Los Espejos

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CIELO MONTIEL

Los Espejos


Montiel, Cielo

Los espejos / Cielo Montiel. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-1854-5

1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.

CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Nadie viviría en una casa donde ya hubo varias muertes traumáticas, y la verdad que yo tampoco. Era muy supersticioso. Eso es lo que pensaba antes. Si hubiese podido elegir, pero es que, con la vida que llevaba en el lugar desde donde vine, no tenía futuro, ni donde vivir, porque estaba en la ruina total. Fue así que usurpe esta casa ubicada en el bosque. Llegue aquí escapando de la ciudad, escapando de mis ex amigos a los que le debía dinero, culpa de mis adicciones a las drogas y al juego. Allí llevaba una vida de excesos que no solo afecto mi existencia, mi salud, sino que llevo a la muerte al amor de mi vida. Liliana. La mujer más hermosa a la que amaba con todo mí ser. Pero mi estúpido orgullo me supero como siempre, y me llevo a tomar malas decisiones y arrastrar a mi joven amada por el camino de las adicciones. Con tanta mala suerte que una noche loca de esas que sabíamos tener, de comportamientos exuberantes por las drogas consumidas, en la que dábamos rienda suelta a nuestros más bajos instintos, su cuerpo no soporto y murió de un paro cardiorrespiratorio causado por una sobredosis. La autopsia revelo en los análisis, que su sangre contenía grandes dosis de droga adulterada, o sea, nos vendieron veneno. El día de su velatorio su familia me corrió del lugar. No pude despedirme de ella. Todos me odiaban, yo era un caso perdido. Nadie me ayudaría, les había fallado a todos. Ya era tarde para decir que estaba arrepentido y que nunca fue mi intención que ella tuviera ese final. Estaba solo.

Escape como un cobarde para salvar mi pellejo. Mis amigos, casi todos delincuentes y traficantes me buscaban para cobrarse o matarme. Las malas juntas y la vida de excesos me llevaron a la ruina económica y a convertirme en un fugitivo. Sin trabajo y sin amigos esa misma noche huí. Un nudo se hizo en mi garganta, mis ojos se llenaron de lágrimas por el dolor y el miedo. Con prisa busque mi mochila. En ella puse algunas prendas, mis documentos y algo de alimento junto a una botella de agua, como para subsistir el tiempo que me lleve alejarme de esta ciudad, por eso no sé cómo di con este lugar. Llegué muy tarde, casi de madrugada, camine toda la noche, estaba muy cansado, entré, me recosté sobre una pared y me quedé dormido en el suelo frio, estaba exhausto, prácticamente me desmaye por el cansancio y la depresión que embargaba toda mi alma. Al otro día, cuando abrí los ojos, sentí que despertaba de una pesadilla. Con la luz del amanecer, golpeándome a la cara, sentí un mal olor que invadía el lugar, poco a poco fui a abriendo los ojos para encontrarme con una imagen de terror, sentí pánico, como un agujazo en el estómago, que me revolvió las tripas. Me encontré con el cadáver pútrido de una anciana en esta casa en ruinas. ¿Estoy soñando? ¿Me estoy volviendo loco?... luego de unos segundos de vomitar y a la vez sentir el asco en mi garganta pude tranquilizarme y tratar de asimilar lo que estaba pasando, no recordaba haber consumido nada

estaba limpio por primera vez en un tiempo, la abstinencia puede provocar delirios pero el cadáver estaba ahí

era real. Al parecer la dueña de esta casa murió en completa soledad, o al menos eso intuí, aunque parecía haber señales de que tal vez robaron, ya que no había nada de valor, gran parte de la propiedad estaba destruida. Pero me quede aquí, no tenía otra opción. Recorriendo el lugar en ruinas, en el patio trasero totalmente abandonado encontré en un pequeño galpón y en él, una pala algo descalabrada. Ese mismo día enterré el cadáver putrefacto en el fondo del patio, lo más alejado posible y le di sana sepultura. No podría describir con palabras lo horrible que fue mover el cuerpo hasta el patio y olor que empezó a despedir ni el movimiento de los gusanos debajo de la piel. Al enterrar el cuerpo, y mientras peleaba con mis ganas de irme y el miedo de que me encuentren, note que no muy lejos, había otra sepulcro. Una cruz de hierro oxidado con un nombre casi indeleble, pero se alcanzaba a leer, Lilian. Quien yacía en esa tumba olvidada tenía un nombre similar al de mi amada Liliana. No pude evitar derramar mis lágrimas sobre esos sepulcros. Llore y me maldije a mí mismo por tanta mala suerte, infortunios que yo mismo me había buscado.

Con rabia seque mis lágrimas y mientras enterraba a la anciana en ese agujero que yo abrí en la tierra, les prometí cambiar, a esos cadáveres desconocidos y al recuerdo de mi novia muerta por mi culpa. Prometí dejar esa vida miserable, dejar de ser tan fracasado e intentar vivir más dignamente.

Desde entonces estoy aquí. En esta casa solitaria, fría, húmeda y bastante oscura. Está bien oculta entre la frondosa vegetación, camuflada por las hiedras trepadoras sobre las paredes.

Por las noches escucho que alguien susurra tristemente, como sollozando. Tal vez sean los espíritus de las difuntas que están enterradas en el fondo o tal vez solo sea el viento. A veces las cosas se mueven solas, y es ahí que me paraliza una sensación de miedo y de angustia, que recorren todo mi cuerpo. Pero es temporal. Pienso si será producto de mis delirios, secuelas que me produce la abstinencia de los fármacos a los que era adicto. Pero estoy mejor, lejos de toda esa vida de porquería que llevaba en la ciudad. Trato de canalizar mis emociones, y tranquilizar también esas energías que por momento se manifiestan y parecen suplicarme ayuda o tal vez quieren correrme de aquí.

En mis recorridas por el bosque encontré hierbas medicinales, recordé que mi novia me relato una vez que ella juntaba flores con los que formaba unos ramilletes que dejaba secar con los que luego sahumaba la casa, y otras hierbas eran comestibles o que se podía hacer una infusión y beber. Junté gran variedad de ella. Arme algunos sahumerios con las flores y hierbas que encontré, los prenderé esta noche cuando se manifiesten las energías y ver si así todo vuelve a la normalidad. Porque aquí pienso quedarme lo más que pueda, no tengo otro lugar adonde ir.

— ¿Me tendré que transformar en hechicero?– me pregunte a mí mismo.

Con esfuerzo logre darle un poco de calor de hogar al ambiente. Repare la estufa de leños, y así se tornó más cálido el lugar donde descanso. El fuego ahuyentará los malos espíritu que pudiera haber en el lugar desde siempre, o tal vez sea el alma en pena de la pobre anciana.

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