Malvinas

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CAPÍTULO IX

EL PLANTEO BRITÁNICO SOBRE EL DERECHO

DE AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

En un primer momento, Gran Bretaña se opuso a la autodeterminación que conducía al fin del Imperio británico. Sin embargo, a partir de 1947, cuando no pudo evitar la independencia de la India, adoptó una actitud pragmática, prefiriendo inducir a algunas de sus colonias a independizarse y promoviendo una unidad poscolonial, el Commonwealth. En 1948, el principal propósito de la política colonial británica fue definido por la Foreign Office del siguiente modo: “Guiar a los territorios coloniales hacia un responsable autogobierno dentro del Commonwealth, en términos que aseguren a los respectivos pueblos un adecuado estándar de vida y libertad respecto de la opresión de cualquier origen”. A su vez, en el trascurso de ese año, Reino Unido sancionó la British Nationality Act, la cual creó la condición de ciudadano del reino y colonias, que comprendía tanto a los británicos como a los pueblos aún colonizados. Esto fue modificado por la Immigration Act 1971, que introdujo el concepto de patriality, que reservaba el derecho a establecerse a aquellos que estuvieran ligados a Gran Bretaña por nacimiento y ancestro. Así se realizó una clara distinción entre los colonos británicos y las etnias cuyos territorios el Reino Unido había colonizado. Entre los autores que sostienen la autodeterminación interna se encuentran Morton Halperin, David J. Scheffer, Robert Mc Corquodale, Hurst Hannum. Cabe indicar que al hablar de principio de autodeterminación se lo entiende como el derecho de los pueblos a constituirse en Estado. Es entendida la clasificación de autodeterminación interna como una mera concepción doctrinaria. El Commonwealth es una comunidad formada por el Reino Unido, sus colonias y excolonias, presidida por la reina y destinada a mantener intensas relaciones comerciales entre ellos. Entendiendo la palabra “etnia” en su sentido amplio, es decir, comprendiendo a las comunidades unidas por afinidades raciales, lingüísticas, religiosas o culturales, como también las tribus. Gran Bretaña utilizó el principio de autodeterminación de los pueblos para independizar a sus colonias africanas, tales como Nigeria, Camerún, Sudáfrica, Kenia, entre otras; donde existían pueblos preexistentes a la colonización. En estas situaciones podemos observar cómo el Reino Unido ha utilizado el principio para la independencia de sus excolonias. Pero hubo casos emblemáticos, como Hong Kong y Diego García, en los cuales habiéndose podido utilizar la autodeterminación, principio del cual se jacta en la Cuestión Malvinas, los independizó debido a otras causales.

1.La autodeterminación en la Cuestión Malvinas

A partir de 1970, el Reino Unido comenzó a introducir en la Cuestión Malvinas un elemento extraño a esta, consistente en la necesidad de la autorización previa de los isleños, para continuar con la negociación dispuesta por la Resolución 2065 de la Asamblea General de Naciones Unidas. De esta forma, Gran Bretaña busca transformar un conflicto bilateral, entre la Argentina y Reino Unido, en uno trilateral, al cual a los anteriores mencionados se les incorporan los deseos de los isleños. Reino Unido sostiene que el futuro de las islas debe ser resuelto por los kelpers (como los demoninaban antes), es decir, de acuerdo con sus deseos. Esto es erróneo, ya que en todo caso es el concepto de intereses y no de deseos de la población de Malvinas lo que siempre ha consagrado Naciones Unidas en el tratamiento del caso. Un claro ejemplo de ello se encuentra en la Resolución 2065 de la Asamblea General, que al invitar a negociar a las partes sin demora, dispone: “… Teniendo en cuenta (…) los intereses de la población” de las islas. El censo de 1865 reveló que Hong Kong tenía una población de 125.504 habitantes, de los cuales solo 2000 eran estadounidenses o europeos. Se demostró una mayoría de población de origen chino, lo cual se mantuvo hasta su independencia. Lo que motiva la utilización del concepto de los deseos de los isleños es que equivale a reconocerles el derecho a la autodeterminación. Esto es falaz dado que el requisito primigenio para la aplicación del principio es que nos encontremos ante la presencia de un pueblo, lo cual no sucede en este caso.

Cabe aclarar, que al hablar del “principio de autodeterminación”, se lo entiende como el derecho de los pueblos a constituirse en Estado.

El hecho de cumplirse en 1982 los 150 años de la ocupación de nuestras islas y teniendo en cuenta el futuro reclamo británico con el argumento del derecho de autodeterminación de los pueblos, por similitud a lo que ya habían planteado en otras posesiones suyas, como estrategia para continuar siendo gobernados o bien seguir dependiendo de la Corona británica como protectorados, significaba una importante amenaza de perder las islas.

Los habitantes de Malvinas hasta la guerra eran “ciudadanos británicos de segunda categoría” y eran despectivamente denominados “kelpers” por los ciudadanos británicos. Un año después de la guerra y luego de muchos reclamos producidos por ellos y por habitantes de otras posesiones de la corona se les dio la categoría de ciudadanos británicos. Esto también fue también una conveniencia vislumbrada por los británicos, para tener un argumento más sobre el dominio e influencia de sus posesiones de ultramar.

CAPÍTULO X

LOS DOCUMENTOS SECRETOS DE MALVINAS

Esta es una parte de la historia de la trama de la guerra de Malvinas, que quizás algunos desconocen y que nos ha parecido importante colocarla en nuestra historia, porque después de tantos años se han podido revelar muchos detalles que nos sirven para conocer y esclarecer ciertas cuestiones. (Ver: Juan Bautista Yofre, 31 de marzo de 2019, publicada en Infobae, el 2 de julio de 2020).

Tras la derrota de Malvinas los integrantes de la Junta Militar, integrada por Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo, con el respaldo documental del canciller Nicanor Costa Méndez, hicieron un largo relato sobre el desarrollo del conflicto que ellos desataron.

El informe de los comandantes está contenido en más de 1070 páginas y tiene grandes lagunas, especialmente porque no explica por qué tomaron la decisión de “ocupar” Puerto Stanley.

En realidad, Galtieri no tenía un plan sobre las Malvinas porque el Ejército nunca lo trabajó como hipótesis de conflicto. La que sí tenía un plan que se actualizaba permanentemente era la Armada. El desbarajuste del gobierno del general Roberto Viola (marzo-diciembre de 1981) fue amalgamando la relación personal entre Galtieri y Anaya y luego vino la conspiración que puso sobre la mesa una simple ecuación: Viola debe irse; Galtieri lo sucede con retención de la comandancia en jefe del Ejército (dejando de lado la figura de “cuarto hombre”) y Anaya lleva adelante la ocupación de Malvinas.

El 22 de diciembre —el mismo día que asumió Galtieri— el almirante Anaya le pasó a su jefe de Estado Mayor, vicealmirante Alberto Gabriel Vigo, una orden escrita a mano que contenía tres puntos, tal como se desprenden de su minúscula letra. Fue la primera orden del conflicto armado que se avecinaba.

El vicealmirante Alberto Gabriel Vigo le envió el documento “secreto” n.º 326/81 al vicealmirante Juan José Lombardo con la instrucción de que “deberá elaborar personalmente, y entregarme a la mano, el Plan actualizado para la recuperación de Malvinas”.


Los diarios del martes 5 de enero de 1982 informaron que los tres comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, se reunirían para analizar distintas cuestiones. Nada de todo esto era veraz.

En esa reunión, se analizó la cuestión Malvinas en el contexto de la política exterior y se concluyó que debía adoptarse una política “agresiva”. Según el informe de marras, “en esa reunión el caso Malvinas fue tratado fuera del temario de la Junta Militar. El análisis del caso partió de la trayectoria de las negociaciones desde 1965, hasta la fecha y los sucesos más recientes que hacían al tema”. Además, el mismo día se consideró dar un paso militar en el caso de no progresar la vía diplomática.

El martes 12 de enero la Junta Militar, reunida en el edificio Libertador a las 9 de la mañana, terminó de completar “un análisis político”, según La Nación, y analizar las próximas designaciones de gobernadores y embajadores. Nada era cierto.

Algo que no se dijo al periodismo fue que el 12 de enero “se trató la planificación militar de Malvinas como acción alternativa en caso de fracasar la solución negociada con Gran Bretaña y teniendo siempre el propósito de lograr el objetivo político a través de un acuerdo. Por Resolución no incorporada al Acta de la Junta Militar, se designaron —por consiguiente— a los señores general de División García, brigadier mayor Plessl y vicealmirante Juan José Lombardo para analizar la previsión del empleo del poder militar para el caso Malvinas con un enfoque político-militar que especificara los posibles cursos de acción. Se planeó asimismo que el trabajo sería secreto y manuscrito, eligiendo distintos lugares de reunión; y que además de los miembros designados tendrían conocimiento del tema, en el momento oportuno, los jefes del Estado Mayor General de las tres Fuerzas Armadas y el Sr. canciller”.

“Nunca van a mandar la flota”, dijo el canciller Costa Méndez. El funcionario pensaba que el Pentágono lo iba a apoyar.

Aclaramos, para el lector que no sabe, que el Pentágono es el edificio de esa forma geométrica donde se encuentra la máxima conducción de las Fuerzas Militares de Estados Unidos.

 

El martes 26 de enero la Junta Militar se reunió a las 9 de la mañana en el edificio Libertad. Durante la reunión se resolvió “fuera de Acta” que el Grupo Malvinas conformado por Lombardo, García y Plessl “preparara la exposición de los planes de la alternativa militar a mediados de marzo de 1982”.

A renglón seguido se produjo la nueva Directiva de Estrategia Nacional (DENAC) 1/82 y el Plan de Campaña Esquemático correspondiente a la Directiva de Estrategia Militar (DEMIL)1/82.

En la DENAC 1/82 se explicitan conceptos referidos al Poder nacional:

a) Objetivo político: consolidar la soberanía argentina en las islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y contribuir a afirmar su pleno ejercicio en el Atlántico Sur;

b) Resolución Estratégica Nacional: el Comité Militar ante la evidente y reiterada falta de progreso de las negociaciones con Gran Bretaña para lograr el reconocimiento pleno de nuestra soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, y convencido de que la prolongación de esta situación afecta el honor nacional, el pleno ejercicio de nuestra soberanía en el Atlántico Sur y la explotación de recursos renovables y no renovables, ha resuelto prever el empleo del poder militar para el logro del objetivo político. Esta resolución deberá mantenerse en el más estricto secreto durante el planeamiento y circunscripta exclusivamente a los titulares de las áreas destinatarias”.

La Directiva Estratégica Militar 1/82 era más explícita a los ojos de un lego: “La Operación desde el punto de vista militar es apta, factible y aceptable”, y que “la Fuerza Conjunta estaría en condiciones de ejecutar la operación a partir del 15 de mayo de 1982”.

Lombardo sería el jefe del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS). El general de División García desembarcó en Puerto Stanley el 2 de abril y en los días de la guerra, como jefe del Teatro de Operaciones Malvinas, desplegó toda su fuerza mirando la frontera con Chile, porque los chilenos pusieron a sus espaldas más tropas que las que habían destinado en los días del conflicto del Beagle de 1978. El almirante Carlos Busser comandó la fuerza conjunta de desembarco. El contralmirante Gualter Allara fue el comandante de la flota y el contralmirante Carlos Alfredo García Boll fue el comandante de la aviación naval.

El plan de ocupación establecía un “D+5”. Eso significaba que, una vez cumplida la misión, los buques y las tropas volvían a sus destinos en el continente, quedando solamente una dotación de alrededor de 400 efectivos cumpliendo tareas policiales, mientras se abría el escenario diplomático.

Además de no generar víctimas fatales entre los británicos debía brindarse un buen trato a los pobladores isleños. Especulaban con la solución diplomática, pero al mismo tiempo llevaron carteles impresos con los nuevos nombres de las calles de Puerto Stanley. Eso significaba que iban para quedarse porque —especulaban— el Reino Unido nunca reaccionaría de la manera en que lo hizo: muy simple, para los que imaginaron la “Operación Rosario”, Margaret Thatcher no daría la orden de atacar a un blanco “no rentable”, eso les enseñaba la historia.

CAPÍTULO XI

RUMBO AL OBJETIVO MALVINAS

La flota de ocupación zarpó de la base naval de Puerto Belgrano el 28 de marzo y se encontraba navegando rumbo al sur, seguida de cerca, a manera de protección, por el portaaviones 25 de mayo y otros navíos. Casi al mismo tiempo el clima se descompuso y se hizo necesario postergar el operativo durante 24 horas. El 30 de marzo de 1982, el canciller convocó en el Salón Verde del Palacio San Martín a la primera línea de la Cancillería. Luego de tomarles juramento de mantener el secreto, expuso sobre la situación en Malvinas; recordó las distintas etapas de las negociaciones en los últimos años; recordó las magníficas relaciones con Sudáfrica; mencionó las excelentes relaciones con los Estados Unidos, “grandes defensores de los pueblos jóvenes contra los colonizadores y su rol en el mundo contra el comunismo”; mencionó la decadencia del Reino Unido y del gobierno de la señora Margaret Thatcher (quien seguramente perdería las próximas elecciones); la difícil situación económica de su país que lo llevaría a vender su único portaaviones y otros barcos de guerra por no poder mantenerlos y finalmente, de que alguien tenía que tener el coraje de hacer algo por la recuperación de las Malvinas y no olvidó decir que todo esto facilitaría la difícil situación política con Chile. (Ver: Juan B. Yofre, Infobae, 31 de marzo 2019).

Luego de hablar formuló una pregunta: “Señores, ¿hay alguna pregunta?”. El embajador Carlos Keller Sarmiento, jefe del Departamento Europa Occidental, pidió hacer unos comentarios, los que no fueron grabados. Aunque lo que pensaba lo volcó en un memorando titulado: Malvinas, de cuatro carillas al canciller, con fecha 14 de abril de 1982.

“Parto de la base —escribió Keller Sarmiento— de que llevar el conflicto a un enfrentamiento militar de resultado dudoso para la Argentina es nuestra peor opción. Total aislamiento, riesgo de una humillación, graves consecuencias económicas, institucionales y políticas, destrucción parcial o total de nuestra Fuerza Aérea, flota y efectivos militares, probable caída del gobierno, disminución de la capacidad para negociar con el Reino Unido el futuro estatus de las islas, probable creciente intervención de Brasil o Chile como fuerza de paz y pérdida de credibilidad y prestigio en el ámbito internacional”.

Ante la eventualidad del ataque, una de las primeras decisiones de Thatcher fue enviarle un mensaje a su amigo Ronald Reagan para que intentara convencer a Galtieri de que no invadiera las islas.

El 31 de marzo, a las 12:57, la flota cortó las comunicaciones con el continente, cambió el curso de navegación y se dirigió a Puerto Stanley, cambió el nombre de código: de Operación Azul pasó a Operación Rosario.

Luego, Gran Bretaña pidió una urgente reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El mismo día, se le envió un largo cable “S” al embajador Eduardo Roca, instruyéndolo a solicitar el 1 de abril, “en hora que será determinada a vuestra excelencia telefónicamente”, “a fin de llamar la atención del Consejo de Seguridad la situación de grave tensión existente entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte”.

En el mismo texto “secreto y muy urgente” —cable 697— se le ordena a Roca que “simultáneamente con presentación nota a Consejo de Seguridad, sugiérese a V. E. (vuestra excelencia) entrevistar a representantes permanentes de China y de Unión Soviética a fin de imponerlos situación. V. E. les señalará que la Argentina confía en seguir contando con el tradicional apoyo de sus países sobre la Cuestión Malvinas”. China y la URSS no votaron por la Argentina.

El 1 de abril de 1982 los diarios ingleses informaban que dos submarinos británicos habían recibido la orden de dirigirse a las “Falklands” en estado de alerta.

El 1 de abril de 1982, el diario La Nación sacó a la calle la edición n.º 39.642, tras 113 años de reconocido periodismo. En la tapa, a cuatro columnas, se leía el título: “Agravose la crisis con Gran Bretaña” y a dos columnas se mostraba una foto de los diarios The Guardian, The Daily Telegraph y The Sun de Londres, en los que se informaba que dos submarinos británicos habían recibido la orden de dirigirse a las Falklands en estado de alerta.

1. La decisión de ocupar las islas

La decisión de “ocupar las islas Malvinas” fue adoptada porque, como se comentó antes, existía desde diciembre de 1981 la idea de que para llegar a negociaciones exitosas con Gran Bretaña iba a ser necesario hacer uso del poder militar. La decisión se adoptó con rapidez, puesto que ya estaba planeada la ocupación, lo que permitía cumplir la etapa inicial. Pero nunca se planificó cómo defender las islas una vez ocupadas.

Antes de analizar con más detalle esta crucial decisión, queremos hacer referencia a la fuente de la que se obtuvo esta información. Se trata del Informe producido por la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur, en el que constan gran parte de los documentos originales y las declaraciones tomadas. Según este documento, de público acceso, conocido como el Informe Rattenbach (capítulo IV, pág. 59), la decisión de ocupar las islas Malvinas, tenía por objeto:

a. AFIRMAR Y DEFENDER la posición argentina en Georgias.

b. IMPEDIR que Gran Bretaña militarizara las islas y estableciera un sistema de defensa naval y aéreo.

c. IMPEDIR el refuerzo de la posición británica en la zona, ya que esto incidiría en forma negativa sobre los derechos, estrategias, posiciones y objetivos de la Argentina en el Atlántico Sur y en la Antártida.

d. ACTIVAR las negociaciones y MEJORAR la posición negociadora argentina.

Esta decisión no resiste un análisis lógico, pues la acción de ocupar las islas no resultaba APTA por sí sola para cumplir con el ambicioso propósito enunciado anteriormente.

Lo concreto consistió en que nunca se pensó en una reacción británica de la magnitud que esta tuvo. Así lo pusieron de manifiesto los excomandantes en jefes de las Fuerzas Armadas en el concepto de la Operación. “La ocupación de las islas NO TENÍA como propósito INICIAR UNA ESCALADA BÉLICA, ni dar por terminadas las negociaciones, ya que esa no era la medida más aceptable para el logro del objetivo político”.

A su vez, en el cap. I, págs. 65/66, han señalado:

“Analizadas las capacidades del enemigo, factores de fuerza y debilidades de Gran Bretaña, resultaba evidente que LUEGO DE LA OCUPACION DEBÍA ENCAMINARSE EL PROCESO HACIA UNA NEGOCIACIÓN”.

“MANTENER UNA GUARNICIÓN ESPECIAL REDUCIDA, hasta llegar a un ACUERDO NEGOCIADO con Gran Bretaña, no hará necesaria UNA GRAN PRESENCIA DE FUERZAS”.

Como manifiesta el Informe Rattenbach, esto último resultó ser una contradicción con lo que se había expresado antes (consolidar, impedir, defender, etc.) y también nosotros agregamos: que fue un equivocado razonamiento, porque desconocía el histórico accionar británico y, por sobre todo, que Gran Bretaña no podía aceptar la recuperación nuestra por las armas, y luego tener que negociar la soberanía de las islas, una situación que se le podría replicar en los demás territorios coloniales que poseía.

2. El Operativo “Rosario”. Desembarco en Malvinas

El operativo de desembarco en Malvinas fue denominado “Rosario” en homenaje a la Virgen del Rosario. Para darle una mejor comprensión a dicho operativo, hemos elegido describir día por día los principales acontecimientos que se sucedieron cronológicamente, tanto desde el lado de la Argentina, como de Gran Bretaña; por su importancia, se incluyeron algunos días antes del desembarco, hasta que se enarboló nuestra bandera en Puerto Argentino. Los datos que figuran aquí fueron extraídos mayormente del ya mencionado Informe Rattenbach.

 19 de marzo. Desembarca en las islas Georgias el Bahía Buen Suceso con 41 operarios, para realizar tareas de desguace de instalaciones. Se produce el izado de una pequeña bandera argentina. Cuatro hombres del British Antartic Survey exigen que se la arriarara, que volvieran a cargar el material desembarcado al buque y se trasladaran a la capital de las Georgias, Grytviken, para solicitar el permiso de desembarco. La bandera es arriada.

 20 de marzo. El gobernador de las islas Rex Hunt informa a Londres que un grupo de civiles y militares había desembarcado en Puerto Leith (Georgias), izado una bandera argentina y efectuado disparos de armas de fuego. Expresó que la Armada Argentina utilizaba el desguace para encubrir su presencia en la isla. El embajador británico en Buenos Aires solicita al gobierno argentino retirar a la gente desembarcada y al buque de guerra, de lo contrario se tomarían las medidas del caso. La Argentina responde que el buque Bahía Buen Suceso no era de guerra, sino de transporte, y que zarparía de Leith el día 21, al completar su descarga, y que además no había militar alguno allí.

 21 de marzo. Emprende el regreso el ARA Bahía Buen Suceso, y quedan los trabajadores que siguen con sus tareas. Zarpa de Malvinas el buque HMS Endurance (británico) con 22 marines a bordo.

 22 de marzo. La prensa británica califica las acciones como una “invasión argentina a las Georgias”. El gobierno argentino logra aclarar la situación, y el embajador inglés declara que el incidente ya estaba superado.

 

 23 de marzo. Londres ordena expulsar a los obreros de la isla con el uso del HMS Endurance y además declara que enviará buques de guerra al Atlántico Sur. La Argentina envía al ARA Bahía Paraíso, a proteger a los civiles.

 24 de marzo. El embajador Williams advierte a las autoridades argentinas que los trabajadores “deben ir a Grytviken (Georgias) a sellar sus pasaportes”. El canciller argentino Nicanor Costa Méndez contesta que no hacía falta, puesto que poseían sus respectivas “tarjetas blancas” y que los obreros no serían retirados.

 25 de marzo. Zarpa de Leith(Georgias) el Bahía Paraíso, dejando a 14 soldados argentinos armados solo con fusiles, para proteger a los obreros.

 26 de marzo. El comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, general Osvaldo Jorge García, da la orden de ejecutar el plan de recuperación. El Día D sería el 1 de abril.

 28 de marzo. Primero parte la flota de desembarco. Luego lo haría la de guerra desde Puerto Belgrano. Simulan ejercicios navales.

 30 de marzo. La inteligencia inglesa advierte al gobernador Rex Hunt de los planes argentinos. Los Estados Unidos también ponen en alerta a Gran Bretaña. La primera ministra Margaret Thatcher ordena alistar la flota, que estaba en Gibraltar.

 31 de marzo. A las 12:57, la flota de mar pone rumbo al norte de las Malvinas.

 1 de abril. Debido a las malas condiciones climáticas, se posterga el desembarco para el día 2 a las 6 horas.

En la noche, comandos anfibios —que venían en la fragata Santísima Trinidad— desembarcan al sur de Puerto Argentino.

Del submarino Santa Fe, 10 buzos tácticos se dirigen al faro San Felipe, al este de Puerto Argentino y desconectan una alarma eléctrica que enlaza con el cuartel inglés.

Desde Gibraltar, parte el submarino británico Esplendid.

La fuerza que desembarcó en Malvinas se denominó Fuerza de Tareas Anfibia nro. 40 y estuvo bajo el comando del contraalmirante D. Walter O. Allara. Esta fuerza estaba integrada por los siguientes componentes:

a. La Fuerza de Desembarco se integró con el Batallón de Infantería de Marina nro. 2 (BIM 2), una Agrupación de Comandos Anfibios, una Sección de Tiradores del Regimiento de Infantería 25, un Grupo de Comandos Anfibios y una Reserva.

b. Un Grupo de Transporte, con el Buque de Desembarco de Desembarco de Tropas ARA Cabo San Antonio, el Rompehielos ARA Almirante Irízar” y el buque de transporte Isla de los Estados.

c. Un Grupo de Apoyo, Escolta y Desembarco, formado por las Fragatas Tipo 42 ARA Hércules y Santísima Trinidad, más las corbetas ARA Drumond y Granville.

d. El Grupo de Tareas Especiales, constituido por el submarino ARA Santa Fe.

La misión de la Fuerza de Tareas establecía la reducción de la resistencia armada de la isla, constituida por 68 infantes de Marina del Destacamento de Marina Real NP 8901, más algunos irregulares voluntarios pertenecientes a la población local, la ocupación de Puerto Stanley (Puerto Argentino), la toma del Aeródromo y la instalación de un Gobierno Militar Argentino.

A las 00:30 horas del 2 de abril, se inició el desembarco en la zona de Puerto Enriqueta, 4 km al sur de Puerto Argentino, con los comandos anfibios para tomar el cuartel de los Royal Marines. Tres horas más tarde desembarcaron del submarino Santa Fe los buzos tácticos en proximidades del cabo San Felipe para tomar el faro que había en ese lugar y asegurar el desembarco en la playa York, de vehículos anfibios con efectivos del Batallón de Infantería de Marina 2 y del Regimiento de Infantería 25. Estas fuerzas debían converger en pinzas a Puerto Argentino.

Un grupo, al mando del capitán de Corbeta Pedro Giacchino, tenía la misión de ir a la casa del gobernador a exigirle la rendición.

A las 6:15 horas parte desde Comodoro Rivadavia el primer avión con efectivos de Regimiento de Infantería 25 y luego sucesivamente, después de obtenerse el control del Aeropuerto, le siguen otros aviones con efectivos. También llega la Compañía de Ingenieros 9.

Aproximadamente a las 6:30 Giacchino, con la orden de no producir bajas en el enemigo, rodea la casa del gobernador, que se niega a deponer su actitud. Giacchino decide ingresar solo a la vivienda y es abatido por una ráfaga de ametralladora. Su segundo, el teniente de Fragata Diego García Quiroga también es herido cuando lo está auxiliando, así como el cabo primero enfermero Ernesto Urbina, que había ido en rescate de ambos.

El gobernador de las islas, consciente de que está rodeado, negocia su rendición con Carlos Büsser. “Los intimo a que abandonen las islas, desembarcamos en 1833”, expresó Hunt. “Ríndanse”, contestó Büsser.

La rendición se efectiviza a las 9:15 horas ante el designado comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, general de División Osvaldo García. El fotógrafo argentino Rafael Wollmann, que estaba en las islas hacía más de una semana, fue el que tomó las primeras fotografías de los soldados británicos con los brazos en alto.

El general García se hace cargo de las islas y al mediodía se iza oficialmente la bandera argentina en el mástil frente a la Casa del Gobernador.

Mientras tanto, en Buenos Aires se difundía la noticia de la recuperación.

Se crea el Apostadero Naval Malvinas, y parten los militares británicos y el gobernador colonial con destino a Montevideo. Finalizaban 149 años de ocupación británica y comenzaba una guerra que duraría 74 días.

La operación fue exitosa, hubo tres bajas propias y ninguna del enemigo, tal como había sido requerido. En horas de la noche, luego de que arribaran los efectivos iniciales previstos para la ocupación, se inició la Fase de Reembarco de las tropas de la Armada que no quedarían en las islas, pero fue interrumpida por la Junta Militar, ya que se había recibido la información de que Gran Bretaña estaba dispuesta a enviar una considerable Fuerza de tareas naval para recuperar las islas. (Ver: I. Rattenbach, pág. 62).

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