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El año de la peste

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Из серии: Fichas para el siglo XXI #44
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La crisis del coronavirus, la xenofobia,

el antisemitismo y los grupos neonazis

en Alemania

Helmut Dahmer* (alemania)

Helmut Dahmer es un sociólogo alemán. Estudió con Adorno y Horkheimer. Se doctoró en 1973 y desde 1974 es profesor de sociología en la Universidad de Darmstadt. Fue coeditor de la revista Pshyché. A principios de los 80 denunció la política colaboracionista de las instituciones psicoanalíticas durante el nazismo. Las polémicas hicieron que perdiera su puesto en dicha revista. Fue cofundador del Hamburgian Institute for Social Research en 1984 y del Centro Psicoanálisis y Sociedad en Lima.

Tiene una importante producción escrita. Entre sus libros traducidos al castellano encontramos Libido y Sociedad. Estudios sobre Freud y la izquierda Freudiana (1983), La sociología después de un siglo de barbarie (2005). Es también el editor de las obras anotadas de León Trotski en alemán. Se han publicado ya siete volúmenes y hay otros en preparación.

Hemos publicado en Topía su texto “El dispositivo antisemita”

Publicamos esta entrevista exclusiva hecha en Viena, el 15 de abril de 2020.

Luego del atentado de Halle en octubre 20191 usted publicó una serie de textos que escribió en las últimas tres décadas referidos al tema de la xenofobia, el antisemitismo y el nacionalsocialismo2. ¿Qué nos puede decir sobre estos temas?

En la primavera de 1945, al final de la guerra vi, siendo un niño, cómo la sociedad asesina nacionalsocialista, de un día para el otro, contrita y temerosa, buscaba deshacerse de su pasado. La pequeña ciudad de Nordhessen en la que crecí contaba con sólo un par de miles de habitantes; algunos de ellos habían deportado y matado en los campos de concentración a muchos judíos3. Los poetas locales, como nuestro ministro del interior en funciones4, ni se imaginan este tipo de siniestra tierra natal…5

El proyecto del nazismo de someter a Europa al dominio alemán había fracasado y dejó inmensas montañas de cadáveres y montones de ruinas. Era el momento en que había que borrar de la memoria mediante un enorme esfuerzo colectivo doce años de la historia social y de vida y ser silenciados de manera duradera6. Cuando el frente oeste se iba acercando a nuestro pueblo enseguida se quemaron escritos nacionalsocialistas, se escondieron cosidas dentro de cabezas de muñecas condecoraciones de guerra y emblemas partidarios, se enterraron banderines con la esvástica; el “Vokssturm”7 se puso en acción para erigir barreras antitanques, una unidad SS se atrincheró tras una barricada en la orilla norte del pequeño río del pueblo y luego los puentes volaron por los aires. Se trataba de contener a las tropas extranjeras por un par de horas y al mismo tiempo cumplía el propósito de desprenderse del pasado más cercano. Cuando aparecieron los primeros tanques y jeeps americanos repentinamente no se levantó ni un solo brazo para el saludo hitleriano. Borrarlo y enterrarlo. Omertá era el nuevo consenso básico y sobre la base del Gran Olvido unos años más tarde se construyeron los dos estados alemanes (con una mirada social y psicológica: ambos sobre terreno poco firme). Porque el desesperado salto al olvido hizo escuela, ahora cada generación enseña a la que le sigue el arte alemán del ocultamiento. Los años de posguerra fueron el tiempo propicio de los que cambiaron su identidad y se ocultaron tras una careta. También el escenario político actual muestra una mascarada confusa: negacionistas e ignorantes en medio de nostálgicos que añoran los tiempos asesinos; los que se identifican con la ideología nacionalsocialista reemplazan a los “demócratas” oportunistas, y algunos antisemitas presumen de ser los mejores amigos de Israel.

Hasta hoy es rechazado todo lo que recuerda los “oscuros” doce años en que gobernó el nazismo. Esto se debe a los historiadores que entierran el pasado, y también a autores, ideólogos y bandas de asesinos nacionalistas que lo representan. Son mal vistas las comparaciones entre lo que hoy propagan los Höcke8 y lo que escribió Hitler en 1924 en la fortaleza de Landberg. Entre el atentado a la burgomaestre de Colonia Reker y el asesinato del presidente del gobierno de Kassel el político Walter Lübcke9 por un lado, y por el otro el asesinato de Erzberger y Rathenaus10. En aquel entonces eso había sido “algo muy diferente”, es lo que dice el coro de los ignorantes y negacionistas...

Como sociólogo y socialista desde los años ochenta seguí de cerca y con creciente preocupación el resurgimiento de grupos políticos nacionalsocialistas. Las reacciones oficiales frente al atentado de Halle en octubre 2019 resultaron tan torpes y funestos como en todos los casos parecidos: sorpresa, asombro, desconcierto, consternación, rituales de duelo estandarizados, e inmediatamente el pedido de leyes más rigurosas. Cada uno de estos atentados son tomados como si se tratara de un acontecimiento totalmente novedoso y precisamente por eso inesperado e “inimaginable”. Luego de las 100 víctimas asesinadas en los años noventa y la serie de asesinatos de la banda-NSU11 “la gente” se sigue mostrando desprevenida, no quiere ver que detrás de los “autores individuales” hay un grupo de igual ideología que espera seguir haciendo atentados. Con mi nuevo libro trato de mostrar este olvido pathico.

¿Podría aclarar una vez más la relación entre el salto a la amnesia de 1945 y lo que usted reprocha a la generación actual como “olvido pathico”?

La guerra de exterminio nacionalsocialista y el holocausto, el gran olvido, y la impunidad luego de 1945, junto a muchos otros factores, pertenecen al legado cultural que una generación transmite a la otra. El poder que estas tradiciones funestas ejercen sobre los presentes es tanto más fuerte cuanto menos son conscientes de ese poder. Tanto los autores materiales de los atentados como los demagogos que los alientan son actores que representan una pieza archiconocida del pasado que nadie quiere ya recordar. Lo que los ejecutores de un atentado actúan hoy en miniatura, ya fue representado en la monstruosa escena alemana luego de 1918 y sobre todo desde el ascenso de Hitler y durante la guerra, es decir en el periodo 1933-45, y en los territorios europeos ocupados por el ejército hitleriano. Allí el “mal” se convertía en “banal”, es decir, en cotidiano. Quien haya “borrado” ese pasado no puede ni quiere entender lo que representan las bandas fascistas y es por eso que no puede emprender nada en su contra. Tal como el entonces presidente de la protección de la constitución Maaßen, declarará simplemente que han ocurrido acontecimientos “desagradables” como los de Chemnitz. Por eso es que a Halle le siguió el de Hanau, y luego de Hanau otros crímenes.

Los científicos de las ciencias sociales que regresaron de sus exilios y pudieron volver a las universidades alemanas le daban una oportunidad a la Segunda República sólo si se conseguía someter a las grandes empresas al control democrático y de esa manera inmunizar contra el autoritarismo y el totalitarismo a la mayoría de la población, sobre todo a la generación joven12. La “guerra fría” entre las potencias occidentales y la Unión Soviética estalinista impidió que esto sucediera.

Usted señala al antisemitismo como un “prejuicio social” pero también como un caso especial de xenofobia. ¿Cómo se relacionan estos términos entre sí y con el “racismo”?

Tanto en la sociología como en el lenguaje cotidiano bajo la idea de “prejuicios sociales” entendemos un conjunto de “estereotipos referidos a grupos”, es decir de “opiniones” sobre naciones, tribus o grupos similares conocidos o ficticios13. También debemos reconocer que en esta situación es como dice el refrán: todos los gatos son pardos, pero sobre todo los predadores son irreconocibles. Lo que importa destacar son esos “prejuicios” destructivos y asesinos. Para contrarrestar la minimización que promueve hablar de “prejuicios” Max Horkheimer llamaba al prejuicio una “llave” que permite “soltar la maldad reprimida”. Con esto aludía al concepto de “Ressentiment” acuñado por Nietzsche14. En las clases sociales humilladas y ofendidas se acumula un tremendo rencor que pide manifestarse. Nietzsche decía que los demagogos “modificaban la dirección de objeto del resentimiento” porque son ellos los que sugieren a los desconcertados, frustrados y postergados quién (y no qué) es culpable de su miseria y contra quién puede calmar sus ánimos.

En la Europa cristianizada las minorías judías, sobre todo, junto a musulmanes y gitanos, tenían costumbres diferentes por las cuales eran distanciados. Después del hundimiento del imperio romano en ellos recayeron el comercio a distancia y las operaciones monetarias. Todavía hoy se les censura ese rol pionero y esta práctica de exclusión se hace vigente en las condiciones actuales frente a extranjeros (migrantes, asilados).

Luego del asesinato de la mayor parte de los judíos europeos, el resentimiento de las generaciones europeas de posguerra se buscó nuevos objetos de odio. Si la judeofobia de los abuelos y bisabuelos era desaprobada, a los hijos y nietos les quedaba la xenofobia como válvula de escape moral más general y menos comprometida.

Usted escribe que la función del movimiento fascista era asegurar la continuidad de la economía capitalista a través de la movilización de las capas medias precarizadas por el “progreso”. ¿Eso sigue teniendo vigencia hoy? y ¿hoy en día no hay sectores del capital que se distancian de la derecha?

Durante la República de Weimar “sectores del capital” también guardaron distancia del partido nacionalsocialista alemán, pero otros sectores financiaron al grupo hitleriano. Cuando a consecuencia de la gran crisis de 1929 el parlamento quedó incapacitado se impuso la “tendencia hacia un estado fuerte”, primero bajo la figura de un gabinete presidencial (Brüning, Papen, Schleicher), luego en la figura de Hitler a quien los partidos burgueses nombraron dictador de emergencia pues lo creían capaz de destruir a las organizaciones obreras y de organizar una economía de guerra redituable (para revisar la “deshonra del tratado de Versalles”)15.

 

¿Teme que la derecha saque provecho de la crisis que presenta la pandemia del coronavirus? ¿Y tiene la esperanza de que la mayoría de los ciudadanos no caigan en la trampa que les promete una Alemania sólo para bio-alemanes?

Actualmente vemos que, como en los años treinta, cada vez más regímenes parlamentarios y pseudo parlamentarios se vuelven autoritarios. Esta tendencia también aflora en el caso excepcional de la lucha contra la epidemia del coronavirus. En todas partes llegó la hora de los ejecutivos. Pequeños equipos formados por políticos de los grandes partidos deciden (sin control parlamentario, con mayor o menor conocimiento especializado) sobre la duración del estado de excepción declarado por ellos, sobre restricciones a los derechos fundamentales de la vida pública e incluso sobre la regulación de la economía (tanto su cierre como su reactivación). La oposición, tanto parlamentaria como extraparlamentaria no tienen ningún rol. De esta manera los grupos y partidos neofascistas no tendrán provecho en lo inmediato, pero están a la espera de su hora.

Pero para la mayoría “silenciosa”, a la que apuesta tanto ayer como hoy la minoría antifascista, el régimen de guerra es sumamente instructivo. Se da cuenta de todo lo que “los mercados” no llevaron a cabo (como un sistema de salud que pudiera dar una respuesta a la crisis) y ven con asombro todo lo que es posible realizar en poco tiempo en cuanto a alternativas que fueron tabú durante décadas: la desprivatización de empresas en emergencia mediante la siempre postergada estatización y la confiscación o producción planificada de productos faltantes. También fue impresionante el súbito cambio desde una política de ahorro “sin alternativa” a una amplia oferta de créditos. Algunos hasta sueñan con la inminencia de la desaparición de la competencia y el empobrecimiento luego de la crisis que trajo el coronavirus, tanto a nivel nacional como internacional. Todo esto demuestra que las pandemias de nuestro tiempo son catástrofes sociales camufladas de catástrofes naturales. El fracaso de la economía de mercado y financiera ha llevado a que millones de personas lo pagan con enfermedad y falta de trabajo, decenas de miles con sus vidas, y las próximas generaciones deberán luchar con la cancelación de deudas monstruosas. Mientras que hasta ayer todavía era válido que cada uno se sostuviera como sociedad anónima personal en la lucha por la supervivencia, repentinamente se llama a la solidaridad. Se conjura un espíritu de comunidad colectiva ilusorio que es celebrado y aplaudido, mediante el cual se soslaya que la posición dentro de la pirámide de ingresos es la que decide sobre la vida y la muerte. Otra vez se pregona que estamos todos en el mismo barco, sólo que para algunos es simplemente un gomón y para otros un yate de altura y los salvavidas escasean… Esta es la “normalidad” en el estado de excepción.

Traducción Ilse Behrmann

Corrección técnica: Enrique Carpintero

*prof.helmut.dahmer@gmail.com

1 El Atentado de Halle se produjo el 9 de octubre de 2019 cuando se celebraba el día de Yom Kipur en la sinagoga de la ciudad un atacante solitario intento entrar al recinto. El resultado fueron dos personas muertas y numerosos heridos (N. del T.)

2 Dahmer, H. (2020): Antisemitismus, Xenophobie und pathisches Vergessen (Antisemitismo, xenofobia y olvido pático). Warum nach Halle vor Halle ist. Münster (Westfälisches Dampfboot).

3 La sinagoga, ubicada en medio del pueblo, había sido incendiada y destruida en la “noche del progrom del Reich”, en noviembre de 1938. En los primeros años de posguerra se erigió una lápida recordatoria que en los tempranos años 50 fue removida para la construcción de un hospital.

4 Horst Seehofer es el actual ministro del interior de Alemania, desde 2018. Es miembro del Partido Social Cristiano (N. del T.)

5 Vgl. dazu Seehofer, Horst L. (2018): “Warum Heimatverlust die Menschen so umtreibt.” Gastbeitrag in der Frankfurter Allgemeinen Zeitung vom 29. 4. 2018.

Comparar con Seehofer, Horst (2018) “Porqué la pérdida de la patria genera incertidumbre en las personas”.

6 Vgl. dazu Lübbe, Hermann (1983): “Es ist nichts vergessen, aber einiges ausgeheilt. Der Nationalsozialismus im Bewusstsein der deutschen Gegenwart.” F.A.Z., 24. 1. 1983, S. 9.

Comparar con Lübbe, Hermann (1983) “No hay nada olvidado, pero algunas cosas fueron sanadas. El nacionalsocialismo en la conciencia del presente alemán”.

7 El Volkssturm alemán era una formación militar alemana en la fase final de la Segunda Guerra Mundial. Fue formado después de un llamado propagandístico a los “hombres armables de 16 a 60 años”, que fue lanzado por el NSDAP, con el fin de defender la “tierra natal” del Reich alemán hasta una futura paz de Alemania y sus aliados garantizado. El propósito de la apelación era reforzar las fuerzas de la Wehrmacht. La formación del Volkssturm alemán se dio a conocer el 18 de octubre de 1944, el 131 aniversario de la Liga Popular de Leipzig, y se anunció oficialmente dos días después. De esta manera, el primer Volkssturmverbände, podría ser propagandeado a partir de que se había establecido en un decreto de liderazgo del 25 de septiembre de 1944 (N. del T.)

8 Björn Höcke es un político alemán dirigente del partido neonazi Alternativa para Alemania (N. del T.)

9 Walter Lübke, presidente del distrito de Kassel, fue asesinado en junio de 2019 por una banda neonazi llamada Célula Clandestina Nacionalsocialista (NSU) con estrechos vínculos con el Estado alemán (N. del T.).

10 Erzberger y Rathenaus eran dos políticos de la república de Weimar asesinados por los nazis. En esa época se les construyó un monumento conmemorativo que en 1933 fue destruido por Hitler. Se denomina República de Weimar al período democrático que comienza luego de la primera Guerra mundial. Fue una época de grandes lucha sociales y políticas y un momento de gran creatividad en las artes que duró entre 1918 y 1933. El ascenso de Adolf Hitler y el partido Nacionalsocialista luego del incendio provocado del Reichstag (parlamento) significó el final de la República de Weimar (N. del T.).

11 En los años noventa los neonazis de la NSU cometieron una serie de atentados que llevaron a asesinar a 147 personas (N. del T.)

12 El 17 de septiembre de 1948 Max Horkheimer, a poco de su regreso a California de una visita a Alemania, escribían a su colega Franz Neumann: “El sentimiento contradictorio con el cual se regresa de Alemania debe ser conocido para usted. La gran mayoría de los alemanes parecen ser más cerrados y malvados incluso más que durante el Tercer Reich a pesar de una aparente accesibilidad exterior. Esto nos lleva a una relación aún más profunda hacia aquellos que oponen resistencia. El deseo de oponer resistencia al endurecimiento fascista junto a ellos es fuerte, pese a que la perspectiva de éxito es escasa. La tentación de tomar parte de la lucha es grande.” Horkheimer (1996): Gesammelte Schriften, Band 17; Frankfurt (Fischer), Brief Nr. 821, S. 1027. - Vgl. auch die von Raffaele Laudani herausgegebene Dokumentation: F. Neumann, H. Marcuse, O. Kirchheimer (2013): Im Kampf gegen Nazideutschland.

Berichte für den amerikanischen Geheimdienst 1943-1949. [Secret Reports on Nazi Germany. The Frankfurt School Contribution to the War Effort.] Frankfurt (Campus Verlag) 2016.

13 “racismo” es xenophobia biologizada.

14 Ressentiment es un concepto que utiliza Nietzsche para definir una clase espacial de resentimiento del oprimido. Es la imaginaria venganza a que se entregan quienes son incapaces de reaccionar contra la opresión mediante la acción directa (N. del T.).

15 Al final de la Primera Guerra Mundial se firmó en Versalles un tratado de paz. De las muchas disposiciones del tratado las más controvertidos fueron que Alemania y sus aliados tenían que aceptar su responsabilidad moral y material por haber causado la guerra. Además, deberían desarmarse y realizar importantes concesiones territoriales a los vencedores y pagar enormes indemnizaciones. El sentimiento nacionalista que provocó en el pueblo alemán y la tremenda crisis económica fue aprovechado por los nazis para llegar al poder.

La viralidad de la risa

David Le Breton (Francia)*

Es necesario reconocer que nosotros estamos muy disminuidos

por causa de los jaguares. En casa, en la calle Blomet,

hay jaguares en todos los rincones. No parece,

porque rara vez los vemos pues es precisamente

su forma de estar allí e infiltrarse. Créame,

a la mañana los encuentra hasta en la manteca

Julio Cortázar, La vuelta al día en ochenta mundos

En este contexto de confinamiento y de temor en relación al coronavirus, con una hermosa insolencia, el humor abunda en las redes sociales o incluso en la vida social ordinaria. Se intercambian bromas, las frases ingeniosas tienen gran éxito, se filma a la familia en situaciones hilarantes. Por las redes sociales o entre amigos se mandan videos humorísticos, historias divertidas traen a escena el virus o las restricciones del aislamiento, los conflictos que nacen de la promiscuidad o de la imposibilidad de tener un lugar para uno. En este momento singular donde están suspendidas la mayor parte de las actividades sociales, prohibidas las relaciones familiares o de vecindad, e incluso los desplazamientos propios de los paseos, la risa es aquello de lo que no se puede ser despojado. Es una réplica mordaz y alegre a la virulencia de la situación. Es un escape fuera de la angustia, un rechazo a ver que nuestra conducta esté dictada por circunstancias externas. Tomar del confinamiento y de las amenazas del coronavirus la parte de la risa es afirmarse en la vida. Es un “déjame reír” opuesto a la gravedad de las circunstancias. El sentido del humor manifiesta una negativa a ponerse en víctima, opone resistencia a la situación. Recuerda la solidaridad, la connivencia que une al grupo contra la adversidad o la fuerza interior de un individuo que no se deja abatir. Mantiene las cosas a raya. Rechaza cualquier resignación y sostiene una actitud de desafío. Por un instante se libera el cerrojo y nos aflojamos para recuperar el aliento. Lo que era doloroso finalmente se vuelve una fuente de placer. En todo caso es un consuelo.

La risa autoriza una toma de control simbólica sobre el evento. Quiebra la propensión del coronavirus para imponer su punto de vista, se burla de eso, aunque no cambie necesariamente el curso de los hechos, por lo menos modifica la mirada. Cambia la significación para volverlo tolerable. Enseña a mantenerlo a raya. Sobre todo, restituye la iniciativa al individuo. Protege a quienes no tienen otros recursos. De este modo redefine la relación con la situación. Recuerda la posibilidad de otro mundo. Ya no es el virus el que dicta cómo comportarse en la vida cotidiana, nos burlamos de su gravedad para desactivar su arrogancia. El humor es una parodia contra la violencia inherente a la situación, una herramienta para recuperar el lugar en el lazo social. Reír juntos restaura una complicidad que rompe por un instante el aislamiento al que estamos asignados. Recuerda la solidaridad en común frente a las amenazas y a los inconvenientes del confinamiento. Afirma simultáneamente la alegría de estar todavía vivos. Burlarse de circunstancias, que en principio se perciben como difíciles o peligrosas, contribuye a no tomarlas tan en serio, a no dejarse atrapar por su apariencia. Freud lo dijo a su manera: “Mira, aquí está entonces el mundo que se ve tan peligroso. Un juego de niños, así que lo mejor es bromear”1. Se trata de ponerse a pensar, de abrir capas inesperadas de significaciones para no ver el evento desde un solo ángulo. Es una templanza frente a las puntas demasiado erizadas de lo real, muestra el asombro porque las cosas sean de esta manera y no de otra y por lo tanto no se engaña sobre su pretensión de querer imponer su punto de vista.

 

Por supuesto, en este momento el humor encarna una leve cortesía de la desesperanza, una elegancia ante los golpes del azar. Se brinda como un antídoto frente a la muerte o la angustia. El humor, como una cortesía de la desesperación y la preservación, es el arma de los pobres cuya energía entera se destina a la invención de rasgos humorísticos, no para reír, sino para no ser destruidos, es “la armada blanca de los hombres desarmados”2. La risa es una transmutación alquímica de la fragilidad o del horror vigente, lo libera del sentido y vuelve a la situación menos opaca. El júbilo se sostiene, según Freud, “en el triunfo del narcisismo, en la invulnerabilidad del yo que se afirma victoriosamente”3. Cuando el yo integra en su orden de significación un posible inconveniente, erosiona las puntas aceradas y lo convierte en victoria. El humor es un remedio contra la resignación, un último desafío, una manera de mantener la frente alta. Penetra en la angustia para desactivar su virulencia, la despoja de los aspectos mortíferos. Se esfuerza en mantener la dignidad personal cuando las condiciones sociales pretenden burlarse de ella. La autocrítica es el arma de los desposeídos que no tienen otros medios simbólicos de hacerse escuchar. El sentido del humor es entonces una parodia de la adversidad, una negativa a hundirse en la tristeza o la lamentación, transforma la amargura en placer, y nos reímos de él para mantenerlo a distancia. El individuo no se deja alcanzar por las puntas venenosas. Se ríe de sí mismo para testimoniar que apenas lo toma en serio y que todavía no está abatido por las circunstancias. Las explosiones de risa son explosiones de vida. Lejos de estar marcada por un intento de desestabilización, la risa hace un desvío hacia una ocasión de autoafirmación.

Conocemos esas formas del humor propias de ciertas categorías profesionales: el humor de los estudiantes de medicina, el de los que trabajan en las morgues, etc. Envuelven y desactivan los temores inherentes a una profesión o en este caso, a una situación generalizada. Para los cuidadores que en este momento reciben incontables pacientes en los servicios de urgencia, un stock de chistes prefabricados o captados en vivo, disipa las tensiones, aleja la confusión o lo intolerable. Las historias mórbidas con connotación humorística vienen a desarmar el filo de las situaciones apelando a la banalidad de la crueldad o del horror para quienes están confrontados cotidianamente a ellos. El humor es un arma para aguantar el golpe y purificar los eventos macabros u horribles de su potencial poder espantoso burlándose y así obligar al diablo a volver a su botella. Es una goma que borra la dureza de las circunstancias y alberga un segundo aliento. Protege contra el desconcierto y el temor, última elegancia del sentido para no ceder a la gravedad del evento y mantener la conciencia despierta. Contraría lo trágico de la existencia.

En el contexto del confinamiento, para muchas familias o parejas con dificultades para soportarse a lo largo del día, la risa o los toques de humor son técnicas para reubicarse frente a una situación difícil. Esas salidas incluso desactivan las peores situaciones. La risa es un disolvente de la agresividad, rompe la gravedad aparente de la situación pretendiendo que no hay que tomársela en serio. Da un momento de distancia crítica. La risa se opone a la violencia como una forma inesperada de desarmar al adversario poniendo las risas de su lado. También es una forma de protección, un intento de salvar la piel o de escapar al desprecio. Ritualiza los anudamientos de la relación social. Relaja la atmósfera, generando un clima tranquilo, quien lanza una palabra ingeniosa o una réplica chistosa en un contexto conflictivo o amenazante disuelve la gravedad del momento e induce así la marcha atrás para poder retomar la discusión de una forma más calmada. El humor erige un escudo de significado contra el cual choca la virulencia de los eventos o las rispideces de una relación. Se trata de “quedar bien parado” y salir de la cuestión cambiando de personaje, devolviendo así de rebote la violencia contra el agresor que pierde un poco de su soberbia. Crea las condiciones de un pacto de no agresión. La risa o los toques de humor son técnicas para reencuadrarse frente a una situación difícil. Hacer reír a los demás con uno o de uno se vuelve un principio para morigerar o neutralizar su agresividad. Es difícil atacar a un chistoso o a alguien que ríe y se rehúsa a participar del contexto social de la agresividad, que no juega el juego y parece vivir en otro mundo social. Esta risa que desarma ablanda la situación y a veces lleva al otro a reírse a su vez. Lejos de ser un signo de debilidad, transmite una fuerza interior, una igualdad de espíritu frente a la adversidad y la conciencia aguda de la relatividad de las cosas.

Este humor ocasional específico del coronavirus rara vez es carcajada, en ese sentido está más cerca de la sonrisa. La línea humorística revela una característica inesperada de la realidad por medio de un desvío, dice las cosas guiñando un ojo, con un tenue velo porque no podría traducirlas de otra manera. Toma al mundo en diagonal y revela las disposiciones ocultas o las posibilidades futuras. Nada en ese momento es tan grave como para que, a pesar de todo, la risa pueda desarmar el filo de la cuestión. Ejercicio de lucidez, desmantela el orden significante del mundo, levanta la máscara y afirma que las cosas no son tan serias como parecen.

El humor es un ejercicio de atención, una intención de poner en duda la crisis sanitaria y los peligros que no son exactamente lo que pretenden ser. Devela lo no dicho, la formulación improbable de una verdad o de un juicio bajo una máscara más, de manera reconocible. La risa aporta una palabra que de otro modo sería imposible. Si bien el estallido de las risas no mata el coronavirus, contribuye a su manera a aligerar el fardo. Restablece siempre una forma elemental de contacto, es aglutinante. Recuerda que no estamos ni solos ni desprovistos frente a los peligros ambientales. Aun siendo frágil, restaura el vínculo social amenazado. Da testimonio de la lucidez de ser uno mismo y de no poder tomarse completamente en serio.

Traducción: Carlos Trosman

* Profesor de Sociología de la Universidad de Estrasburgo. Miembro del Instituto Universitario de Francia. Autor de Rire. Une anthropologie du rieur (Métailié). En español, entre otros: Desaparecer de Sí. Una tentación contemporánea (Siruela); El cuerpo herido. Identidades estalladas contemporáneas (Topía). Conductas de riesgo. De los juegos de la muerte a los juegos de vivir (Topía). Rostros. Ensayo de antropología (Letra Viva). El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos (Nueva Visión). La piel y la marca. Acerca de las autolesiones (Topía).

1 Freud, S., El humor (1927), en Obras Completas, Biblioteca Nueva, 1984.

2 Gary R., Le sens de ma vie, Paris, Folio, 2016.

3 Freud, S., op. cit

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