Enojo

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Enojo

ESCAPANDO DEL LABERINTO

David Powlison


Publicado por:

Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629461-52-6

© Copyright, 2000 por David Powlinson. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

Agradecemos el permiso y la ayuda brindados por P&R Publishing Company, P.O. Box 817, Phillipsburg, NJ 08865–0817.

© Copyright, 2018 Publicaciones Faro de Gracia. Traducido al español por Giancarlo Montemayor. La portada y las páginas fueron diseñadas por Benjamín Hernandez de Enjoy Media, Inc.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, procesada en algún sistema que la pueda reproducir, o transmitida en alguna forma o por algún medio –electrónico, mecánico, fotocopia, cinta magnetofónica u otro– excepto para breves citas en reseñas, sin el permiso previo de los editores.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Contenido

Enojo: Escapando del Laberinto

Un camino que nos aleja del enojo

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Enojo: Escapando del Laberinto

¿Qué es el enojo? ¿Cómo debo manejarlo? En un mundo de decepciones, imperfecciones, miserias y pecados (nuestros y de otros), el enojo es un hecho. Tú te enojas. Yo me enojo. No es de sorprenderse que la Biblia esté llena de historias, enseñanzas y comentarios sobre el enojo. Dios pretende que entendamos el enojo y que conozcamos cómo los problemas del enojo pueden ser resueltos.

De acuerdo a la Biblia, incluso Dios se enoja—con el pecado y la maldad. El hecho de que Él se enoje nos dice que el enojo puede ser completamente correcto, bueno, apropiado, hermoso, una respuesta a algo malo que incluso muestra amor a las víctimas de la maldad. Pero Satanás también se enoja. El enojo como el suyo es completamente equivocado, malo, inapropiado, feo—una respuesta completamente destructiva. Tal enojo muestra la misma esencia de la maldad: “Yo quiero mi camino y no el de Dios, y como no puedo tener las cosas como yo quiero, me enfurezco”.

El enojo es natural a los seres humanos en dos formas muy diferentes. Es natural porque fuimos creados a la imagen de Dios con la capacidad para tener enojo piadoso. Pero el enojo pecaminoso también es natural a nosotros desde la Caída. Como seres humanos corrompidos a la imagen de Satanás, también estamos programados para el resentimiento y odio. Y en un mundo caído, el enojo humano esta tan desordenado que incluso el enojo justo fácilmente se degenera en algo pecaminoso.

Esto nos lleva de vuelta a nuestras preguntas iniciales: ¿Qué es el enojo y cómo debemos manejarlo? Nuestro mundo ofrece respuestas que son gobernadas por muchos conceptos erróneos, dañinos y mentirosos. Pero las respuestas de la Biblia ofrecen esperanza y poder para las personas atrapadas en sus luchas con el enojo. Su verdad proporciona un camino para salir del enojo y los laberintos de mentiras y confusión que lo rodean.

Si te sientes impotente para superar la ira, ¡aliéntate! Dios no nos muestra nuestros pecados para dejarnos atrapados en ellos. Jesús vino para vencer el poder del enojo en tu vida, y su sabiduría puede guiarte al tú luchar contra él. Comencemos viendo tres de los conceptos erróneos y dañinos más comunes sobre el enojo que plagan nuestra sociedad y nuestras vidas personales.

Mentira #1: El enojo es algo dentro de mí

La Biblia deja en claro que el enojo no es una “cosa”. Es un acto moral de la persona entera, no una “sustancia” o “algo” dentro de ti. Esto pudiera sonar obvio, pero la mayoría de los entendimientos populares del enojo no lo ven así. ¿Es el enojo un líquido candente y emocional que acumula presión en el interior? ¿O es el enojo un demonio que toma residencia en nosotros? Estas ideas comunes—¡que se oponen completamente entre sí!—ambas están de acuerdo en que el enojo es algo.

En la cultura occidental, muchas teorías del enojo tratan el asunto como un líquido emocional que acumula presión en el interior y debe ser liberado. Esta teoría “hidráulica” del enojo contribuye a la sabiduría popular de que el enojo “simplemente es, y no es bueno ni malo”. ¿Por qué esta teoría parece plausible? Porque imágenes como estas captan como se puede sentir el enojo: El enojo de una persona puede ser “contenido”; “su bomba está cebada”. Las personas pueden estar “hirviendo de enojo”, “llenas” de enojo, esperando “explotar”. Ellos pueden “desfogarse”. El enojo sin resolver puede estar “guardado en el interior”, “albergado” por décadas. Si tú lo “sacas de tu pecho” de manera que tu enojo se “esfume”, te sentirás mejor. Todas estas metáforas describen el enojo como una sustancia presurizada dentro de nosotros.

Sin lugar a duda, estas coloridas descripciones captan cómo se siente el enojo. Pero una metáfora no se supone que supere aquello que pretende ilustrar. El enojo se siente ardiente, pero no es un fuego. La solución al enojo pecaminoso no es remover quirúrgicamente el horno ¡o beber suficiente agua para apagar las llamas! La solución es una moral: el “volverse” del pecado a la gracia de Dios en fe arrepentida.

Cuando las personas creen que el enojo es algo dentro de ellas, no algo que ellas hacen, esto los lleva a una solución que no es el arrepentimiento. La consejería intentará liberar la presión al “sacar la ebullición” (¡otra metáfora!). “Aquí esta una almohada. Supón que esta almohada es tu mamá. Toma este bate de baseball y golpea la almohada, maldiciéndola por todo lo que hizo. Sacarás el enojo de tu sistema y asunto arreglado”.

El escenario suena lógico si el enojo es una cosa dentro de nosotros. Pero ya que el enojo es un acto moral de la persona entera, el escenario es pecaminoso, incluso si atenuara el enojo temporalmente. La verdadera solución es la auto comprensión, un reconocimiento del mal, el arrepentimiento, la fe y una nueva obediencia generada por el poder de la gracia de Dios.

En las culturas animistas—y en algunos segmentos de la cultura cristiana contemporánea—muchas personas tratan el enojo como un “demonio”. Otra vez, la ira es algo dentro de ti, y estarás bien solo cuando lo saques de dentro de ti, en este caso al expulsarlo. Otra vez, la teoría parece plausible. El enojo, tanto como cualquier otro pecado, nos hace exactamente como el diablo. Cuando tú ves (o eres) una persona pecaminosamente enojada, la imagen del diablo es mostrada.

Pero la mano del diablo en el enojo no es diferente de su participación en cualquier otro pecado. Él no nos demoniza cuando pecamos; nos gobierna. Él nos tienta y miente para poder controlarnos y destruirnos. La solución no radica en el exorcismo para los supuestos demonios de la furia, ira, orgullo y rebelión; más bien, se encuentra en el arrepentimiento de la furia, ira, orgullo y rebelión, volviendo al Señor de la gracia. El enojo es un acto moral, y su solución es también un acto moral.

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