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Esta idea, al convertirse en hegemónica en los círculos de poder mundiales, permitió la puesta en marcha a nivel internacional de diferentes programas económicos que tenían como fin buscar la manera de que las naciones subdesarrolladas transitaran al desarrollo,45 pues este se había convertido “en una certeza en el imaginario social”.46 Había que adoptar los valores y actitudes propios de una racionalidad económica moderna que permitiera la productividad, el ahorro y la inversión.47 Lo anterior se evidenció en la prensa católica, pues en El Campesino, como veremos más adelante, se llamaba la atención en aumentar la producción y educar a la población para lograr el tan anhelado desarrollo. De forma similar se expresaron la Revista Javeriana y El Catolicismo. Este último tuvo como eslogan, entre 1966 y 1970, la frase “Un semanario moderno para una Colombia en desarrollo”.
Esta idea de desarrollo contó con detractores que buscaron explicar las razones por las cuales no era posible llevar a cabo el transito tal como lo explicaban sus exponentes. La teoría de la dependencia, desarrollada en contra del eurocentrismo del desarrollismo, argumentaba que el subdesarrollo era parte inherente a la expansión de los países industrializados, que tal subdesarrollo no era una fase previa o primera condición para alcanzar el desarrollo y que existe una dependencia que imposibilita la transformación de las economías periféricas.48 Por tanto, las relaciones entre los países industrializados con los periféricos eran asimétricas, dejando en desventaja a los segundos.49
No me interesa, sin embargo, ahondar en las teorías que refutaron las ideas desarrollistas del periodo. En cambio, hay que anotar que la respuesta que dio la prensa frente a la frustración del poco avance a nivel económico y social no tuvo en cuenta las críticas al desarrollismo, más bien, en las representaciones expuestas en la prensa católica surgió la idea de una espiritualidad del subdesarrollo, en la que señalaba la falta de voluntad de la población trabajadora colombiana para que, bajo su propio esfuerzo, se superara, pues no adoptaba las actitudes necesarias para ello. Se puso en hombros de la población el fracaso, bajo argumentos como la pereza, el excesivo descanso y la falta de iniciativa o emprendimiento.50 La lógica desarrollista impulsada en el periodo permitió la conformación de estas representaciones sobre los trabajadores y el ocio. En términos gramscianos, la batalla cultural desde las clases hegemónicas tuvo éxito en promover la idea de la infalibilidad a nivel teórico del desarrollo; los que fallaron, bajo esta idea, fueron los propios trabajadores.
Los aportes de Teun van Dijk, con el análisis crítico del discurso (ACD), fueron útiles para los aspectos metodológicos que guiaron esta investigación. Esta herramienta propone observar el modo en que el abuso de poder, la desigualdad o el dominio son practicados y promovidos en los discursos, así provengan del Estado, los medios de comunicación, la escuela, la universidad o las instituciones religiosas. Para el ACD, el discurso está relacionado con el poder, pues permite que mediante su uso se promuevan comportamientos, pensamientos y se legitime la conservación de órdenes sociales, jerarquías y la hegemonía de grupos particulares. Aunque el discurso puede dirigirse por parte de grupos subalternos, son los grupos hegemónicos quienes tienen acceso a los lugares más influyentes para su realización.51
Vale señalar que la prensa contiene textos y contenidos que son de diferentes características. Hay noticias informativas, columnas de opinión, crónicas, extractos literarios, caricaturas políticas, tiras cómicas, publicidad, fotografías, entre otros. Al hablar de discurso periodístico nos centramos, en su mayoría, pero no únicamente, en la noticia y la columna. La primera de ellas es aquella definida como un informe periodístico que ofrece nuevas informaciones sobre sucesos recientes. La segunda es donde se expresan opiniones sobre determinado tema o suceso, por parte de los directores del periódico o invitados, aunque las noticias pueden también incluir opiniones. Así mismo, los demás contenidos de la prensa son susceptibles de ser analizados y fueron tenidos en cuenta, como, por ejemplo, relatos literarios o informes de estilo académico.
El análisis de la prensa se hizo teniendo en cuenta dos aspectos claves: primero, el contexto del emisor para determinar los intereses y las diferentes voces dentro del discurso; y, segundo, el interés pragmático, es decir, lo que buscaba lograr en términos concretos la prensa.52
El uso de determinadas palabras combinadas con otras y la relevancia de unos hechos sobre otros en la prensa son asuntos cruciales. Esto permitió acercarse, como lo señala Van Dijk, a “las suposiciones tácitas y las creencias del hablante escritor”.53 Se tiene en cuenta el uso de adjetivos sobre determinados sujetos, el uso de comillas para distanciarse de la voz de algún personaje, así como el uso de metáforas. Sobre la materia dice el pensador neerlandés: “La elección de palabras específicas puede señalar el grado de formalidad, la relación entre los participantes en el habla, la inserción institucional o grupal del discurso, y en especial las actitudes y, en consecuencia, las ideologías del hablante”.54
Por último, Van Dijk es vehemente al señalar que, “desde el punto de vista ideológico, la noticia promueve implícitamente las creencias y opiniones dominantes de grupos de la élite en la sociedad”.55 A esto se le agrega que también hubo interés en las omisiones de la prensa, pues temas álgidos del periodo histórico, como ciertas huelgas de trabajadores o asuntos como la teología de la liberación, son casi completamente ignorados por El Campesino y El Catolicismo. Es decir, lo que no se dice también permite entender al medio y a su dirección.56
Vale indicar que las noticias, artículos de opinión, crónicas, relatos u otros textos utilizados como fuente principal para esta investigación se seleccionaron con base en la consulta de la totalidad de ediciones de los tres órganos entre junio de 1958 hasta finalizar 1981.
Este libro está compuesto por tres capítulos, titulados, respectivamente, “Trabajo”, “Trabajadores” y “Ocio”. En el primero se reflexiona acerca del trabajo a nivel teórico, posteriormente, se indaga por este mismo concepto en la doctrina social de la Iglesia y, de este modo, se entra de lleno en el análisis de la posición de los órganos de prensa frente a este concepto. El segundo capítulo le ofrece al lector un acercamiento teórico y desde la doctrina social de la Iglesia acerca del concepto de trabajador, y, ya en el análisis de la prensa, se aborda, en un primer lugar, a los trabajadores rurales y, en segundo lugar, a los trabajadores urbanos. El tercer y último capítulo tiene la misma estructura que el primero: se hace un abordaje del concepto del ocio desde lo teórico, desde la doctrina social de la Iglesia y desde la prensa católica.
Para cerrar, es preciso señalar que en todos los capítulos se citaron algunos textos completos de noticias, relatos, columnas de opinión, entre otros, con el fin de que el lector acceda de primera mano a algunos ejemplos de cómo la prensa estaba abordando el trabajo, los trabajadores y el ocio.57 También se ofrecen fotografías, caricaturas y otras imágenes para que el lector entre en contacto con la materialidad.

Este libro no hubiera sido posible sin los importantes aportes de Amada Carolina Pérez y Álvaro Oviedo Hernández, quienes dirigieron esta investigación cuando cursaba el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas en la Pontificia Universidad Javeriana, a ellos mis mayores agradecimientos. Muchas gracias también a Miranda Linda, Gregorio Alonso, Jefferson Jaramillo, Gloria Marciales, Vladimir Núñez y sobre todo al padre Jorge Enrique Salcedo, grandes académicos que aportaron a mi formación y a este trabajo. Agradecimientos especiales a mis colegas y amigos Cristian Acosta Olaya y Sergio Ospina Romero, que se tomaron el trabajo de hacerme valiosos comentarios y sugerencias. A mi madre, Nohra Correa Aristizábal, le agradezco su incondicional apoyo, pues además de haber sido, en su momento, lectora de El Campesino y El Catolicismo, también se tomó el trabajo de leer y comentar el contenido de este libro.
1 Acción Cultural Popular fue un proyecto de industria cultural afiliado a la Iglesia católica colombiana que se implementó en las zonas rurales del país. Su principal modo de acción era la educación por medio de la radio, con la emisora Radio Sutatenza. Este proyecto nació en el contexto de una Iglesia preocupada a nivel mundial por los asuntos sociales, producto del impulso producido por la encíclica Rerum novarum (1891). Para profundizar en este tema, véase Acción Cultural Popular, Acción Cultural Popular: principios y fundamentos teóricos. Guía introductoria al conocimiento de ACPO (Bogotá: Andes, 1978); Hernando Bernal Alarcón, “Radio Sutatenza: un modelo colombiano de industria rural y educativa”, Boletín Cultural y Bibliográfico 46, n.º 82 (2012): 5-42.
2 Acción Cultural Popular-Escuelas Radiofónicas, Boletín de orientación, información para el representante parroquial, n.º 8 (Bogotá: 1956) (s. n.), citado en Sarmiento Moreno y José Rubens Lima Jardilino, “Acción Cultural Popular en los albores: la filosofía del movimiento pedagógico y la educación popular en Colombia”, Eccos Revista Científica 9, n.º 2 (diciembre de 2007): 411.
3 La institución eclesiástica del catolicismo hace referencia a los miembros del clero, es decir, quienes recibieron el sacramento del orden; mientras que cuando se habla de Iglesia católica se incluye a sus fieles, así no sean diáconos, presbíteros u obispos. Sin embargo, para efectos de este libro, cuando utilicemos la denominación Iglesia católica nos referiremos específicamente a la institución eclesiástica, salvo que se exprese lo contrario.
4 Frances Hagopian recopiló diferentes cifras que permiten observar la importancia e influencia de la Iglesia católica en Colombia, en comparación con otros países latinoamericanos. Centrándose en la segunda mitad del siglo XX e inicios del nuevo siglo, muestra que, por ejemplo, el número de sacerdotes en relación con la cantidad de población católica en Colombia ha sido uno de los más altos en todos los años que se referencian. Entre 20 países, en 1950 la proporción de sacerdotes solo fue superada por Ecuador y Chile; en 1984, solamente por Chile y Uruguay; en 1999 y 2001, Colombia subió al segundo lugar, superado solamente por Costa Rica. En cuanto a la relación entre el número de parroquias y feligreses, con datos de 2003, Colombia, entre los mismos 20 países, obtuvo el segundo lugar, pues por cada parroquia se calculan 10 438 feligreses. El primer lugar lo tuvo Ecuador, con 10 098. Véase Frances Hagopian, “Introduction: The new landscape”, en Religious Pluralism, Democracy, and the Catholic Church in Latin America (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 2009), 1-66.
5 Al respecto, Ricardo Arias señala: “El protagonismo de la institución eclesiástica se explica no solo por las pretensiones de sus representantes que, desde muy temprano, han intentado organizar la sociedad colombiana a partir de un orden cristiano, sino también por una serie de circunstancias históricas. Entre ellas cabe resaltar la debilidad permanente del Estado, la cual, de una u otra manera, facilitó y —hasta cierto punto— legitimó las crecientes intervenciones del clero en las actividades más variadas de la sociedad colombiana. En este contexto, el catolicismo adquirió una importancia fundamental en la historia del país”. Ricardo Arias Trujillo, El episcopado colombiano: intransigencia y laicidad (1850-2000) (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2003), 17.
6 Véase Darío Acevedo Carmona, Política y caudillos colombianos en la caricatura editorial, 1920-1950: estudio de los imaginarios políticos partidistas (Medellín: La Carreta, 2009); Carlos Mario Perea Restrepo, Cultura política y violencia en Colombia: porque la sangre es espíritu (Bogotá: La Carreta, 2009).
7 Eduardo Santos fue presidente de la república entre 1938 y 1942; mientras que Laureano Gómez lo fue entre 1950 y 1951. Este último fue elegido para el periodo 1950-1954, pero no lo pudo culminar.
8 Jean-Pierre Bastian se refiere al proceso por el cual nuevas iglesias de la vertiente protestante del cristianismo, sobre todo las pentecostales, comenzaron a ganar creyentes, en detrimento de la Iglesia católica apostólica y romana. Véase Jean-Pierre Bastian, La mutación religiosa de América Latina: para una sociología del cambio social en la modernidad periférica (México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1997). En este proceso de mutación religiosa a nivel latinoamericano, Colombia se destacó por mantener una población católica significativamente alta, a pesar de la pérdida de feligreses. La población pentecostal o evangélica para el año 1993 era la tercera más baja de 20 países latinoamericanos, con un 5,4 %. Uruguay y Ecuador, con 3,8 % y 4,8 %, respectivamente, eran los únicos que lo superaban. Países como Chile y Brasil, para el mismo año, contaban con más de 30 % de practicantes evangélicos y pentecostales. Véase Hagopian, “Introduction: The new landscape”.
9 Dentro de la institución eclesiástica, han sido los miembros de la Compañía de Jesús quienes han hecho los mayores aportes académicos acerca de la historia de la Iglesia católica en Colombia. Véase José David Cortés Guerrero, “Balance bibliográfico sobre la historia de la Iglesia católica en Colombia, 1945-1995”, Historia Crítica 12 (junio de 1996): 17-28.
10 En 1944, la jerarquía eclesiástica creó la Coordinación Nacional de Acción Social Católica, y los jesuitas, responsables de la Revista Javeriana, fueron designados para dirigirla. Se establece allí la gran importancia de estas acciones para la lucha anticomunista. Álvaro Oviedo Hernández, Sindicalismo colombiano: Iglesia e ideario católico 1945-1957 (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar-Corporación Editora Nacional, 2009).
11 El semanario El Campesino fue fundado en 1958, en el seno del proyecto de ACPO, convirtiéndose, después de la radio, en el segundo medio de comunicación más importante del proyecto de Educación Fundamental Integral, que se implementó en diferentes regiones del país, buscando mejorar las condiciones de la población rural por medio de la alfabetización y la capacitación. Como su nombre lo indica, El Campesino fue dirigido principalmente al campesinado, aunque también circuló en las grandes ciudades del país. Este fue el periódico católico más exitoso a nivel de tiraje en la historia de Colombia. Dejó de circular en 1990. Véase Andrés Manosalva-Correa, “Historia del semanario El Campesino: un periódico católico para el campesinado colombiano”, HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local 12, n.º 25 (2020): 54-89, doi: https://doi.org/10.15446/historelo.v12n25.85003; José Arturo Rojas M., “El Campesino ‘un semanario al servicio y en defensa de los campesinos de Colombia’”, Boletín Cultural y Bibliográfico 46, n.º 82 (2012): 129-156.
12 El Catolicismo es uno de los periódicos vigentes más antiguos del país. Fue fundado en el año 1849 por el arzobispo de Bogotá, Manuel José Mosquera, con el subtítulo “Periódico relijioso, filosófico y literario”. Para profundizar en la historia del periódico, véase Antonio Cacua Prada, “150 años : ‘El Catolicismo’ decano de la prensa colombiana”, Boletín de Historia y Antigüedades 87, n.º 1 (2000): 55-64; Elvia María Novoa Martín, “Historia del periódico El Catolicismo en sus primeros 100 años” (tesis de pregrado, Bogotá, Universidad de La Sabana, 1985).
13 La Revista Javeriana tuvo su aparición en febrero de 1933, como órgano de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, institución educativa de la Compañía de Jesús. Su fundador y primer director fue el sacerdote jesuita Félix Restrepo. Al año siguiente fue refundada, dándosele el carácter de “publicación católica de interés general”, con el objeto de fomentar la cultura católica. Hasta el día de hoy la revista se mantiene en circulación.
14 El Frente Nacional fue un acuerdo entre los partidos Liberal y Conservador para dividirse el Ejecutivo durante un periodo que se extendió por 16 años. En primer lugar, la presidencia la ocupó el liberal Alberto Lleras Camargo (1958-1962), seguido del conservador Guillermo León Valencia (1962-1966); posteriormente, tomaría posesión Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) y, por último, estuvo Misael Pastrana Borrero (1970-1974). También las curules del Congreso de la República eran divididas en partes iguales. Para profundizar en este tema, véase Jonathan Hartlyn, La política del régimen de coalición: la experiencia del Frente Nacional en Colombia (Bogotá: CEI, 1993).
15 Vale señalar que en la doctrina social de la Iglesia el asunto del trabajo y los trabajadores se venía tratando desde el siglo XIX, con la encíclica Rerum novarum (1891), del papa León XIII. En el periodo de estudio de esta investigación hay redefiniciones con algunas encíclicas de Juan XXIII y Pablo VI, así como textos surgidos del Concilio Vaticano II, como la Gaudium et spes (1965). Esto se abordará con profundidad en los capítulos 1, 2 y 3.
16 Se cataloga como oficial en esta investigación al sector hegemónico de la Iglesia católica en Colombia, el cual era el más influyente y cercano a las élites políticas y económicas.
17 Antonio Gramsci (1891-1937) fue un filósofo y político italiano marxista que escribió sobre teoría política, social y cultural. Su producción más importante está contenida en los llamados Cuadernos de la cárcel, los cuales fueron escritos mientras estuvo preso, entre 1927 y 1937. Véase Antonio Gramsci, “Cronología de la vida de Antonio Gramsci”, en Cuadernos de la cárcel, 2.ª ed., vol. 1, 6 vols. (México, D. F.: Era-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999), 37-67.
18 Para el análisis de cómo la prensa o una institución como la Iglesia católica influyen en la población también serían muy ricos los aportes de la constitución de sujetos desde la perspectiva de Michel Foucault. Sin embargo, el enfoque de esta investigación sugiere que la Iglesia y la prensa tienen un rol de clase social, concepto que, para el pensador francés, había entrado en desuso. Véase Michel Foucault, “Préface”, en Anti-Oedipus: Capitalism and schizophrenia, de Gilles Deleuze y Félix Guattari (Londres: Continuum, 2004).
19 Antonio Gramsci, “Cuaderno 13 (XXX) 1932-1934: notas breves sobre la política de Maquiavelo”, en Cuadernos de la cárcel, 2.ª ed., vol. 5, 6 vols. (México, D. F.: Era-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999), 11-92.
20 Gramsci, 42.
21 Según José Arturo Rojas, El Campesino contaba con corresponsales en 19 ciudades y 722 poblaciones, y una de sus secciones, Variedades, era elaborada en un 80 % con contenido enviado por campesinos. Rojas M., “El Campesino ‘un semanario al servicio y en defensa de los campesinos de Colombia’”.
22 Antonio Gramsci, “Cuaderno 10 (XXXIII): la filosofía de Benedetto Croce”, en Cuadernos de la cárcel, 2.ª ed., vol. 4, 6 vols. (México, D. F.: Era-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1986), 111-234.
23 Denis de Moraes, “Hegemonía cultural y comunicación en el imaginario social contemporáneo”, Espéculo. Revista de Estudios Literarios, n.º 35 (2007), http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero35/hegecult.html
24 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la democracia (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010).
25 Solo para dar un ejemplo, esto es evidente sobre todo en el periodo de estudio de este libro con los miembros de la institución que se adscribieron a la teología de la liberación.
26 Siguiendo a Antonio Gramsci, se considera la dialéctica como una constante relación de ida y vuelta entre lo que se ha denominado base y superestructura, lejos de determinismos economicistas.
27 Antonio Gramsci, “Cuaderno 12 (XXIX) 1932: apuntes y notas dispersas para un grupo de ensayos sobre la historia de los intelectuales”, en Cuadernos de la cárcel, vol. 4 (México, D. F.: Era-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1986), 353.
28 Se podría pensar que la labor de los intelectuales es una labor para el consenso, la persuasión y la legitimación, mas no para la coerción, sin embargo, dentro de instituciones que se pueden catalogar como represivas (ej.: la Policía) también hay una constante elaboración intelectual, pues la coerción también requiere un cómo, un método.
29 Gramsci, “Cuaderno 12 (XXIX) 1932: apuntes y notas dispersas para un grupo de ensayos sobre la historia de los intelectuales”.
30 Publicado originalmente en 1895.
31 Émile Durkheim, Las reglas del método sociológico (Madrid: Biblioteca Nueva, 2005), 124.
32 Serge Moscovici, Social representations: Exploration in social psychology (Nueva York: New York University Press, 2001).
33 Ibíd.
34 Sandra Araya Umaña, Las representaciones sociales: ejes teóricos para su discusión (San José: Flacso, 2002).
35 Wolfang Wagner, Nicky Hayes y Fátima Flores Palacios, El discurso de lo cotidiano y el sentido común: la teoría de las representaciones sociales (México: Anthropos, 2011).
36 Ibíd., 69.
37 Ibíd., 71.
38 Citado en ibíd., 73.
39 Vale hacer la salvedad de que también se desarrollaron los conceptos de trabajo, trabajadores y ocio, pero estos se presentan en los capítulos 1, 2 y 3, respectivamente, con el objetivo de que el lector tenga la referencia cercana de estos conceptos en el momento de abordar los capítulos.
40 Arturo Escobar, La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del desarrollo (Bogotá: Norma, 1996), 19.
41 En un documento elaborado por la ONU y pionero en la materia participaron Alberto Baltra, D. R. Gadgil, George Hakim, Arthur Lewis y Theodore W. Schultz. Véase United Nations, Measures for the Economic Development of Underdeveloped Countries (Nueva York: United Nations Publications, 1951).
42 Escobar, La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del desarrollo, 20.
43 Arturo Escobar, “La invención del desarrollo en Colombia”, Lecturas de Economía 20 (agosto de 1986): 21.
44 Theotônio dos Santos, Teoría de la dependencia: balance y perspectivas (México: Plaza y Janés, 2002), 8.
45 Para Arturo Escobar, de esto se trató la invención del llamado Tercer Mundo, cosa que tuvo efectos nocivos sobre los países catalogados como subdesarrollados. En vez de un sueño, según él, terminó siendo una pesadilla. Véase Escobar, La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del desarrollo.
46 Ibíd., 22.
47 Véase Dos Santos, Teoría de la dependencia: balance y perspectivas, 7.
48 La teoría de la dependencia tuvo diferentes exponentes, por lo cual no se puede afirmar la existencia de una total cohesión en los postulados. Véase Dos Santos.
49 Véase F. H. Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina (Buenos Aires: Siglo XXI, 1977).
50 En palabras de Arturo Escobar: “La pobreza, explica Procacci, se asociaba […] con rasgos como movilidad, vagancia, independencia, frugalidad, promiscuidad, ignorancia, y la negativa a aceptar los deberes sociales, a trabajar y a someterse a la lógica de la expansión de las ‘necesidades’”. Escobar, La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del desarrollo, 54.
51 El ACD no se interesa por estar en la vanguardia de las novedades académico-científicas, sino por poder ofrecer conocimiento para enfrentar problemas sociales y políticos. Esto requiere una mirada que no se detenga en una sola disciplina, sino que se aboga por una cooperación multidisciplinar o transdisciplinar, pues el lenguaje y los discursos contienen dimensiones cognitivas, emocionales, económicas, políticas, entre otras, que se deben tener en cuenta en los fenómenos sociales. Véase Teun A. Van Dijk, “El análisis crítico del discurso”, Anthropos 186 (octubre de 1999): 23-36.
52 Vale hacer la salvedad de que no se observaron, no por falta de importancia, los receptores y los resultados de la emisión. Esto, en primer lugar, debido a que escapa a los objetivos del libro, los cuales se centran en el discurso de la prensa, y, en segundo lugar, por razones prácticas: los archivos de correspondencia entre lectores y los órganos de prensa no están disponibles para consulta, en el caso de El Catolicismo y la Revista Javeriana, y, en el caso de El Campesino, se encuentran mezclados con la correspondencia de todo el proyecto de ACPO (más de un millón de cartas), por lo cual su consulta fue descartada debido a la magnitud de la información.
53 Teun A. van Dijk, La noticia como discurso: comprensión, estructura y producción de la información (Barcelona: Paidós Ibérica, 1990), 99.
54 Ibíd., 122.
55 Ibíd., 124.
56 En algunas investigaciones que utilizan el ACD suele hacerse conteo de palabras. En esta investigación se tuvo en cuenta la reiteración de temas, pero no se hace conteo de palabras, pues se considera que no es de suma importancia para el análisis.
57 Esto inspirado en la obra Gente muy rebelde, de Renán Vega Cantor, el cual ofrece a los lectores transcripciones de fuentes primarias, como fragmentos de prensa o informes que permiten recrear mejor el periodo histórico y las posturas de los involucrados. Véase Renán Vega Cantor, Gente muy rebelde, 4 vols. (Bogotá: Pensamiento Crítico, 2002).
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