Grandes Éxitos

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Grandes Éxitos
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GRANDES ÉXITOS
COLECCIÓN DE HISTORIAS CORTAS
Por
T. M. Bilderback
Traducido Por
Elizabeth Garay
BREVES HISTORIAS DE SEGURIDAD DE JUSTICIA
Alguien salvó mi vida esta noche Copyright 2010
Sábado en el parque Copyright 2013
Parque MacArthur Copyright 2013
El pequeño tamborilero Copyright 2013
CUENTOS DEL CONDADO DE SARDIS
No vengas más por aquí Copyright 2013
HISTORIAS
Los restos del Edmund Fitzgerald Copyright 2013
Oro Copyright 2013
Chica ardiente en la ciudad Copyright 2013
El león duerme esta noche Copyright 2014
Esta colección copyright 2014 por T. M. Bilderback
Todas las historias publicadas previamente
Todas las historias son de ficción
Diseño de portada del libro electrónico por Christi L. Bilderback
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser copiada o reimpresa sin el permiso expreso del autor

ALGUIEN SALVÓ MI VIDA ESTA NOCHE
UNA BREVE HISTORIA DE SEGURIDAD DE JUSTICIA

Gus Brazzle se sentía muy elegante con su uniforme. Su placa relucía a la luz del sol de la mañana que brillaba a través de la ventana del dormitorio. No se encontraba ni una pizca de pelusa en los pantalones nada arrugados, ni en la camisa ligeramente almidonada y sobre planchada. El botón del cuello de la camisa de Gus estaba abierto, y sus zapatos estaban tan pulidos que podía ver su reflejo en ellos.

Tomó su porra y la añadió a la presilla especial de su cinturón.  Su radio y la cuerda de salvamento, también estaban enganchados en el mismo lugar.  La funda que sostenía su pistola semiautomática Glock se quedó en su cómoda.  Su misión no requería que fuera armado.

La brillante placa en la parte superior decía: "Seguridad de Justicia".  Debajo de eso, en letras más pequeñas, aparecían las palabras, "División de Seguridad Uniformada".  Y, debajo de esa frase, estaba "Brazzle – 759".

Gus trabajaba para la División de Seguridad Uniformada de la Seguridad de Justicia.  El jefe de la división uniformada, o el jefe de Gus, era Tony Armstrong.  Tony atendía el escritorio principal de la Seguridad de Justicia, y vigilaba las idas y venidas de la compañía… pero, también supervisaba a los "gruñones", como los llamaba el personal de seguridad vestido de civil.  Los socios responsables de formar y mantener la compañía de seguridad también dividían las responsabilidades de varias divisiones.  La socia que finalmente se encargaba de los "gruñones" era Misty Wilhite, socia fundadora de la empresa, y novia durante mucho tiempo de Joey Justice, por quien la empresa había tomado el nombre.

A Gus le gustaba mucho Misty.

Gus nunca se había casado.  La mujer adecuada nunca se había cruzado en su camino.  Como resultado, no tenía hijos… que él supiera, por supuesto.  Rió para sí mismo por ese chiste tan viejo.  Pero, Misty era como la hija que nunca tuvo… y estaba bastante decidido a no darle nunca una razón para estar menos que orgullosa de él, como persona y como empleado.

La asignación actual de Gus era la seguridad en una tienda de libros, películas y música usados.  Misty iba a aparecer en la tienda para observar e inspeccionar a Gus, y hablar con los clientes.  A Gus no le preocupaba nada de eso, ya que los clientes sólo tendrían cosas buenas que decir.

Gus se había retirado del ejército a los cuarenta años, después de haber cumplido sus veinte años de servicio.  Había sido sargento mayor durante los últimos cinco años.  Su pensión militar era más que suficiente para vivir, pero Gus se sentía perdido pasando sus días sin hacer nada.  Había intentado trabajar en seguridad para otras empresas, antes de llegar a Seguridad de Justicia.  Había sido muy feliz con ellos, y había estado en su compañía durante unos años.  Ahora, a los sesenta y siete años, estaba considerando retirarse, en definitiva.

Otra mirada rápida al espejo, y se daría su propia aprobación.  Hizo un rápido saludo hacia sí mismo, colocó el sobre con su testamento a la vista en el tocador, apoyado en el espejo.  Era un viejo hábito, y probablemente nunca sería necesario… pero ayudaba estar preparado.  Dejó su dormitorio y su casa, y subió a su coche para dirigirse a la librería.

Mientras conducía por las calles de la ciudad, recordó otro motivo para disfrutar del día.  Era martes… y eso significaba que podía pasar tiempo con Nicole.

Si Misty Wilhite era la hija que Gus nunca había tenido, Nicole era la nieta que nunca había tenido.  Nicole tenía cinco años y era la hija de una de las empleadas de la librería.  La empleada, Teresa Ambrose, era madre soltera y estudiante universitaria.  Tenía becas y préstamos estudiantiles para apoyar su educación, junto con la manutención infantil.  No era suficiente.  Teresa trabajaba a tiempo parcial en la librería los martes y jueves para ayudar a llegar a fin de mes.  No podía pagar la guardería, así que llevaba a Nicole al trabajo.

Nicole era una niña muy bien educada, y era muy querida por todos en la librería.  Sin embargo, había desarrollado un fuerte apego hacia Gus.  Debido a su uniforme marrón, lo había apodado "Oso de Azúcar".

Entre los estantes jugaban a las ‘Escondidas’, y Nicole se reía cada vez que Gus la encontraba. Desde su puesto principal al lado de la puerta de salida, a menudo Gus le leía durante varias horas al día.

En varias ocasiones, Teresa le había pedido a Gus que fuera a cenar, y él había aceptado. También él había invitado a su casa a Teresa y a Nicole. A menudo realizaba la labor de niñero para Teresa, y le había brindado ayuda ocasional para paga su alquiler o su factura de electricidad, si su dinero era particularmente corto ese mes. En los momentos en que había hecho esto, se aseguraba de que Teresa supiera que se había hecho por amor a Nicole y que no había ningún tipo de compromiso entre ellos. Él adoraba absolutamente a la niña.

Iba a ser un gran día.

Brian Curtis se despertó de una pesadilla. Esto no era nada inusual en el mundo de Brian: las pesadillas eran los únicos sueños que recordaba.

Muy despierto y cubierto de sudor, Brian se sentó a un lado de su escuálida cama. Movió la cortina de sábanas baratas a un lado de la ventana, y fijó su vista en el Valle Hooker, también conocido en esta ciudad como la Calle Cuarta. Podía escuchar sirenas acercándose a lo lejos, dirigiendo su camino hacia el último robo… o el último asalto… o la última sobredosis… o el último asesinato. No importaba mucho qué delito aplicara, ya que las sirenas siempre estaban presentes y siempre eran las mismas. Ya nadie les prestaba atención.

La cabeza de Brian no le dolía. Al menos, no le dolía por una resaca. Había pasado algún tiempo por la noche en el Bar McFeely (conocido en la calle como "McFeelme's"), pero solo había tomado un par de cervezas. Se encontraba demasiado enojado para emborracharse. Había llevado algunos libros y DVD perfectamente buenos a la librería de usados, con la esperanza de ganar un poco de dinero para alimentarse. La librería se había negado a comprar ninguno de ellos y le había pedido a Brian que no volviera a la tienda. El viejo guardia de seguridad le había pedido que saliera de la tienda de inmediato y había puesto su mano en la porra atada a su cinturón. Brian había captado la indirecta… pero se había asegurado de expresar sus sentimientos por el maltrato. Los expresó con bastante color y a un volumen extremo.

Sin embargo, su cabeza sí le dolía. Las voces no se callarían esta mañana. Y le decían exactamente qué hacer para vengarse de esa librería.

El turno de Gus en la librería era del mediodía hasta las ocho de la noche. Llegó al estacionamiento exactamente a las once y cincuenta. Marcar su entrada era con una simple llamada de radio a su jefe, Tony Armstrong, quien registraba a Gus como si estuviera en la librería.

"Hola, Gus-gus", dijo Tony, por la radio. "La señito estará en casa aproximadamente a las dos de la tarde. Por favor, hazlo saber a los clientes asiduos. ¿Lo entiendes?".

Gus sonrió. Tony le estaba diciendo que esperara a Misty Wilhite a las dos de la tarde e informara a los clientes de ese hecho. Respondió a la radio. "Entendido, Tony. Tendremos una buena conversación. Cuídate, ahora, y ten un buen día. ¿Entendido?".

"Entendido. Tú haces lo mismo sargento".

Gus volvió a sonreír y volvió a colocar la radio en su cinturón. Luego salió de su automóvil y se dirigió a la librería. Mientras atravesaba la puerta principal, un torpedo de menos de un metro, caía en sus piernas.

"¡Oso de azúcar!", gritó Nicole mientras abrazaba las piernas de Gus.

Gus se agachó y tomó a la niña en sus brazos. "Hola, Nicki-poo". Él le hizo cosquillas debajo de la barbilla. Ella se rió y agachó la cabeza, juntando las manos en su garganta. "¿Has sido una buena chica?".

Nicole asintió mientras decía: "Sí".

Gus la miró a la cara pensativamente. "Hmmm… no lo sé. Creo que veo una pequeña maldad saliendo de tu oreja…". Él se acercó a su oreja, la tocó rápidamente con la punta de su dedo, luego apartó su mano. Gus abrió la mano para mostrar una brillante moneda. "Bien. Supongo que me equivoqué. Era solo una moneda".

 

"¿Me la puedo quedar, Oso de Azúcar?", preguntó Nicole.

"No veo por qué no. Se te salió de la oreja, ¿no?". Él le dio la moneda y la bajó al suelo. "Ahora, ¿qué vas a hacer con eso, pequeña?".

"Ponerlo en mi cerdito con las demás", respondió ella. Se dio la vuelta y corrió detrás del mostrador hacia su madre. "¡Mamá! ¿Guardas está moneda en tu bolsillo? ¡Tenemos que ponerla en mi cerdito más tarde!".

Teresa le sonrió a su hija. "¡Puedes apostarlo, Nickie-chick!". Tomó la moneda y se la guardó en el bolsillo de sus jeans. "Listo. Ahora, no lo olvidemos, ¿de acuerdo?".

"Está bien, mami".

Teresa miró a Gus y sonrió. "Hola, Gus. ¿Qué esta pasando?".

"No mucho, chiquilla", dijo Gus. "Misty vendrá más tarde para hablar con los clientes y asegurarse de que estoy haciendo lo que se supone que debo hacer. ¿Te enteraste del tipo de ayer?".

Teresa sacudió la cabeza. "No, ¿qué pasó?".

Gus sacudió la cabeza. "Realmente pensé por un minuto que iba a tener que usar mi porra contra él. Entró con algunos libros de bolsillo viejos y manchados y un par de películas rayadas. Estaba sucio, Teresa, ¿y el olor? ¡Oh, chico… he olido letrinas en el baño que olían mejor! Todo el tiempo que estuvo aquí, estuvo murmurando para sí mismo y cuando Chapman le dijo que no podía usar lo que el tipo vendía, comenzó a decir palabras sucias, amenazando con lastimarlo si no le daba algo de dinero por las cosas. Chapman le dijo que sus cosas eran basura, y le pidió que saliera de la tienda y que nunca volviera. Había dado un paso al frente, y cuando Chapman le dijo eso al tipo, este comenzó a maldecir con toda la fuerza de sus pulmones, agitando los brazos… guau. Tuve que poner mi mano en su codo y odié hacerlo, pero tenía que sacarlo de la tienda. Había niños aquí, y los estaba asustando". Gus sacudió la cabeza con disgusto. "Apuesto que me lavé las manos durante diez minutos. Muy pocas personas me asustan, pero ese tipo lo hizo".

El tipo en cuestión en ese momento conducía un camión de servicio robado, lleno de herramientas y escaleras. Brian había ‘tomado prestado’ el camión, después de una discusión con el propietario del vehículo. El propietario no había estado de acuerdo con prestarle a Brian ni el camión, ni su contenido, pero renunció a su argumento después de que Brian le mostró una forma nueva y especial de usar una llave de tubo grande. El dueño no discutió cuando Brian tomó prestados los overoles que llevaba puestos. Las manchas de sangre eran diminutas y podían descartarse fácilmente como grasa, pintura u otras manchas legítimas de trabajo. Brian había dejado al dueño dentro de un contenedor de basura, y esperaba que la familia del dueño mostrara al hombre de una manera que evidenciara la nueva forma de la cabeza del propietario, después de la aplicación especial de la llave de tubo.

Brian había llegado a la librería y había estacionado en el callejón de atrás. El edificio tenía solo dos pisos de altura, por lo que Brian tomó los ganchos de la extensión de escalera y la extendió al techo plano del edificio. Supuso que tendría que hacer varios viajes para llevar sus ingredientes hasta el techo, pero que no sería demasiado difícil.

Una de las voces en su cabeza le decía que debía dejar lo que estaba haciendo y correr. Empujó el ala de la gorra de béisbol que llevaba puesta, sofocó la voz y comenzó a subir y cargar.

Gus tomó su puesto. A veces se paraba, y a veces se sentaba en un taburete alto tipo cocina. Cuando Nicole le traía libros para que él se los leyera, él se sentaba en el taburete y la ponía de rodillas.

El negocio estaba tranquilo, lo cual era típico de un martes. En su mayoría, a mitad de la semana, los clientes de la tienda eran estudiantes universitarios y amas de casa, lo que significaba que Gus podía pasar tiempo jugando y leyendo.

A las dos en punto, Misty Wilhite entró en la tienda, luciendo amigable y hermosa, como siempre. Se acercó a Gus y le dio un fuerte abrazo.

"¡Hola, Gus!" dijo. "¿Cómo van las cosas?".

Gus estaba sonriendo. "Las cosas van como golosinas disfrazadas, Misty. Todo está tranquilo en el frente de lectura".

Misty sonrió. "Me alegra escucharlo, Gus". Hizo un gesto hacia el lugar en su cinturón donde normalmente estaría su funda. "¿Estás seguro de no querer ir armado? Estás cerca de algunos lugares peligrosos por aquí".

Gus sacudió la cabeza. "No. Vi suficientes tiroteos en la guerra. La llevaré si me lo ordenan o si la tarea lo requiere. Aparte de eso, tengo al viejo ‘persuasor’ aquí". Puso su mano sobre el mango de su porra.

Misty asintió con la cabeza. "Es tu decisión, Gus. Sólo sé cuidadoso. Por favor". Vislumbró una pequeña cabeza asomándose por detrás del taburete de Gus. "Además, Gus, ¿puedes decirme si esa pequeña Nicole sigue portándose mal?". Se había encorvado y extendía las manos a cada lado de su cuerpo, como un luchador. "…portarse mal …". Dio un par de pasos falsos y amenazantes hacia Nicole, que había comenzado a reírse nerviosamente. "… ¿pequeña mocosa?". Y, con la palabra ‘mocosa’, Misty agarró a Nicole y comenzó a hacerle cosquillas. Tanto Misty como Nicole se reían y luchaban, mientras Gus observaba con una gran sonrisa en su rostro.

Después de un momento, Misty le dio un fuerte abrazo a Nicole y la puso de pie. "Entonces, dígame, señorita Nicole-la-mocosa, ¿alguien se hace cargo de la recepción hoy?".

Nicole dijo: "Sí, mi mami".

"¿Me llevarías con ella?".

"Bueno. ¡Y no soy una mocosa!". Nicole corrió hacia la recepción, riendo.

Misty miró a Gus. "Supongo que dos mocosas te dejarán tranquilo, Gus. ¿Necesitas algo?".

"Todo está bien, Misty".

Misty asintió y se dirigió a la recepción. Teresa la estaba esperando, con Nicole sentada en otro taburete a su lado.

"Hola, Teresa", dijo Misty. ¿Chapman está aquí hoy?".

"Hola, Misty. Sí, él está arriba. Vamos, te llevaré". Salió de detrás del mostrador, le tendió la mano a Nicole y le dijo: "Toma la mano de mamá, bebé". Después dijo más fuerte: "¡Gus! ¡Subiremos por un minuto! ¿Puedes hacerte cargo del mostrador?".

Gus hizo un movimiento con la mano aceptando que lo haría.

Las damas caminaron hacia la parte trasera de la tienda, entraron al almacén y comenzaron a subir las escaleras. Charlaban sin consecuencias mientras subían. En lo alto de las escaleras, el olor a pintura fresca les llegó.

"Oh, guau, qué peste", dijo Teresa, y se cubrió la nariz y la boca con la mano. A Nicole le dijo: "Bebé, baja con Gus y espérame, ¿de acuerdo?".

Nicole asintió y bajó corriendo las escaleras.

Teresa y Misty caminaron por el pasillo de la oficina hasta un almacén abierto lleno de archivadores y mercancías. En una pared, un hombre con overol manchado de pintura estaba usando un rodillo para aplicar pintura fresca y blanca en las paredes. Las láminas de plástico utilizadas como paños para cubrir, se extendían sobre toda la habitación.

"Oh, hola", dijo Teresa al pintor. ¿Puedes decirme si Chapman está aquí arriba?".

El pintor se volvió hacia las damas. "Se fue hace solo unos minutos. Dijo algo sobre conseguir algo de comer".

Teresa miró a Misty, perpleja. "Eso es extraño… no me dijo nada, y no lo vi irse".

El hombre se encogió de hombros. "No lo sé, señora. Todo lo que sé es que tengo que terminar este trabajo y salir de aquí a las cinco". Él comenzó a pintar de nuevo.

Teresa volvió a mirar a Misty. "Lo siento mucho, Misty. Él sabía que vendrías hoy. Tal vez simplemente olvidó la hora".

Misty sonrió y sacudió la cabeza. "No hay problema, Teresa. Lo veré otro día. Déjame hacerle cosquillas a Nicole un poco más y decirle adiós a Gus, y seguiré mi camino".

Bajaron y dejaron al pintor terminar su trabajo.

Brian dio un pequeño suspiro de alivio después de que las mujeres volvieron a bajar. Afortunadamente, ninguna de las dos lo había visto antes, por lo que se sintió seguro de que no estaba en peligro.

La chica que habló con él obviamente trabajaba aquí, pero Brian estaba más preocupado por la otra. Parecía familiar, como si la hubiera visto en la televisión o algo así. Él la conocía… pero no podía ubicarla. Una de las voces le preguntó si importaba quién era ella, y que si lo detendría si la recordaba. Varias de las otras voces, incluida la suya, dijeron: "¡NO!" muy firmemente. Luego, en el breve silencio que siguió, una pequeña voz en su cabeza le preguntó si pensaba que podría haber perdido la razón. Varias voces más volvieron a gritar sobre la voz y la ahogaron.

Había estado pintando durante unos diez minutos. Le había llevado algún tiempo agregar la cantidad adecuada de acelerante a cada galón de pintura, mezclarlo adecuadamente y luego abrir la puerta de acceso en el techo que bajaba unas escaleras hasta el segundo piso. Se topó con el tipo inteligente de ayer, al que la chica había llamado ‘Chapman’, y fue una sorpresa que el hombre estuviera más sorprendido. Sin embargo, la reacción de Brian fue más rápida: golpeó a Chapman en el plexo solar dos veces, luego lo golpeó en la cabeza con un mazo de madera que colgaba de un lazo en su overol. Cuando Chapman golpeó el suelo, Brian lo golpeó dos veces más y miró a su alrededor. Vio lo que necesitaba, lo tomó y regresó. Antes de que Brian se deshiciera de él en el pozo de ventilación, Chapman tenía un disco DVD en la boca y una novela de bolsillo enrollada y colocada en otro orificio anatómico incorrecto.

Sin embargo, Brian tuvo que darse prisa… las festividades comenzarían alrededor de las siete.

La librería permanecía abierta hasta las siete y media de lunes a viernes. A las seis cuarenta y cinco, Gus estaba en su puesto, Teresa estaba detrás del mostrador y Nicole se estaba preparando para jugar a las ‘Escondidas’ con Gus.

Ocasionalmente, Gus daba un paseo por la tienda para mostrar una presencia de seguridad, y esos eran los momentos en que ‘buscaba’ a Nicole. A las seis y cincuenta y cinco, Gus fue al mostrador y le dijo a Nicole que se escondiera.

"¡Y será mejor que te escondas muy bien, Nicki-pu, porque esta es la última vez de este día! Tienes cinco minutos, pequeña… ¡así que ve!".

Y la niña corrió, para esconderse lo mejor que podía en algún lugar de la tienda.

Brian había pintado con éxito todas las paredes y techos del segundo piso con su pintura especialmente preparada, y había dejado un rastro en la escalera del tejado. El acelerador que había agregado a la pintura se quemaría si la pintura estaba seca o no.

Todos los rodillos, brochas y latas de pintura estaban en el techo. Brian no planeaba llevárselos con él, y esos agregarían un combustible significativo.

El sol acababa de ponerse sobre la ciudad y Brian miró su reloj. Seis cincuenta y cinco. Suficientemente cerca. Encendió una cerilla y, cuando la dejó caer, ocurrieron dos cosas simultáneamente: primero, recordó que la mujer que había visto antes era Misty Wilhite, una gran fanática de la Seguridad de Justicia, y que la había visto en la televisión… en las noticias. En segundo lugar, cuando la cerilla tocó el inicio del rastro de pintura, se hizo realmente grande… y sorprendió a Brian haciendo que diera un paso atrás. Se tropezó con un rodillo de pintura, cayó hacia atrás y destrozó tres de sus vértebras del cuello, lo que dañó la médula espinal y lo paralizó. No estaba muerto, pero no podía mover nada del cuello para abajo.

Brian se rió como el loco que era, porque los fuegos del infierno se habían encendido y estaba atrapado, de noche, en la Zona Cero.

El fuego, después de su nacimiento inicial, siguió el rastro de pintura por las escaleras. Una vez bajando las escaleras del tejado, el fuego encontró mucho más combustible y lo devoró. Le gustó mucho el combustible y comenzó a arder rápidamente. En cinco minutos, las paredes y los techos ardían alegremente, y los libros y archivos también habían comenzado a alimentar el fuego.

El segundo piso de la librería se había convertido en un infierno, y el fuego comenzó ávidamente a buscar más combustible abajo.

A las siete, cuando Gus estaba a punto de comenzar a caminar, uno de los clientes se acercó al mostrador y dijo: "Oye, huele a humo aquí".

Gus miró a Teresa y comenzó a caminar hacia el cliente. Mientras lo hacía, olía claramente el humo.

Gus se volvió hacia Teresa y le dijo: "Llama al departamento de bomberos, luego ve afuera y espera. Reuniré a los clientes y los sacaré".

"Gus", dijo Teresa. "¿Qué pasa con Nicole?".

Gus sonrió a la madre preocupada. "No te preocupes, Terri. La encontraré y la enviaré también. Solo haz lo que te dije, ¿de acuerdo?".

Teresa asintió y marcó el teléfono. Gus comenzó a reunir a los clientes. Cuando se adentró más en la tienda, abrió su radio y llamó.

 

"Placa 759 llamando a la Central de Justicia. Responda, por favor".

"Tony aquí, Gus-gus.

"¿Qué pasa?".

"Tenemos un incendio, Tony. Huele en grande. Tengo a la chica del mostrador llamando al departamento de bomberos, y ahora estoy sacando a todos los clientes. Solicito refuerzos, por si acaso".

"Entendido, Gus. Contarás con refuerzos en el lugar en diez… quince minutos como máximo. Ten cuidado, amigo mío".

"Entendido, Tony". Gus volvió a colocar la radio en su cinturón.

Vio a Nicole escondida en la estantería inferior a medio camino de la tienda. Se agachó y la miró a la cara.

"Escucha, Nicki-pu, y escucha atentamente", dijo Gus seriamente. "Necesito que salgas por la puerta principal y encuentres a tu madre ahora… ¿me entiendes?".

Nicole asintió con la cabeza. "¿Qué pasa, Gus?".

"No importa, Nicki. Solo haz lo que te dije. Tengo que buscar más clientes. ¡Ahora ve!" Él le dio un golpecito por detrás para que avanzara y la envió corriendo hacia el pasillo.

Cuando Nicole se fue, Gus caminó por la tienda. Todos los clientes estaban fuera, gracias a Dios. Pensó en Chapman… aunque no lo había visto hoy, Teresa había dicho que estaba arriba. Gus caminó hacia la puerta de la habitación de atrás y la abrió.

El cuarto de atrás comenzaba a arder y estaba lleno de humo. Las escaleras ardían ferozmente, y no había forma de que Gus pudiera subir. Si Chapman estaba allí arriba, estaba muerto… pobre tipo.

Gus escuchó sirenas en la distancia, junto con el claxon que los grandes camiones de bomberos solían hacer para pasar los semáforos en rojo. Avanzó hacia el frente. A diez pies de la salida, el techo se derrumbó sobre el suelo del segundo piso. Dentro de la tienda en sí, cayeron algunos pedazos de techo entre las vigas de soporte, y el primer piso ahora estaba en camino de convertirse en un recuerdo llameante.

Gus salió por la puerta.

Nicole se dirigió hacia la puerta de salida, luego recordó su manta. Estaba detrás del mostrador, por lo que se agachó para recuperar a su compañera. Mientras estaba allí, decidió que quería sus juguetes y comenzó a ponerlos dentro de su saco de dormir. Mientras la niña hacía esto, el techo se derrumbó. El fuego lo atravesó y asustó a Nicole que se acurrucó en una esquina detrás del mostrador.

El primer camión de bomberos había llegado cuando Gus salió por la puerta de salida. Estaba estacionado a unos seis pies de la puerta. Al verlo, un bombero se le acercó.

"¿Estás bien? ¿Hay alguien más allí?".

"Estoy bien, y todos los que pude encontrar, están fuera. Puede o no haber alguien más en el segundo piso, pero es un punto discutible ahora, supongo".

El bombero asintió y le dio una palmada en la espalda a Gus. "Buen trabajo, hombre. Entonces nos encargaremos desde aquí".

Gus asintió y se dio la vuelta. Cuando llegó a la parte trasera del camión de bomberos, Teresa corrió hacia él.

"¡Gus! ¿Donde está Nicole? ¿Donde está ella?".

"¡La encontré y la envié al frente! ¿No salió?".

Teresa sacudió la cabeza y luego miró a la tienda. Y rompió en llanto. La planta baja estaba ardiendo casi fuera de control. Los soportes que sostenían el techo no podrían aguantar mucho más.

Gus tomó su decisión. Vio un chaquetón de bombero resistente al fuego en la parte trasera del camión de bomberos. Lo tomó, se lo puso y volvió corriendo a la tienda, ignorando las órdenes gritadas por los bomberos para que se detuviera.

La camioneta de noticias del Canal Siete (¡el principal equipo de noticias de la ciudad!), llegó justo cuando Gus entraba al edificio. El camarógrafo Steve, también conducía la camioneta. Su compañera reportera, Miriam Apple, iba de copiloto.

"Dios mío, Steve, ¿viste eso?", dijo Miriam. ¡Ese guardia de seguridad volvió a entrar al edificio!".

Steve gruñó y salió de la furgoneta con su cámara de video. Miriam lo siguió y le dijo que tomara fotos de la librería en llamas. Un bombero corrió junto a ella. Miriam lo agarró del brazo.

"¿Por qué ese guardia volvió a entrar?", le preguntó al bombero.

El bombero sacudió la cabeza. "Se dice que hay una niña adentro".

Miriam miró el edificio con los ojos muy abiertos. "¿Ahí?", pensó para sí misma: ¡No hay forma de que alguien siga vivo en ese pedazo de infierno!

Misty Wilhite había escuchado la conversación de radio entre Gus y Tony. Se encontraba en las instalaciones de otro cliente, a cinco minutos del lugar. Se excusó y condujo rápidamente a la librería. También llegaba justo a tiempo para ver a Gus entrar corriendo. Ella mandó mensaje por radio a la Seguridad de Justicia, diciendo que el respaldo no sería necesario, ya que ella estaba en la escena.

"¿Gus tiene las cosas bajo control, Misty?", preguntó Tony.

Misty pensó por un momento antes de responder. "Tony, creo que él sabe lo que está haciendo. Pero puede que sea más de lo que él puede controlar". Bajó la radio y fue a buscar a Teresa.

Dentro de la tienda, Gus miró a su alrededor. El fuego había sobrepasado rápidamente las pilas de libros. Los estantes ardían, las paredes ardían y había humo por todas partes. Podía ver que las vigas de soporte del techo comenzaban a arder, el techo se estaba derrumbando rápidamente.

Gus no podía adivinar qué camino tomar para buscar a Nicole, por lo que hizo algo desesperado. Gritó por ella.

"Nicole! ¿Dónde estás?".

Débilmente, hacia el mostrador, Gus escuchó: "¡Oso de azúcar! ¡Aqui!".

Gus pensó para sí mismo: ¡Oh, gracias Dios! Corrió hacia el mostrador, contando con el chaquetón para mantener el fuego alejado de él. Se deslizó alrededor del mostrador, y Nicole estaba allí, agachada debajo del estante.

Nicole corrió hacia él tan pronto como lo vio y saltó a sus brazos. "¡Oh!, Oso de Azúcar, sabía que vendrías a buscarme".

Gus abrazó a la niña con fuerza. "Nicki-pu, regresar por ti fue la parte fácil. Sacarnos de aquí es el problema ahora. ¡Tenemos que irnos!".

Detrás de Gus, las vigas de soporte cedieron. El techo se derrumbó entre el mostrador y la puerta de salida. Y quedaron atrapados.

Miriam estaba mirando a la multitud reunida, tratando de encontrar a alguien para entrevistar, cuando vio a Misty caminando hacia Teresa. Steve, el camarógrafo, seguía concentrado en el edificio.

Miriam rápidamente unió algunos pensamientos. La rápida visión que había tenido del guardia… él llevaba un uniforme marrón, al igual que la División de Seguridad Uniformada. Misty Wilhite era una de los socios fundadores de la Seguridad de Justicia. Eso significaba que este incendio tenía algo que ver con la Seguridad de Justicia… y, en esta ciudad, ¡la Seguridad de Justicia era noticia!

Miriam golpeó el brazo de Steve y comenzó a caminar hacia Misty. Steve la siguió.

"¡Señorita Wilhite! ¡Señorita Wilhite!", gritó Miriam. Misty se volvió hacia la ambiciosa periodista e hizo una mueca. "¿Qué me puede decir sobre este incendio? ¿Está relacionado con alguna de las actividades recientes de la Seguridad de Justicia?".

Misty levantó la mano hacia Miriam, con la palma hacia la cara del periodista. "Solo un minuto, Miriam, ¿por favor?". Misty se volvió hacia Teresa. "¿Qué pasó y por qué Gus regresó, Teresa?".

Teresa miró a Misty con ojos atormentados. "Nicole está adentro", dijo en voz baja y sin tono.

Justo entonces, parte del techo se derrumbó dentro de la librería. Salieron chispas de ventanas rotas y las llamas se intensificaron de inmediato con la corriente de oxígeno fresco.

Teresa se desmayó en los brazos de Misty.

Steve lo grabó todo.

Gus se dio la vuelta cuando el techo se derrumbó. Se hizo cargo de la situación en segundos.

El fuego y los escombros se interponían entre la puerta de salida, que era la única salida, y él y Nicole. Para sobrevivir, tendrían que cruzar veinte pies de escombros en llamas.

Ambos serían severamente quemados, tal vez morirían por el fuego. No había forma en el mundo de que ambos pudieran escapar ilesos.

Pero, tal vez… si comenzaba a correr y golpeaba la puerta con el hombro…

Steve el camarógrafo había ganado premios Emmy por fotografía local de noticias. Había ganado muchos otros premios y reconocimientos por sus imágenes a lo largo de los años. Sus instintos en una situación siempre eran correctos, y siempre parecía tener la cámara apuntando hacia donde estaba la acción.

Hoy no era la excepción.

Mientras Misty atendía a Teresa, Miriam sermoneaba a Steve, gritándole que grabara los inútiles intentos del departamento de bomberos de rociar agua sobre el fuego. Steve, como siempre, ignoraba a la periodista y enfocaba su cámara en la puerta de salida de la librería. Pensó que había visto movimiento a través de su visor.

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