas décadas del XIX, no se estableció una gran fábrica de papel, a la que siguieron seis nuevas instalaciones - entre los años 1903 y 1916- que convirtieron a la ciudad de Valencia en un importante núcleo papelero.

5.2.1.1. La manufactura papelera en los siglos XV-XVIII

No tenemos noticias relativas a la fabricación de papel en Valencia hasta mediados del siglo XV242, cuando algunos fabricantes italianos se establecieron en las proximidades de nuestra capital, acaso, para dar satisfacción a la demanda de papel italiano, puesto que los consumidores lo preferían al autóctono. Agustín Marquesano, ya en el año 1454, había establecido un primer molino papelero en Campanar; posteriormente, Luca Prie de Savona hizo lo propio, en este caso, en la Huerta243. La elaboración de papel con el escudo de Valencia como filigrana –que se difundió por gran parte de Europa entre principios del siglo XV y el primer tercio del siglo XVI - se atribuye a estos molinos, en cuyo caso, indicaría su lugar de procedencia.

Mislata, una localidad próxima al mercado urbano, disponía de un molino papelero, activo en 1596, del que no sabemos si tuvo continuidad244, pero, en el siglo XVIII, todavía funcionaba un molino -muy bien documentado, por otra parte-, aunque no podemos confirmar la identidad de ambas manufacturas. Al menos, en las últimas décadas de esta centuria, el molino papelero de Mislata pertenecía al barón de este mismo título. El molino, dedicado a la elaboración de papel de estraza, disponía de una rueda hidráulica de cuatro cruceros, un árbol con sus correspondientes sellos de yerro, gorrones y selletas, una tina y una prensa, según inventario realizado el día 17 de enero del año 1788245.

El barón lo arrendaba junto a los derechos dominicales y regalías y, a su vez, los arrendatarios lo cedían a profesionales del ramo. El molino papelero de Mislata fue subarrendado, en el año 1787 a “Josef Alba de exercicio batanero como á principal arrendador, y á Vicente Esteve molinero como á su fiador, y principal obligado, vecinos ambos de la referida baronía de Mislata, á los dos juntos y á cada uno de por sí el molino de papel y batán existente en el término de dicha baronía, y otra de las regalías de sus derechos dominicales por tiempo de quatro años precisos que deverán empezar á correr y contarse en el día de Navidad próximo viniente de este corriente año ó día primero de enero subsiguiente, y fenecerán en el día último del año viniente 1791 y por precio en cada uno de ellos de 220 libras moneda corriente de este reyno pagadoras por metad en los días de san Juan de junio y Navidad siendo la primera paga en el día de san Juan de junio del año próximo viniente 1788, la segunda en Navidad del mismo año, y así en los demás sucesivos hasta el complemento de los quatro de este arriendo246.

La escritura de arrendamiento incluía diversas cláusulas, entre ellas, la que garantizaba el abastecimiento de agua, si la había en cantidad suficiente: “con pacto, capítulo y condición que se le haya de dar al referido molino de papel ó batán el agua correspondiente, y diaria para su fábrica á proporción de la que hubiere en la zequia según práctica y costumbre observada hasta el día de hoy”. Otro capítulo, habitual en este tipo de convenios, aseguraba las rentas de propietario y arrendatarios, independientemente de las vicisitudes que pudieran sucederse: “Otrosí: con pacto, capítulo y condición que por ningún caso pensado, ó impensado de rompimiento de la acequia, pocas o muchas aguas, ruinas ú otro qualesquiera que sea, que constituya el molino, en términos de no poderse trabajar en él, no por ello podrán pedir descuento ni rebaja del pecio de este arriendo sí que deverán satisfacerlo íntegramente en los plazos que se estipulen”.

En todos los años documentados, Josef Alba fue el maestro papelero que trabajó en el molino. Al finalizar el período establecido, el 1 de junio de 1791, las partes firmaron un nuevo acuerdo, con las mismas cláusulas que el anterior 247. En el año 1793, se revocó el contrato de arriendo, porque los arrendatarios debían importantes cantidades al barón de Mislata248. Sin embargo, otra vez más, con fecha 29 de noviembre de 1795, Josef Alba aceptó un contrato de subarriendo con los nuevos arrendatarios: “por tiempo de 4 años, que empezarán a correr y contarse en el día primero de enero viniente año 1796, y fenecerán en el último día del mes de diciembre de año 1799, y precio en cada uno de ellos de 260 libras moneda corriente en este reyno pagadores por mitad en los días de san Juan de Junio y santo Tomás apóstol249.

En Paterna, el gremio de pelaires de la ciudad de Valencia poseía un molino papelero, distante una legua de la ciudad de Valencia, que aprovechaba las aguas de la acequia de Moncada. Elaboraba papel de estraza para las necesidades de los agremiados. Roselló i Verger traza, a grandes rasgos, la evolución de este molino papelero: “El molí Batà (1658) d´on eixia el Roll de Beneferri, Molí de Paraires el 1687, canviaria de funció el segle següent per a esdevenir molí de paper. Conserva encara un casal inmens i, malgrat el nom, el Batan, seia farina el 1960250. En el año 1774, el gremio obtuvo permiso para establecer un molino harinero y arrocero de tres muelas, en la “partida del molino de papel, o pilatero251. Ricord lo cita en el año 1791, pero seis años más tarde, los documentos sólo se refieren a “dos molinos harineros, llamados de san Cristoval y de Bonany, sito el primero en el término del lugar de Benimamet, y el segundo del de Burjasot, contiguos el uno al otro, y ambos usan de el agua de la acequia de Moncada252.

Los molinos de Mislata y Paterna respondían a exigencias muy diferentes, puesto que mientras el primero constituía una más –y no precisamente la más importantede las regalías señoriales-, el segundo daba satisfacción a las necesidades de sus propietarios, el gremio de pelaires de Valencia. Ambos molinos suponen la única representación dieciochesca en esta comarca, pues no hemos encontrado ninguna referencia a molinos de papel en la ciudad de Valencia.

5.2.1.2. El sector del papel en el siglo XIX

Con la documentación disponible, podemos afirmar que, a mediados del siglo XIX, no existía ni un solo molino papelero en la ciudad de Valencia. Entre las respuestas que distintos establecimientos industriales de la capital dieron a una encuesta relativa a su estado, fechada en 1850, con motivo de una exposición pública, no figura ninguna fábrica de papel253. Sin embargo, se trató de fomentar su fabricación, para hacer frente a la demanda de determinados tipos de papel. En este sentido, la Real Sociedad Económica de Amigos del País, con fecha 10 de marzo de 1841, ofrecía premiar con el título de socio de mérito al que estableciese una “fábrica de papel de paja de arroz, igual en calidad al estrangero, necesario á las fábricas de loza para dar realce y brillo al estampado”. Igualmente, aseguraba un “premio de 500 reales de vellón al que introduzca primero la fabricación de papel que se elabora en el extranjero con los desperdicios de la seda, y que se usa comúnmente254.

Las fábricas de papel decimonónicas

Durante el siglo XIX, sólo hemos podido documentar tres fábricas destinadas a la fabricación de papel o cartón. La primera mención procede del año 1855 -aunque no sabemos desde cuando estaba en activo- y se refiere a una pequeña fábrica, propiedad de Ramón Jincosa. La segunda nos remite a una gran fábrica de papel, propiedad de los «Hermanos González», que inició su actividad en el año 1884. Por estas fechas, también estaba en activo una fábrica de cartón, propiedad de Ramón Gustems.

El molino de papel de Ramón Jincosa y Luis Villalba

En el año 1855, Luis Villalba –arrendatario de una fábrica de papel en Anna- solicitó trasladar su actividad desde dicha localidad a Valencia, concretamente a una fábrica de papel de estraza, ya en funcionamiento, movida por fuerza de sangre. En dicha solicitud, se afirma: “Don Luis Villalba recurrió al Sr. Gobernador de la provincia en dos de marzo de 1855, manifestando que, á consecuencia de haber obtenido por Real Cédula de 17 de marzo de 1854, privilegio de invención por dicha fabricación en un molino llamado el Gorgo, situado en Anna y para cumplir con la disposición ( . . . ), hallándose en ejercicio el citado invento ( . . . ) y que habiendo cesado en el referido establecimiento, deseaba continuar sus operaciones en la fábrica de Ramón Jincosa, vecino de esta capital (Valencia)”.255 Aporta “certificación del alcalde de Anna, en la que constaba la elavoración de papel y cartones, hecha en el molino titulado Monich, con filamentos de toda clase de plantas textiles”.256

Efectivamente, las gestiones dieron el deseado resultado y, después de mediado el año 1860, “bajo la inspección del referido Villalba, se practicó la operación de hacer papel y cartón de paja de arroz y hoja de palmito en la fábrica de papel de estraza, movida por fuerza de sangre, establecida en esta ciudad, calle del Santísimo y dirigida por D. Ramón Jincosa257. No sabemos cuáles fueron los avatares de esta pequeña fábrica de papel, pero la Guía-indicador de Carmelo Navarro y Reverter de 1877 no contempla ninguna fábrica de papel activa258.

La fábrica de papel de «Hijos de Salvador González»

En el Bailly-Bailliere de 1888, no figura ninguna fábrica de papel, no obstante ya estaba operativa (desde hacía 4 años) la primera que se emplazó en el camino de Penyarroja, perteneciente a la razón social «Hijos de Salvador González». En el ámbito valenciano, fue una de las fábricas pioneras en la introducción de la máquina de vapor, el motor eléctrico y la máquina continua. Su instalación supuso una verdadera ruptura, ya que se trata, sin duda, de una auténtica fábrica capitalista, importante e innovadora, “en la que se trabajaba día y noche259.

La fábrica de cartón del Camino de Benimaclet

La fábrica de cartón de Ramón Gustems, en el Camino de Benimaclet -ya citada en el Bailly-Bailliere de 1888- constituye la única referencia al sector, a finales del siglo XIX. Ciertamente, funcionaban, por aquellos años, otras industrias relacionadas con el manipulado del cartón. En el año 1879, la prensa afirmaba que, en València, estaban en activo cinco fábricas de cartón para hacer cajas de dulces y otros objetos, añadiendo “algunas de las cuales son antiquísimas, han ganado premios en varios certámenes260. Una de estas fábricas fue fundada por María Román en el año 1865 y se ubicaba en el palacio Tamarit, en el barrio de Velluters261. Quizás, deberíamos considerar otras empresas que no figuran en el anuario, entre ellas, la fábrica de naipes, situada en la barriada de Arrancapinos, propiedad de Simeón Durá262 y el taller, ubicado en la calle del padre Jofré, nº 9, donde se rayaba y grababa papel, propiedad de Ramón Villanueva, quien, en el año 1903, pidió autorización para instalar un motor a gas de 3 caballos de fuerza263. Posteriormente, están documentadas la fábrica de cajas de cartón, propiedad de José Quiles Masset, Espartero, 8264 y la fábrica de bolsas de papel, propiedad de Camilo Olcina Pérez, en Na Jordana, 21265.

Talleres de libritos de papel de fumar

Además de la fabricación de papel y cartón, debemos tener en cuenta la industria de los libritos de papel de fumar, que llegó a contar con seis establecimientos en la ciudad de Valencia. Industria de larga tradición, pues Botella abrió su taller en el año 1852266. En el año 1861, José Botella Andrés, vecino de València, que figuraba como propietario de un taller para cortar papel y libritos de papel de fumar -situado en la calle de San Vicente (extramuros), nº 7-, solicitó la marca de «El lince»267 para sus productos. En el año 1873, José Botella poseía un almacén de papel, domiciliado en la calle de San Vicente, nº 143, en el que fabricaba papel «La Jardinera», marca que se comercializaba en Andalucía y Comunidad Valenciana. Hacia 1883, los Botella, que exportaban parte de su producción a Ultramar, comercializaron dos nuevas marcas, «Cervantes» y «Hernán Cortés». En 1884, Miguel Botella Pérez anunciaba, en el Almanaque de Las Provincias, su depósito al por mayor y al por menor de papel para fumar y escribir, ubicado en San Vicente, 141268.

En 1866, tenemos documentado un pleito por la propiedad de una marca de papel de fumar entre los «Hijos de Ripollés» y Pedro Rius Vila. Su origen se halla en la denuncia formulada por aquéllos -asociados con Antonio Ridaura, de Alcoi- contra éste, fabricante de papel de fumar de Barcelona, quien había establecido una sociedad comanditaria con Máximo Ridaura Valor, de Alcoi269. La sociedad, denominada «Ridaura y Compañía», tenía como objetivo establecer un taller de cortar papel en resma para libritos de fumar y estaba domiciliada en Alcoi270. Su marca -un caballo Pegaso- podía confundirse fácilmente con la marca de Antonio Ridaura (un caballo sin alas), lo que motivó el litigio271.

En el Bailly-Bailliere de 1883, se recoge la existencia de dos fábricas de papel de fumar, concretamente, la de «Hijos de Ripollés», en Flasaders, 21 y la de José Boscá Cortés, en Santa Teresa, 37, en las que, desde luego, más que fabricar, se corta papel y se hacen libritos, como sospecha Gayoso y hemos podido comprobar. En el de 1885, sólo consta la segunda de ellas. En 1913, según anuncio en prensa, “La antigua casa Hijos de Ripollés, fabricante de la acreditada marca de papel para fumar La Valenciana, ofrece desde hoy a los fumadores una nueva clase , elaborada con toda pulcritud y esmero, y sin materia alguna nociva para la salud. Este papel presentado con elegante y artístico estuche que contiene 70 hojas engomadas272. Unos meses más tarde, se concedió a D. Salvador Zaragoza el registro de una marca de papel de fumar denominada «La Valenciana», para papel de fumar273, que se seguía fabricando años más tarde274.

En València, encontramos otras empresas relacionadas con el sector papelero. En 1882, «José Layana y Agulló Hermanos», propietarios de una fábrica de papel en Buñol, tenían en la capital un taller de libritos de papel de fumar275. En prensa, durante los años siguientes, se anunciaba un nuevo papel para fumar, marca Layana, que se vendía al por mayor en «Agulló Hermanos», Tapinería, 6 e «Hijos de Ripollés», en Flasaders, 21 y Porchets, 1276.

Luis Layana, propietario de un taller de libritos de papel de fumar en la calle de Ruzafa, número 90, en el año 1903, construyó su fábrica de papel en el camino de Penyarroja. Se hizo acreedor de elogiosos comentarios, porque su fábrica, dedicada a la elaboración “de papel mate, (es) única en España, por las inmensas dificultades que ofrece, los grandes capitales que necesita y los complicados y vastos conocimientos que requieren para producirlo277. «El Pensamiento», otra marca comercializada a partir de 1909, se caracterizaba por su “papel fino, engomado, con dibujos transpa-rentes (…) la envoltura es muy elegante y contiene fototipias de artistas notables”, “su combustión es facilísima y no da humo278.

Emeterio Albors Monllor era el dueño de la principal fábrica de papel de Ontinyent, «La Clariana» y otro molino papelero en Alcoi. En el año 1885, le compró al marqués de Cruilles un edificio o casa grande de habitación, situada en la calle del Mar, nº 57279. En 1901, desde este almacén, «Albors, Latorre y Cía», distribuían el papel a todos los estancos280. En 1903, solicitó autorización para instalar un motor a gas de 4 caballos de fuerza, con destino a dar movimiento a 4 máquinas de trabajar papel, concretamente, dos máquinas para pintar papel, una guillotina y una filigra-nadora281.

En el Bailly-Bailliere, correspondiente al año 1900, figuran las cinco fábricas de libritos de papel de fumar ya citados. No se menciona, sin embargo, el taller de libritos de papel de fumar de Pedro Pascual, domiciliado en el número 9 de la calle Flasaders, distrito del Mercado. Desde el año 1878, Pedro Pascual, comercializaba un papel de fumar con la marca «La Valenciana», hecho de pastas de puro hilo282, que estuvo en el mercado muchísimos años. Este papel de fumar se cortaba en la fábrica de papel «La Consuelo», Flasaders, 9, cuyo administrador era, en el año 1894, Don Vicente González Cases283 y su propietario, Pedro Pascual Larrubiera284. En el año 1895, el establecimiento fue hipotecado y, por lo tanto, descrito minuciosamente en el acta notarial. El taller de libritos de papel de fumar era un edificio compuesto de piso bajo con almacén, primera y segunda habitación y dos terrados285. Los diversos productos que Pedro Pascual anunciaba no se elaboraban en este taller sino en sus “fábricas de papel continuo, de tina y de seda para empaque de naranjas286, emplazadas en Algemesí y, más tarde, en Buñol. Desde 1896, a los señores «Pascual Hermanos» se les permitió usar el escudo de la ciudad de Valencia como marca de fábrica287. En la fábrica de papel del señor Francés, probablemente, también se hacían libritos de papel de fumar288.

Almacenes de papel

En los años 1873-74, figuraban -en la relación de establecimientos sujetos a impuestos municipales- nueve almacenes de papel: Pedro Pascual (Flasaders, 9), Ricardo Olivares (Santa Catalina), Francisco Gil Pichó (Plaza Cajeros), Hijos de Ripollés (Porchets, 1), Tomás Cervera (San Fernando), Pantaleón Aguilar (Lonja, 18), Eduardo Miralles (San Vicente, 133), José María Ayoldi (Calabazas) y José Botella (San Vicente, 143) 289. Algunos establecimientos pueden considerarse meros almacenes, desde donde los fabricantes daban salida a su mercancía290, a través de sus representantes en la capital291. Sin embargo, entre los almacenistas, se distinguían socios de fabricantes («Hijos de Ripollés»), propietarios de talleres de libritos y/o propietarios de fábricas de papel, como Pedro Pascual, Tomás Cervera, Pantaleón Aguilar y los «Señores Serra». En su almacén, Federico Augusto Serra Gimbert, propietario de un molino papelero en Buñol, vendía, entre otros, papel de su fábrica y de otras de la misma localidad, como el papel de hilo de los «Sres Layana y Agulló». Posteriormente, Serra estableció un convenio con Miguel Costa Gubern, por el que le cedía su almacén de la calle Santa Irene, nº 1, para vender el papel procedente de sus fábricas de San Quintín de Mediona y de Carmen (Barcelona), que explotaba en calidad de arrendatario292. En 1883, Antero L. Montero anunciaba un almacén de papeles de toda clase -depósito general de papel-tina «La Yana»-, en Paz, 5 y 7, y Luis Vives, 10.

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