Una Razón Para Temer

Текст
Из серии: Un Misterio de Avery Black #4
0
Отзывы
Читать фрагмент
Отметить прочитанной
Как читать книгу после покупки
Шрифт:Меньше АаБольше Аа

CAPÍTULO TRES

Avery suponía que, si tomaba el puesto de sargento, necesitaba superar el odio que sentía por la sala de conferencias de la A1. No tenía nada en contra de la sala en sí. Pero sabía que una reunión celebrada dentro de ella muy poco después del descubrimiento de un cuerpo significaba que habría mucha discusión y gritos y que todos tratarían de acabar con sus teorías.

“Tal vez eso llegará a su fin una vez que sea sargento”, pensó mientras entraba en la sala.

Connelly estaba en la cabecera de la mesa, moviendo algunos papeles. Calculó que O’Malley llegaría pronto. Parecía estar más presente en todas las reuniones a las que ella asistía desde que le habían ofrecido el puesto de sargento.

Connelly levantó la mirada y se enfocó en ella. “Las cosas se están moviendo rápidamente en este caso”, dijo. “El cuerpo vertido en el río fue identificado exactamente hace cinco minutos. Patty Dearborne, de veintidós años de edad. Una estudiante de la Universidad de Boston, nacida en Boston. Eso es lo único que tenemos hasta ahora. Los padres deben ser informados una vez que esta reunión termine”.

Deslizó una carpeta que contenía solo dos hojas de papel. Una mostraba una imagen tomada del perfil de Facebook de Patty Dearborne. La otra hoja mostraba tres fotos, todas tomadas en el río Charles ese mismo día. La cara de Patty Dearborne estaba presente en todas ellas, sus párpados color púrpura cerrados.

Como una manera de tratar de meterse en la mente del asesino, Avery trató de ver el rostro de la mujer joven de la misma manera que un asesino lo haría. Patty era preciosa, incluso en la muerte. Tenía un cuerpo que Avery consideraba demasiado delgado pero que seguro tenía a todos los hombres delirando. Utilizó esta mentalidad, tratando de entender por qué un asesino elegiría a tal víctima sin ningún tipo de implicación sexual.

“Tal vez está tras las cosas bellas. La pregunta es si él está buscando estas cosas hermosas con el fin de adularlas o destruirlas. ¿Aprecia la belleza o quiere destruirla?”.

No estaba segura de cuánto tiempo pasó pensando en esto. Saltó un poco cuando Connelly llamó al orden. Había un total de nueve personas en la sala de conferencias. Ella vio que Ramírez había entrado en un momento. Se encontraba en un asiento cerca de Connelly, ojeando la misma carpeta que Connelly le había entregado hace unos minutos. Al parecer sintió que ella lo estaba mirando ya que levantó la mirada y le sonrió.

Ella le devolvió la sonrisa y Connelly comenzó a hablar de nuevo. Bajó la mirada de inmediato, pues no quería ser demasiado obvia. Aunque casi todo el mundo sabía que ella y Ramírez tenían algo, seguían intentando ser discretos.

“Todos ya deberían estar informados”, dijo Connelly. “Para aquellos de ustedes que aún no lo saben, la mujer fue identificada como Patty Dearborne, una estudiante de último año de la Universidad de Boston. Fue encontrada en el río Charles en las afueras de Watertown, pero nació y creció en Boston. Como la detective Black señaló en la sesión informativa, la corriente del río sugiere que el cuerpo fue vertido en otro lugar. El equipo forense supone que su cuerpo pasó unas veinticuatro horas en el agua. Estas dos cosas señalan que el cuerpo fue vertido en algún lugar de Boston”.

“Señor”, dijo el oficial Finley. “Perdóname por preguntar, pero ¿por qué no estamos considerando el suicidio? No encontramos ni moretones ni señales de un enfrentamiento”.

“Descarté esa posibilidad casi de inmediato cuando vi que la víctima estaba desnuda”, dijo Avery. “Aunque el suicidio sería algo que normalmente se consideraría, es muy poco probable que Patty Dearborne se desnudara antes de saltar al río Charles”.

Odiaba derribar las ideas de Finley. Sabía que cada semana se hacía mejor oficial. Había madurado este último año, transformándose de ser ese chico de fraternidad a un buen oficial que trabajaba duro.

“Pero nada de moretones”, dijo otro oficial. “Eso parece ser la pistola humeante”.

“O es evidencia de que no fue un suicidio”, argumentó Avery. “Si ella hubiera saltado de cualquier altura de más de dos a tres metros, hubiéramos encontrado hematomas visibles en su cuerpo por el impacto”.

“El equipo forense llegó a la misma conclusión”, dijo Connelly. “Nos enviarán un reporte más detallado pronto, pero se sienten bastante seguros de eso”. Luego miró a Avery y le hizo un gesto para que continuara. “¿Qué más tienes, detective Black?”.

Se tomó un momento para discutir las cosas que le había señalado a Connelly, detalles que figuraban en la sesión informativa. Mencionó las uñas recortadas y pulidas, la falta de pelo y la ausencia de joyas. “Otro punto importante a señalar es que un asesino que llegaría a estos extremos para hacer que sus víctimas se vieran presentables sugiere ya sea una admiración sesgada por la víctima o algún tipo de arrepentimiento”.

“¿Arrepentimiento?”, preguntó Ramírez.

“Sí. La emperifolló y la puso bella porque tal vez no tenía la intención de matarla”.

“¿Hasta el punto de afeitar sus partes privadas?”, preguntó Finley.

“Sí”.

“Y diles por qué crees que se trata de un asesino en serie, Black”, dijo Connelly.

“Porque incluso si fue un error, el hecho de que el asesino le arregló las uñas y la afeitó indica paciencia. Y cuando le añades a eso el hecho de que esta mujer era muy bonita y libre de imperfecciones, me hace pensar que se siente atraído por la belleza”.

“Tiene una forma curiosa de demostrarlo”, dijo alguien más.

“Lo que me lleva de nuevo a pensar que tal vez no tenía la intención de matarla”.

“¿Así que piensas que fue una cita que salió muy mal?”, preguntó Finley.

“No podemos estar seguros todavía”, dijo. “Pero ahorita creo que no. Si fue así de deliberado y cuidadoso con la forma en la que se vería antes de verterla, creo que lo más probable es que fue igual de cuidadoso en seleccionarla”.

“¿Seleccionarla para qué, Black?”, preguntó Connelly.

“Creo que eso es lo que tenemos que averiguar. Con suerte el equipo forense tendrá algunas respuestas que nos llevarán por el camino correcto”.

“Entonces ¿qué hacemos mientras tanto?”, preguntó Finley.

“Trabajemos”, dijo Avery. “Investiguemos todo lo que podamos sobre la vida de Patty Dearborne con la esperanza de encontrar alguna pista que nos ayude a atrapar a este tipo antes de que lo haga de nuevo”.

Cuando la reunión terminó, Avery se dirigió al otro lado de la sala de conferencias para hablar con Ramírez. Alguien tenía que informarles a los padres de Patty Dearborne y ella sentía la necesidad de hacerlo. Aunque hablar con padres afligidos era increíblemente difícil y emocionalmente agotador, hacerlo era una de las mejores formas para encontrar la primera pista. Quería que Ramírez fuera con ella, ya que quería seguir equilibrando su vida personal y profesional. Aún le era difícil, pero se estaba acostumbrando.

Sin embargo, antes de que pudiera llegar a él, O’Malley entró en la sala. Él estaba hablando por teléfono, obviamente apurado. Era evidente que eso con lo que estaba lidiando lo estaba presionando lo suficiente como para haberle hecho perderse la reunión sobre el caso de Patty Dearborne. Se puso de pie junto a la puerta, esperó hasta que todos excepto Avery, Ramírez y Connelly se fueran y luego cerró la puerta. Finalizó su llamada con: “Sí, más tarde”, y luego respiró profundamente.

“Discúlpenme por haberme perdido la reunión”, dijo. “¿Surgió algo importante?”.

“No”, dijo Connelly. “Identificamos a la mujer y ahora tenemos que informarle a la familia de su muerte. Partimos del hecho de que esta persona lo hará de nuevo”.

“Black, ¿puedes enviarme un informe rápido explicando los detalles?”, preguntó O’Malley.

“Sí, señor”, dijo. Nunca le pedía cosas pequeñas como esas. Se preguntó si esta era otra de sus pruebas no tan sutiles. Había notado que había sido más indulgente con ella durante las últimas semanas, más dispuesto a darle más responsabilidad sin interferencia. Estaba segura de que todo eso tenía que ver con el ascenso ofrecido.

“Ya que ambos están aquí”, dijo O’Malley, mirando a Avery y Ramírez, “me gustaría decirles algo. No tengo mucho tiempo, así que esto será rápido. En primer lugar, no me molesta para nada que estén saliendo. Pensé mucho en separarlos, pero trabajan demasiado bien juntos. Así que, siempre y cuando ambos puedan tolerar las bromas y especulaciones internas, seguirán siendo compañeros. ¿Les parece bien?”.

“Sí, señor”, dijo Ramírez. Avery asintió con la cabeza.

“Ahora... Black. Con respecto al ascenso que te ofrecimos a sargento, necesitaré una respuesta pronto. Digo, en las próximas cuarenta y ocho horas. He tratado de ser paciente, dejándote pensar bien las cosas. Pero han pasado más de dos meses. Creo que es justo”.

“Es justo”, dijo ella. “Te haré saber mi respuesta mañana”.

Ramírez la miró, sorprendido. A decir verdad, su respuesta también la había sorprendido. En el fondo creía saber lo que quería.

“Ahora, respecto a este caso del río”, dijo O’Malley. “Es oficialmente tuyo, Black. Ramírez trabajará contigo, pero compórtense como los profesionales que son”.

Avery se sentía un poco avergonzada y comenzó a ruborizarse. “Dios mío”, pensó. “Primero un día de compras y ahora sonrojándome por un chico. ¿Qué demonios me pasa?”.

Avery desvió el tema para mantener las cosas en marcha. “Quisiera ser la encargada de informarles a los padres”.

“Podemos delegarle eso a otra persona”, ​​sugirió Connelly.

“Lo sé. Pero, aunque suene muy feo, los padres que reciben noticias así de terribles suelen ser los mejores recursos para obtener información. Están vulnerables”.

 

“Dios mío, eso es bastante cruel”, dijo Connelly.

“Pero efectivo”, dijo O’Malley. “Excelente, Black. Son las cuatro y cincuenta. Con un poco de suerte, podrás encontrarlos llegando a casa de sus trabajos. Me aseguraré de que alguien te envíe la dirección por mensaje de texto dentro de los siguientes diez minutos. Ahora manos a la obra. Pueden retirarse”.

Avery y Ramírez salieron de la sala. En el pasillo, los oficiales que trabajaban en horario de oficina estaban finalizando su día. Pero a Avery aún le faltaba mucho trabajo por hacer este día. De hecho, con la tarea de darles la noticia de la muerte de una mujer joven a sus padres en el horizonte, Avery supo que esta sería una noche muy larga.

CAPÍTULO CUATRO

Los Dearborne vivían en una pequeña casa pintoresca en Somerville. Avery leyó la información que le habían enviado por mensaje de texto y correo electrónico mientras que Ramírez conducía. Patty Dearborne había sido una gran estudiante. Estaba cursando su último año en la Universidad de Boston y tenía intenciones de convertirse en la consejera de una empresa de salud del comportamiento. Su madre, Wendy, era una enfermera especializada en traumatismos que trabajaba en dos hospitales diferentes. El padre de Patty, Richard, era el director de desarrollo de negocios de una gran empresa de telecomunicaciones. Eran una familia acomodada con un expediente impecable.

Y Avery estaba a punto de decirles que su hija había muerto. No solo que estaba muerta, sino que había sido arrojada a un río helado completamente desnuda.

“Entonces”, dijo Ramírez mientras conducía por las pequeñas calles rústicas de los vecindarios de Somerville. “¿Vas a aceptar el puesto de sargento?”.

“No sé todavía”, dijo.

“¿Qué tienes en mente?”

Ella lo pensó por un momento y luego negó con la cabeza. “No quiero hablar de eso en este momento”. Parece insignificante en comparación con lo que estamos a punto de hacer”.

“Oye, tú te ofreciste a hacerlo”, señaló.

“Lo sé”, dijo ella, aún no segura del por qué. Sí, era cierto que podrían obtener una buena pista, pero sentía que había algo más. Patty Dearborne solo le llevaba tres años a Rose. Era demasiado fácil ver el rostro de Rose en ese cuerpo congelado. Por alguna extraña razón, eso hizo sentir a Avery que ella era quien tenía que darle la noticia a la familia. Tal vez era un impulso maternal, pero ella sentía que se los debía a los padres.

“Déjame preguntarle algo”, dijo Ramírez. “¿Qué te hace estar tan segura de que esto volverá a suceder? Tal vez un ex novio simplemente perdió la razón. Tal vez no volverá a pasar”.

Ella sonrió brevemente porque sabía que él no estaba discutiendo con ella. Se había dado cuenta de que a él le gustaba vislumbrar cómo funcionaba su mente. Su refutación de sus teorías era simplemente una forma de poner su mente a trabajar a toda máquina.

“Porque, debido a lo que sabemos del cuerpo, este tipo fue cuidadoso y meticuloso. Un ex novio enfurecido no sería tan cuidadoso de no dejar moretones. Las uñas son el factor decisivo para mí. Alguien se tomó su tiempo con ellas. Espero que los padres sean capaces de proporcionarnos más información sobre el tipo de mujer que era Patty. Si sabemos más sobre ella, sabremos exactamente qué parte de la emperifollada fue realizada por la persona que vertió el cuerpo”.

“Hablando de eso”, dijo Ramírez, señalando. “Ya llegamos. ¿Estás lista para esto?”.

Respiró profunda y temblorosamente. Amaba su trabajo, pero esta era una de las partes que más odiaba. “Sí, vamos”, dijo.

Antes de que Ramírez tuviera tiempo de decir una palabra más, Avery abrió la puerta y se bajó del auto.

Se preparó para lo que venía.

***

Avery sabía que todo el mundo reaccionaba diferente ante la pérdida de un ser querido. Es por eso que ella no se sorprendió cuando, quince minutos más tarde, Wendy Dearborne estaba casi en estado de shock mientras que Richard Dearborne estaba gritando de aflicción. En un momento dado, pensó que se pondría violento cuando golpeó un florero en la mesa de la cocina y lo envió al suelo estrepitosamente.

El peso de la noticia podía sentirse en la sala. Avery y Ramírez se habían quedado callados, hablando solo cuando los padres les hacían preguntas. En el silencio, Avery vio dos fotos de Patty en la sala de estar; una estaba en la repisa de la chimenea y la otro era un lienzo colgado en la pared de la sala de estar. Avery tenía razón. La niña había sido absolutamente hermosa.

Wendy y Richard estaban sentados en el sofá de la sala de estar ahora. Wendy había logrado controlarse un poco, dejando escapar el llanto desgarrador ocasional mientras yacía en el hombro de Richard.

Con lágrimas corriendo por sus mejillas, Richard miró a Avery. “¿Podemos verla? ¿Cuándo podemos verla?”.

“En este momento, el equipo de ciencias forenses todavía está tratando de determinar lo que pudo haberle ocurrido. Como se pueden imaginar, el agua fría y las temperaturas heladas hacen que sea más difícil encontrar pistas o pruebas. Ahora quisiera hacerle algunas preguntas”.

Ambos se veían confundidos y horrorizados, pero era evidente que Wendy no sería de ayuda. Estaba totalmente callada, y miraba por la sala de estar de vez en cuando, como para asegurarse de que sabía dónde estaba.

“Claro”, dijo Richard. Avery pensó que el hombre tal vez estaba tratando de encontrar algunas respuestas por su cuenta.

“Sé que va a parecer una pregunta extraña”, dijo Avery. “Pero ¿Patty era el tipo de chica que se preocupaba mucho por mantenerse arreglada y arreglarse bien las uñas? ¿Ese tipo de cosas?”.

Richard dejó escapar un gemido y negó con la cabeza. Todavía estaba llorando, pero al menos era capaz de formar palabras entre sus gemidos. “Para nada. En realidad era medio marimacho. Apuesto a que sería más fácil encontrar tierra debajo de sus uñas que esmalte. Se emperifollaba de vez en cuando, pero solo en ocasiones especiales. A veces le prestaba mucha atención a su cabello, pero no es... no era muy femenina”.

Esa corrección pareció haber quebrantado a Richard Dearborne. Avery sintió su corazón romperse por el dolor que él estaba sintiendo. Eso fue suficiente para hacer que decidiera no hacerle la siguiente pregunta que había planificado, una pregunta acerca de la frecuencia en la que Patty se afeitaba las piernas. Avery supuso que era seguro que tampoco se preocupaba mucho por afeitarse las piernas. No había necesidad de hacerle esta pregunta al hombre que acababa de perder a su hija.

“¿Sabe si Patty tuvo algún enemigo? ¿Alguna persona con la que tuvo problemas?”.

Le tomó un momento asimilar la pregunta. Cuando finalmente lo hizo, la ira que había visto antes regresó a los ojos de Richard Dearborne. Se levantó del sofá, pero fue mantenido en su lugar ya que su esposa estaba agarrando su muñeca.

“Ese hijo de puta”, espetó Richard. “Sí. Sí, se me ocurre alguien y puedo apostar a que... Dios mío...”.

“¿Señor Dearborne?”, preguntó Ramírez. Se había puesto de pie lentamente, quizás anticipando una especie de ataque de Richard.

“Allen Haggerty. Fue un novio de la escuela secundaria que simplemente no quiso dejarla ir cuando las cosas finalmente terminaron luego del segundo año de universidad”.

“¿Causó algún problema?”, preguntó Ramírez.

“Sí. Tanto es así que Patty tuvo que obtener una orden de restricción en su contra. Se la vivía esperándola afuera de sus clases. La situación llegó a ser tan mala que Patty vivió aquí el año pasado porque no se sentía a salvo en los dormitorios”.

“¿Alguna vez se puso violento?”, preguntó Avery.

“Si lo hizo, Patty nunca nos dijo nada. Yo sé que trató de tocarla, darle abrazos y besos y cosas por el estilo. Pero nunca nos dijo que la golpeó”.

“La nota…”.

La voz de Wendy Dearborne era tan diminuta que sonó como el viento. No miraba ni a Avery ni a Ramírez. Tenía la mirada baja y su boca estaba parcialmente abierta.

“¿Qué nota?”, preguntó Avery.

“Una nota que Patty nunca nos mostró, pero que encontramos en sus bolsillos una vez que lavamos su ropa cuando vivió aquí”, dijo Richard. “El asqueroso dejó una nota clavada en la puerta de su dormitorio. Nunca nos lo dijo, pero creemos que eso fue lo que la hizo finalmente decidir mudarse aquí. No recuerdo palabra por palabra, pero hablaba de que pensaba en suicidarse porque no podía tenerla y que eso a veces lo hacía enojar. Bien oscuro, decía que si él no podía tenerla, entonces nadie más la tendría”.

“¿Todavía tiene la nota?”, preguntó Avery.

“No. Cuando confrontamos a Patty al respecto, la tiró a la basura”.

“¿Cuánto tiempo estuvo aquí?”, preguntó Avery.

“Hasta el verano pasado”, respondió Richard. “Ella dijo que estaba cansada de vivir atemorizada. Tomamos la decisión de que involucraríamos a la policía si algo sucedía con Allen de nuevo. Y ahora... ahora esto...”.

Un silencio tenso inundó la sala y luego el hombre finalmente los miró. Avery podía sentir el dolor y la rabia del padre en esa mirada.

“Yo sé que fue él”, dijo.

CAPÍTULO CINCO

Mientras que Avery y Ramírez vigilaban la calle en la que vivía Allen Haggerty, recibió el expediente de Haggerty por correo electrónico. Le sorprendió la poca información que contenía. Tenía tres multas por exceso de velocidad y había sido detenido en una protesta no violenta en la ciudad de Nueva York hace cuatro años, pero nada serio.

“Tal vez solo enloqueció un poco cuando Patty trató de dejarlo”, pensó. Ella sabía que eso sucedía a veces. De hecho, esa era una de las excusas más usadas por esposos violentos que golpeaban a sus esposas. Se trataba más bien de celos, falta de control y vulnerabilidad.

No había nadie en su casa, así que se emitió una orden de búsqueda en su contra a hora y media de haberles informado a los Dearborne de la muerte de su hija. Mientras vigilaba el vecindario, Ramírez volvió a demostrarle a Avery cuán en sintonía estaba con ella. “Todo esto te está haciendo pensar en Rose, ¿cierto?”, preguntó.

“Sí”, admitió. “¿Cómo lo supiste?”.

Él sonrió. “Porque conozco tu rostro demasiado bien. Sé cuando estás enojada, sé cuando estás avergonzada, incómoda y feliz. También noté que alejaste la mirada de las fotos de Patty en la casa de sus padres. Patty no era mucho mayor que Rose. Ya entiendo. ¿Es por eso que insististe en darles la noticia a sus padres?”.

“Sí. Me pillaste”.

“Sucede de vez en cuando”, dijo.

El teléfono de Avery sonó a las 10:08. O’Malley estaba en la línea, sonando cansado y emocionado. “Localizamos a Allen Haggerty saliendo de un bar en el Leather District”, dijo. “Dos de nuestros chicos lo tienen. ¿En cuánto tiempo pueden llegar allá?”.

“El Leather District”, pensó. “Rose y yo estuvimos allá hoy, pensando en lo buenas que eran nuestras vidas y cómo estábamos reparando nuestra relación. Y ahora hay un posible asesino en ese mismo lugar. Se siente... raro”.

“¿Black?”.

“Diez minutos”, respondió. “¿Cómo se llama el bar?”.

Anotó la información y Ramírez los condujo a la misma zona de la ciudad donde había pasado un buen rato con su hija hace menos de doce horas.

Saber que eso era algo que Patty Dearborne no volvería a hacer entristecía su corazón. También la enojaba un poco.

Francamente no veía la hora de atrapar al hijo de puta.

***

Los dos agentes que habían localizado a Allen Haggerty parecían estar felices de salir de él. Uno de los oficiales era un chico al que Avery había llegado a conocer bastante bien, un hombre mayor que probablemente se retiraría en unos años. Su nombre era Andy Liu y siempre parecía tener una sonrisa en su rostro. Pero no ahora. Ahora se veía irritado.

Los cuatro se reunieron afuera de la patrulla de Andy Liu. En el asiento trasero, Allen Haggerty los miraba, confundido y claramente molesto. Unas pocas personas trataron de ver lo que estaba pasando sin ser demasiado obvias.

“¿Se portó mal?”, preguntó Ramírez.

“No realmente”, dijo el compañero de Andy. “Solo está un poco borracho. Estuvimos a punto de llevarlo a la comisaría y meterlo en una sala de interrogatorios, pero O’Malley dijo que quería que hablaras con él primero antes de tomar ese tipo de decisión”.

 

“¿Sabe por qué quiere que hable con él?”, preguntó Avery.

“Le informamos acerca de la muerte de Patty Dearborne”, dijo Andy. “Perdió la razón en ese momento. Traté de controlarlo en el bar, pero a la final tuve que esposarlo”.

“Está bien”, dijo Avery. Miró el asiento trasero de la patrulla y frunció el ceño. “¿Podrías prestarme tu patrulla un momento?”.

“Claro”, dijo Andy.

Avery se sentó del lado del conductor, mientras que Ramírez se deslizó en el asiento del pasajero. Se pusieron de lado para poder echarle un buen vistazo a Allen.

“¿Cómo sucedió?”, preguntó Allen. “¿Cómo murió?”.

“Aún no lo sabemos a ciencia cierta”, dijo Avery, no viendo motivo alguno para ocultarle la verdad. Había aprendido hace mucho tiempo que siempre era mejor ser honesto cuando estabas tratando de analizar a un posible sospechoso. “Su cuerpo fue descubierto en un río congelado, bajo el hielo. No tenemos información suficiente para saber si eso fue lo que la mató o si la mataron antes de ser arrojada al río”.

“Creo que eso fue un poco insensible”, pensó Avery al observar lo conmocionado que se veía Allen. Aun así, ver esa expresión genuina en su rostro la ayudó a entender que Allen Haggerty no tuvo nada que ver con la muerte de Patty.

“¿Cuándo fue la última vez que se vieron?”, preguntó Avery.

Era evidente que le estaba costando pensar. Avery estaba bastante segura de que esta noche sería muy difícil para Allen.

“Hace poco más de un año, supongo”, respondió finalmente. “Y fue una coincidencia. Me encontré con ella mientras estaba saliendo de un supermercado. Nos miramos el uno al otro como por dos segundos y luego se alejó rápidamente. Y no la culpo. Yo fui un idiota y me obsesioné con ella”.

“¿Y no hubo ningún contacto desde entonces?”, preguntó Avery.

“Ninguno. Enfrenté la realidad. Ella no quería nada conmigo. Y estar obsesionado con una persona realmente no es la manera de ganártela, ¿entiende?”.

“¿Sabe de alguien que pudo haber sido capaz de hacerle esto?”, preguntó Ramírez.

Una vez más, Allen se tomó un momento para responder. En ese instante el teléfono de Avery sonó. Miró la pantalla y vio que era O’Malley.

“¿Sí?”, dijo ella rápidamente.

“¿Dónde estás?”, le preguntó él.

“Hablando con el ex novio”.

“¿Existe alguna posibilidad de que sea el hombre que estamos buscando?”.

“No creo”, dijo, mirando el rostro adolorido de Allen en el asiento trasero.

“Excelente. Te necesito en la estación ahora mismo”.

“¿Todo está bien?”.

“Eso depende del cristal con que se mire”, respondió O’Malley. “Acabamos de recibir una carta del asesino”.

Купите 3 книги одновременно и выберите четвёртую в подарок!

Чтобы воспользоваться акцией, добавьте нужные книги в корзину. Сделать это можно на странице каждой книги, либо в общем списке:

  1. Нажмите на многоточие
    рядом с книгой
  2. Выберите пункт
    «Добавить в корзину»