Historia de la República de Chile

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Historia de la República de Chile
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EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Vicerrectoría de Comunicaciones

Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, Santiago, Chile

editorialedicionesuc@uc.cl

www.ediciones.uc.cl

1826

HISTORIA DE LA REPÚBLICA DE CHILE

VOLUMEN 2

LA BÚSQUEDA DE UN ORDEN REPUBLICANO

SEGUNDA PARTE

LA BÚSQUEDA DE UN ORDEN REPUBLICANO

1881

Fernando Silva Vargas (Editor)

Juan Eduardo Vargas Cariola (Editor)

Horacio Aránguiz Donoso • Carolina Cherniavsky Bozzolo

Juan Ricardo Couyoumdjian Bergamali • Jacqueline Dussaillant Christie

Joaquín Fernández Abara • Mateo Martinić Beros

René Millar Carvacho • Macarena Ponce de León Atria

Alexandrine de la Taille-Trétinville Urrutia • Rodolfo Urbina Burgos


© Inscripción N° 435
Derechos reservados
Octubre 2019
ISBN edición impresa 978-956-14-2455-5 ISBN edición digital 978-956-14-2456-2

Diseño: versión productora gráfica SpA

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com

CIP - Pontificia Universidad Católica de Chile

Historia de la República de Chile / Fernando Silva Vargas (editor), Juan

Eduardo Vargas Cariola (editor).

Incluye notas bibliográficas.

1. Chile – Historia – Siglo 19.

2. Chile – Política y gobierno – Siglo 19.

I. Silva Vargas, Fernando, editor.

II. Vargas Cariola, Juan Eduardo, editor.

2019 983 DCC23 RDA


AUTORES

HORACIO ARÁNGUIZ DONOSO

Profesor de Estado de Historia, Geografía y Educación Cívica, Departamento de Historia y Geografía, Facultad de Filosofía y Educación, Pontificia Universidad Católica de Chile; profesor del Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile; decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile; especializado en historia agraria; miembro de número de la Academia Chilena de la Historia.

CAROLINA CHERNIAVSKY BOZZOLO

Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile; doctora en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile y la École des Hautes Études en Sciencies Sociales, París; especializada en historia cultural y religiosa de Chile en el siglo XIX.

JUAN RICARDO COUYOUMDJIAN BERGAMALI

Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile; doctor en Historia por la Universidad de Londres; profesor del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile; director de este en el periodo 1984-1990; decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política (1990-1993); especializado en historia económica y empresarial de Chile en los siglos XIX y XX; miembro de número de la Academia Chilena de la Historia y su presidente en el periodo 2013-2018.

JACQUELINE DUSSAILLANT CHRISTIE

Licenciada y doctorada en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile; directora e investigadora del Centro de Investigación y Documentación (CIDOC) de la Universidad Finis Terrae; especializada en temas de historia social y cultural, con énfasis en las áreas de consumo, comercio y vida urbana.

JOAQUÍN FERNÁNDEZ ABARA

Licenciado y magíster en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile; certificado académico en Ciencias Sociales por la misma universidad; estudios de doctorado en Historia en la Universidad de Leiden, Países Bajos; profesor investigador del Centro de Investigación y Documentación (CIDOC) de la Universidad Finis Terrae.

MATEO MARTINIĆ BEROS

Licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Chile; fundador del Instituto de la Patagonia; profesor emérito de la Universidad de Magallanes; Premio Nacional de Historia 2000; especializado en historia de la zona austral de Chile; miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Historia.

RENÉ MILLAR CARVACHO

Profesor de Estado de Historia, Geografía y Educación Cívica, Departamento de Historia y Geografía, Facultad de Filosofía y Educación, Pontificia Universidad Católica de Chile; doctor en Historia por la Universidad de Sevilla; profesor titular adjunto del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile; especializado en historia política y económica de Chile y en religiosidad colonial; miembro de número de la Academia Chilena de la Historia.

MACARENA PONCE DE LEÓN ATRIA

Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile (1996); estudios de doctorado en La Sorbonne-Pantheon, París I, recibiendo el Diplome d’Études Approfondies (DEA 1999); doctora en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile (2007); profesora asistente del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile en la cátedra de Historia de Chile de los siglos XIX y XX; especializada en las relaciones entre la sociedad y el Estado a través de la filantropía, la educación, el sufragio y las elecciones; directora del Museo Histórico Nacional de Chile.

FERNANDO SILVA VARGAS

Licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Chile; estudios de doctorado en la Universidad de Sevilla; exprofesor agregado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile; exprofesor del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile; miembro de número de la Academia Chilena de la Historia.

ALEXANDRINE DE LA TAILLE-TRÉTINVILLE URRUTIA

Licenciada y Doctora en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile; profesora investigadora del Instituto de Historia de la Universidad de los Andes; especializada en historia de las mujeres, de la educación y de la religiosidad.

RODOLFO URBINA BURGOS

Profesor de Historia y Geografía y Licenciado en Filosofía y Educación por la Universidad Católica de Valparaíso; doctor en Historia por la Universidad de Sevilla; profesor emérito del Instituto de Historia de la Universidad Católica de Valparaíso; especializado en historia de Hispanoamérica colonial e historia de Chiloé; miembro de número de la Academia Chilena de la Historia.

JUAN EDUARDO VARGAS CARIOLA

Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica, Facultad de Filosofía y Educación, Pontificia Universidad Católica de Chile; doctor en Historia por la Universidad de Sevilla; exprofesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile; exprofesor del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile; especializado en historia colonial y republicana de Chile; miembro de número de la Academia Chilena de la Historia.

ÍNDICE

SIGLAS

PRIMERA PARTE:

EL ORDEN ECONÓMICO

CAPÍTULO I.

ARCAÍSMO Y MODERNIDAD EN LA AGRICULTURA

CAPÍTULO II.

UNA ACTIVIDAD SIN INNOVACIONES: LA MINERÍA

CAPÍTULO III.

LA INCORPORACIÓN DE CHILE AL COMERCIO GLOBAL

CAPÍTULO IV.

LOS PRIMEROS PASOS DEL DESARROLLO INDUSTRIAL

CAPÍTULO V.

UNIENDO EL TERRITORIO: TRANSPORTES Y COMUNICACIONES

CAPÍTULO VI.

LAS IDEAS ECONÓMICAS 1826-1880

CAPÍTULO VII.

POLÍTICA MONETARIA

SEGUNDA PARTE:

ARTE Y CULTURA

CAPÍTULO I.

 

HACIA UNA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA CULTURA

CAPÍTULO II.

ARTES ESCÉNICAS Y MUSICALES

CAPÍTULO III.

CULTURA Y ARTE EN EL PAPEL: ESCRITORES, POETAS Y DIBUJANTES

CAPÍTULO IV.

PINTURA, ESCULTURA Y FOTOGRAFÍA

CAPÍTULO V.

LA LECTURA Y LOS LECTORES EN CHILE REPUBLICANO

CAPÍTULO VI.

LA EDUCACIÓN DE LA REPÚBLICA. ESTADO Y SOCIEDAD EN LA FORMACIÓN DE UN SISTEMA NACIONAL DE EDUCACIÓN

TERCERA PARTE:

EL TRÁNSITO DEL AUTORITARISMO CONSERVADOR AL AUTORITARISMO LIBERAL

CAPÍTULO I.

PRIMER GOBIERNO DE PÉREZ: EL TRIUNFO DE LA FUSIÓN LIBERAL-CONSERVADORA

CAPÍTULO II.

LOS PROBLEMAS INTERNACIONALES: SANTO DOMINGO, MÉXICO, BOLIVIA

CAPÍTULO III.

BELIGERANCIA POLÍTICA Y ELECCIONES DE 1864

CAPÍTULO IV.

ESPAÑA, PERÚ Y CHILE

CAPÍTULO V.

LA PRIMERA GUERRA DEL PACÍFICO

CAPÍTULO VI.

BOLIVIA: UN ARREGLO PASAJERO

CAPÍTULO VII.

HACIA LA REFORMA CONSTITUCIONAL

CAPÍTULO VIII.

EL SEGUNDO PERIODO PRESIDENCIAL DE PÉREZ

CAPÍTULO IX.

UN ACUERDO CON ESPAÑA Y SUS CONSECUENCIAS

CAPÍTULO X.

PREOCUPACIÓN POR MAGALLANES

CAPÍTULO XI.

CUESTIONES ELECTORALES Y CONSTITUCIONALES

CAPÍTULO XII.

CAMBIOS MINISTERIALES Y DIFERENCIAS ENTRE PODERES

CAPÍTULO XIII.

LA ACUSACIÓN A LA CORTE SUPREMA

CAPÍTULO XIV.

EL MINISTERIO AMUNÁTEGUI

CAPÍTULO XV.

LA PRIMERA REFORMA CONSTITUCIONAL

CAPÍTULO XVI.

LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL

CUARTA PARTE:

EL GOBIERNO DE FEDERICO ERRÄZURIZ ZAŃARTU

CAPÍTULO I.

UN POLÍTICO DE LA MODERNIDAD

CAPÍTULO II.

REAPARICIÓN DE LOS PROBLEMAS RELIGIOSOS

CAPÍTULO III.

LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES

CAPÍTULO IV.

LA RUPTURA DE LA FUSIÓN LIBERAL-CONSERVADORA

CAPÍTULO V.

AVANCES EN LA CODIFICACIÓN

CAPÍTULO VI.

PROBLEMAS EN EL NORTE: UN VECINO INCÓMODO

CAPÍTULO VII.

DIFERENCIAS CON ARGENTINA

CAPÍTULO VIII.

EL FIN DE LA ADMINISTRACIÓN

QUINTA PARTE:

EL GOBIERNO DE ANÍBAL PINTO Y LA GUERRA DEL PACÍFICO

CAPÍTULO I.

LOS PRIMEROS PASOS DE LA ADMINISTRACIÓN

CAPÍTULO II.

LA VACANCIA DEL ARZOBISPADO DE SANTIAGO

CAPÍTULO III.

NUEVAS CUESTIONES CON BOLIVIA

CAPÍTULO IV.

ARGENTINA: LA URGENCIA DE UN ARREGLO

CAPÍTULO V.

CRISIS EN LAS RELACIONES CON BOLIVIA Y OCUPACIÓN DE ANTOFAGASTA

CAPÍTULO VI.

COMIENZO DE LA GUERRA CON BOLIVIA Y PERÚ

CAPÍTULO VII.

LOS VACILANTES PASOS INICIALES DEL CONFLICTO

CAPÍTULO VIII.

UN GIRO DECISIVO

CAPÍTULO IX.

UN PLAN PARA LA GUERRA

CAPÍTULO X.

EL NUEVO MINISTERIO Y SUS LABORES

CAPÍTULO XI.

LA CAMPAÑA DE TARAPACÁ

CAPÍTULO XII.

PARALIZACIÓN DE LA GUERRA

CAPÍTULO XIII.

CONTINUACIÓN DE LA CAMPAÑA

CAPÍTULO XIV.

NUEVOS GOLPES A LA ALIANZA

CAPÍTULO XV.

TACNA Y ARICA

CAPÍTULO XVI.

¿CÓMO DAR TÉRMINO A LA GUERRA?

CAPÍTULO XVII.

LA CAMPAÑA DE LIMA

CAPÍTULO XVIII.

UNA PAZ ESQUIVA

CAPÍTULO XIX.

EL TÉRMINO DEL GOBIERNO DE PINTO

BIBLIOGRAFÍA

SIGLAS

ABO Archivo de don Bernardo O’Higgins, Academia Chilena de la Historia.

AChH, AE Academia Chilena de la Historia, Archivo Errázuriz.

AChH, AAC Academia Chilena de la Historia, Archivo Álvaro Covarrubias.

AGE Archivo General del Ejército.

AHICh Anuario de la Historia de la Iglesia Chilena. Seminario Pontificio Mayor, Santiago, Chile.

AICh Anales del Instituto de Chile.

AJAA Archivo Jaime Antúnez Aldunate.

AJLS Archivo Judicial de La Serena.

AJZ Archivo Julio Zegers (propiedad particular).

AMAE Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (España).

ANH Archivo Nacional Histórico.

ANLS Archivo Notarial de La Serena.

ASV Archivo Secreto Vaticano.

AUCh Anales de la Universidad de Chile.

BAChH Boletín de la Academia Chilena de la Historia.

BLDG Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno

BSCD Boletín de Sesiones de la Cámara de Diputados.

BSS Boletín de Sesiones del Senado.

CH Cuadernos de Historia, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile.

CSFL ANH, Colección Sergio Fernández Larraín.

DO Diario Oficial de la República de Chile.

EDSM Álvaro Góngora Escobedo (ed.), Domingo Santa María González (1824-1889),

Epistolario, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2015.

EMM Cristóbal García-Huidobro Becerra (ed.), Epistolario de Manuel Montt (1824-1880), dos vols., Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2015.

FMG ANH, Fondo Ministerio de Guerra y Marina.

FVM ANH, Fondo Vicuña Mackenna.

HAHR The Hispanic American Historical Review, The Duke University Press.

 

Historia Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago.

LO Legislatura Ordinaria.

LE Legislatura Extraordinaria.

MI ANH, Archivo del Ministerio del Interior.

MJC ANH, Archivo del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública.

MRREE Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores.

PAM Pascual Ahumada Moreno, Guerra del Pacífico. Recopilación Completa de todos los Documentos Oficiales, Correspondencias y demás Publicaciones referente a la Guerra que ha dado a luz la Prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo Documentos Inéditos de Importancia (1884-1891).

RC La Revista Católica (primera etapa, 1843-1874).

RChHD Revista Chilena de Historia del Derecho.

RChHG Revista Chilena de Historia y Geografía.

REH Revista de Estudios Históricos.

REHJ Revista de Estudios Histórico-Jurídicos.

RHSM Revista de Historia Social y de las Mentalidades, Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile.

RMCh Revista Musical Chilena.

RMeCh Revista Médica de Chile.

SCL Sesiones de los Cuerpos Legislativos.

SSS Juan Ortiz Benítez, Sesiones Secretas del Senado de Chile durante la Guerra del Pacífico, La Casa del Libro Viejo, Lima, 2013.

PRIMERA PARTE

CAPÍTULO I
ARCAÍSMO Y MODERNIDAD EN LA AGRICULTURA

HORACIO ARÁNGUIZ DONOSO

La agricultura fue la principal actividad de la economía nacional durante gran parte del siglo XIX. En el periodo en estudio ocupó la mayor parte de la mano de obra del país, aproximadamente las cuatro quintas partes de la fuerza laboral. Por ello no es una exageración considerar que Chile fue un país agrario; se trata, en rigor, de una realidad. Más aún, en la búsqueda de un concepto que articule la relación de trabajadores, propiedad, sociedad, vida cotidiana y redes económicas, el agro puede considerarse como el elemento más idóneo.

La historiografía ha caracterizado generalmente a la agricultura del siglo XIX como tradicional, sin mayores avances, y una fiel continuadora de la etapa colonial. Las causas de esta percepción se deben a múltiples orígenes: la fuerte huella dejada por algunos de los historiadores liberales decimonónicos, para los cuales no hubo prácticamente ruptura entre el Chile monárquico y el de los decenios republicanos; la mirada crítica de los viajeros europeos y norteamericanos plasmada en sus memorias; las observaciones de técnicos extranjeros avecindados en el país; las posiciones ideológicas de algunos sectores políticos, y, por último, la reproducción de esos conceptos en el sistema escolar, a través de la formación docente y de los textos de estudio, lo que contribuyó a formar en el imaginario colectivo un cuadro estático y retrasado de la agricultura.

Sin embargo, la profundización en la historia de la agricultura nacional permite observar que ella estuvo lejos de ser estática. Al contrario, se caracterizó por exhibir cambios y continuidades en la forma de explotación, en la propiedad y en los productos. En este proceso se conjugaron fuerzas globales con realidades locales, con ideas, trabajos y esfuerzos, todo matizado por la realidad geográfica, las disposiciones humanas y el azar histórico, lo que generó manifiestas variaciones territoriales, con diferencias muy profundas en su desenvolvimiento.

Diversas variables afectaron a la agricultura en su dinamismo. El proceso de la Independencia, con los daños que ocasionó en los campos y en la economía, fue, sin duda, extremadamente perjudicial para el agro. El auge minero en Arqueros y Chañarcillo, la reapertura del mercado del Perú y más tarde el surgimiento de los de California y Australia hicieron posible un crecimiento agrícola nunca antes visto que, si bien fue breve, dio un notable impulso a la economía chilena. La crisis mundial del decenio de 1870 tampoco pasó inadvertida y se sintió con fuerza en el país. La llegada de la ciencia al servicio de la agricultura, a través de nuevas técnicas de cultivo, modalidades de fertilización e inversiones en canales y embalses, marcó los nuevos derroteros por donde los agricultores enfrentaron los nuevos tiempos.

LA AGRICULTURA EN LOS VALLES TRANSVERSALES
CARACTERÍSTICAS DE LA PROPIEDAD

El dominio del espacio geográfico en los valles transversales durante el siglo XIX fue desigual y tiene su raíz en los siglos XVII y XVIII, caracterizándose independientemente cada una de estas depresiones morfológicas según sus dinámicas históricas y sus coyunturas socioeconómicas de producción. Uno de los factores que distinguió el tamaño de la propiedad y la naturaleza de esta fue, entre otros, la calidad de los terrenos agrícolas, ya que ella condicionaba la superficie y la producción1.

Las estancias, haciendas y fundos convivieron en los valles transversales, por su naturaleza y configuración geográfica, con la pequeña propiedad, constituida por fundos pequeños, chacras y quintas2. Desde Copiapó hasta Aconcagua, principio y término de la región de los valles transversales de norte a sur, la pequeña propiedad fue la más frecuente en las zonas bajas de los valles, desde la ribera del río hasta el comienzo de la pendiente o faldeo de los cerros, sin perjuicio de que en ellas también existieran propiedades medianas y grandes. En cambio, en las zonas altas, fluctuando de valle en valle, el tamaño de la propiedad generalmente tendía a aumentar, y también a modificarse la configuración propietaria, ya que existían tierras no solo privadas, sino también comunes. Las primeras estaban generalmente destinadas a labores agrícolas, mientras que las segundas, situadas en los sectores más elevados de los valles y ya en plena cordillera, eran utilizadas en forma colectiva por los propietarios, particularmente en el septentrión, de preferencia para la ganadería trashumante caprina y ovina, que después de invernar en los pastos de la costa subía a las veranadas en la época estival3.

El origen de la propiedad en los valles transversales se remonta al periodo indiano, con la concesión de mercedes de tierras, las que a través de los años se fueron modificando producto de múltiples factores, como herencias, compras, donaciones, permutas y adjudicaciones judiciales. Se ha subrayado que la extensión de la hacienda se mantuvo sin mayor variación en Chile durante el siglo XVIII y hasta mediados del siglo XIX, para comenzar entonces, por diversas razones, a fragmentarse4. Esto permitió que en valles como el de Copiapó convivieran en el transcurso del siglo XIX pequeñas y medianas propiedades a ambos lados de la ribera del río homónimo, existiendo en la parte baja algunos fundos de gran extensión. En cambio, en valles como el de Limarí, la pequeña propiedad fue la predominante, como se advierte en el examen de los registros del conservador de bienes raíces durante gran parte del siglo XIX, lo que reafirma la observación de Ignacio Domeyko cuando visitó el fundo Limarí, de mil 500 cuadras5. La hacienda Sotaquí, de Mariano Ariztía, ocupaba el lugar 99 en el listado de las mayores propiedades chilenas según el catastro de 1833, con una renta de tres mil 300 pesos6.

En el valle de Huasco, en Atacama, las propiedades se caracterizaron tempranamente por ser pequeñas. En su recorrido por el norte, Domeyko observó que ese valle, junto con ser de un verde profundo, al menos en su parte baja estaba dividido en varias haciendas7.

La estructura de la propiedad variaba de valle en valle. Por ejemplo, en el valle de Panquehue existían hacia 1858 tan solo tres haciendas, que ocupaban la totalidad de la angosta explanada: San Buenaventura, de Máximo Caldera Mascayano; San Roque, de Vicente Mardones Constanzo, y Lo Campo, de Juan José Pérez Cotapos de la Lastra8. Poco más tarde este cuadro se modificó con la división de esas tres haciendas en más de 20 propiedades9.

Siguiendo hacia el sur, en pleno corazón del valle de La Ligua, la propiedad muestra los signos de las continuidades y variaciones en su forma de dominio. Según Mellafe y Salinas, allí la gran propiedad predominó durante la primera mitad del siglo XIX, tal vez por obra de prácticas destinadas a mantener la integridad del predio. Así, la hacienda Jaururo pertenecía en 1853 a cinco herederos, cada uno de los cuales tenía el usufructo de su parte, con lo que se mantuvo la unidad del bien raíz. La hacienda El Blanquillo, en cambio, se subdividió en 27 inmuebles entre 1820 y 185310.

En los valles meridionales se observa con mayor claridad la progresiva extensión de la propiedad agraria que, como las anteriores, desde mediados del siglo XIX lentamente se empezó a fragmentar.

En la región de Aconcagua, cuyas tierras son regadas por el río homónimo y por el río Putaendo, las propiedades eran, en comparación con las del norte, mucho más extensas. Así, por ejemplo, la hacienda Longotoma, de los agustinos, y más tarde de Francisco Javier Ovalle, tenía una cabida de 12 mil 930 cuadras. Según el catastro de 1833, su renta de cinco mil pesos la situaba con el número 51 entre las mayores propiedades del país11. Un poco más al sur, la hacienda Catapilco, de Francisco Ramón Vicuña, contaba en la década de 1830 con 36 mil cuadras. Un tamaño similar exhibía la de Pullally, de José Miguel Irarrázaval12. Para el catastro, sin embargo, la primera tenía una renta de seis mil pesos, con lo que quedaba en el lugar 19 de las mayores propiedades rurales, en tanto que la segunda, con cinco mil, se situaba en el lugar 3513.

El minifundio estuvo marcado por la tensión producida por dos fuerzas divergentes: la tendencia a la subdivisión, por una parte, que al permitir solo una economía de subsistencia acentuaba la pobreza del propietario y de su familia y era un estímulo poderoso para el abandono de la tierra, y, por otra, la acumulación de tierras, mediante compras y arriendos, por parte de los campesinos dotados de mayor sentido empresarial14. Estas compras podían ser de tierras contiguas o separadas, lo que en este último caso hacía más compleja su explotación, y tal vez más costosa. La información relativa al departamento de Putaendo para el periodo 1869-1878 es significativa: el 78,3 por ciento de los predios medía menos de media hectárea, y abundaban los discontinuos15. Pero la compra de tierras en el intento de incrementar la cabida y asegurar al grupo familiar una posible salida del círculo de la pobreza no era una garantía de estabilidad de la propiedad raíz. En efecto, apenas el campesino moría sus tierras eran automáticamente objeto de división. Así, por ejemplo, al hacer José Marín su testamento en 1873, dejó dos predios en Putaendo, uno de media cuadra y 14 varas, y otro de una cuadra y 14 varas para que fueran repartidos entre sus seis hijos16. Borde y Góngora llamaron la atención sobre los intentos exitosos de propietarios pequeños o medianos del valle del Puangue, en el departamento de Melipilla, de incrementar la cabida de sus predios mediante compras y convertirse en grandes hacendados. Lo interesante de estos mecanismos de concentración predial es la fragilidad exhibida por los inmuebles reconstituidos, los cuales, después de una o dos generaciones también se fragmentaron17. Cabe observar, por último, que el aumento de la población a partir de 1880 parece haber incidido en alguna forma en la subdivisión de la tierra18.

Sabemos que el número de habitantes en las grandes propiedades era elevado. Por 1885 las haciendas de Ibacache y Chorombo tenían entre mil 200 y mil 400 habitantes. El censo de 1854 dio para las tres haciendas de la subdelegación de Panquehue un total de dos mil 97 habitantes, de los cuales mil 129 eran hombres y 968 mujeres de todas las edades. Pero los hombres entre 15 y 50 años sumaban 623 personas, lo que habla de la elevada densidad de la población rural19. No estamos en condiciones de dar informaciones generales sobre la población rural y su evolución, pues solo a partir del censo de 1907 se contó con criterios seguros para diferenciar las áreas rurales de las urbanas20.

Casi todos los historiadores coinciden en que el principal motor de la progresiva atomización de la gran propiedad en los valles meridionales se debió a las crecientes exigencias de los mercados internos y externos, las que la gran propiedad no estaba en condiciones de satisfacer21. Otras variables, como el cambio de mentalidad de los agricultores, las hipotecas de los predios para garantizar préstamos de la Caja de Créditos Hipotecario, la protección dada por el Código Civil a los derechos de los herederos y la venta de los inmuebles para cambiar el giro del negocio22, se deben sumar para comprender esta modificación en la cartografía de la propiedad agraria.

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