Un Rastro de Esperanza

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Из серии: Un Misterio Keri Locke #5
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Un Rastro de Esperanza
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UN RASTRO DE ESPERANZA

(UN MISTERIO KERI LOCKE — LIBROBOOK 5)

B L A K E P I E R C E

Blake Pierce

Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce también es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicológico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicológico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros).

Blake Pierce es un ávido lector y fan de toda la vida de los géneros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, así que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com para saber más y mantenerte en contacto.

Copyright © 2018 by Blake Pierce. Todos los derechos reservados. Excepto como esté permitido bajo la U.S. Copyright Act of 1976, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida bajo ninguna forma y por ningún medio, o almacenada en una base de datos o sistema de recuperación, sin el permiso previo del autor. Este libro electrónico está licenciado solo para su entretenimiento personal. Este libro electrónico no puede ser revendido o regalado a otras personas. Si usted quisiera compartir este libro con otra persona, compre por favor una copia adicional para cada destinatario. Si usted está leyendo este libro y no lo compró, o no fue comprador para su uso exclusivo, entonces por favor regréselo y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor. Esta es una obra de ficción. Nombre, personajes, negocios, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son, o producto de la imaginación del autor o son usados en forma de ficción. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia. Imagen de portada Copyright Coka, usada bajo licencia de Shutterstock.com.

Traducción: Milagros Rosas Tirado

LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE

SERIE DE MISTERIO PSICOLÓGICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT

EL ESPOSA PERFECTA (Book #1)

EL TIPO PERFECTO (Book #2)

SERIE DE MISTERIO PSICOLÓGICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE

Al LADO (Libro #1)

LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2)

CALLEJÓN SIN SALIDA (Libro #3)

SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE

SI ELLA SUPIERA (Libro #1)

SI ELLA VIERA (Libro #2)

SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE

VIGILANDO (Libro #1)

ESPERANDO (Libro #2)

ATRAYENDO (Libro #3)

SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE

UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1)

UNA VEZ TOMADO (Libro #2)

UNA VEZ ANHELADO (Libro #3)

UNA VEZ ATRAÍDO (Libro #4)

UNA VEZ CAZADO (Libro #5)

UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6)

UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7)

UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8)

UNA VEZ ACECHADO (Libro #9)

UNA VEZ PERDIDO (Libro #10)

UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11)

UNA VEZ ATADO (Libro #12)

UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13)

UNA VEZ LATENTE (Libro #14)

SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE

ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1)

ANTES DE QUE VEA (Libro #2)

ANTES DE QUE DESEE (Libro #3)

ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4)

ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5)

ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6)

ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7)

ANTES DE QUE CACE (Libro #8)

ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9)

ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10)

ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11)

SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK

UNA RAZÓN PARA MATAR (Libro #1)

UNA RAZÓN PARA HUIR (Libro #2)

UNA RAZÓN PARA ESCONDERSE (Libro #3)

UNA RAZÓN PARA TEMER (Libro #4)

UNA RAZÓN PARA RESCATAR (Libro #5)

UNA RAZÓN PARA ATERRARSE (Libro #6)

SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE

UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1)

UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2)

UN RASTRO DE VICIO (Libro #3)

UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4)

UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5)

CONTENIDO

CAPÍTULO UNO

CAPÍTULO DOS

CAPÍTULO TRES

CAPÍTULO CUATRO

CAPÍTULO CINCO

CAPÍTULO SEIS

CAPÍTULO SIETE

CAPÍTULO OCHO

CAPÍTULO NUEVE

CAPÍTULO DIEZ

CAPÍTULO ONCE

CAPÍTULO DOCE

CAPÍTULO TRECE

CAPÍTULO CATORCE

CAPÍTULO QUINCE

CAPÍTULO DIECISEIS

CAPÍTULO DIECISIETE

CAPÍTULO DIECIOCHO

CAPÍTULO DIECINUEVE

CAPÍTULO VEINTE

CAPÍTULO VEINTIUNO

CAPÍTULO VEINTIDOS

CAPÍTULO VEINTITRES

CAPÍTULO VEINTICUATRO

CAPÍTULO VEINTICINCO

CAPÍTULO VEINTISEIS

CAPÍTULO VEINTISIETE

CAPÍTULO VEINTIOCHO

CAPÍTULO VEINTINUEVE

CAPÍTULO TREINTA

CAPÍTULO TREINTA Y UNO

CAPÍTULO TREINTA Y DOS

CAPÍTULO TREINTA Y TRES

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

CAPÍTULO CUARENTA

CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

CAPÍTULO UNO

Cuando la Detective Keri Locke abrió sus ojos, de inmediato comprendió que algo estaba mal. En primer lugar, no sentía que hubiera estado dormida por mucho tiempo. Su corazón latía desbocado y sentía todo su cuerpo empapado. Era como si hubiese perdido el conocimiento en lugar de haber dormido mucho.

En segundo lugar, no estaba en la cama. En vez de ello, estaba echada de espaldas sobre el sofá, en la sala de su apartamento, y el Detective Ray Sands, su compañero y, últimamente, su pareja, estaba inclinado sobre ella con una expresión preocupada en su rostro.

Intentó hablar para preguntarle qué era lo que estaba pasando, pero su boca estaba seca y de ella apenas salió un ronco sonido. No podía recordar cómo había llegado hasta allí o qué había sucedido antes de que perdiera la consciencia. Pero debía de haber sido algo grave como para que ella reaccionara de esa forma.

Vio en los ojos de Ray que no hallaba qué decir. Así no era él. Él no era de los que se andaban con rodeos. Un policía afroamericano del Departamento de Policía de Los Ángeles que medía uno noventa y tres, y había perdido su ojo izquierdo en una pelea, en su época de boxeador profesional, era directo en casi todo lo que hacía.

 

Keri intentó incorporarse con la ayuda de sus brazos pero Ray la detuvo, poniendo con delicadeza una mano sobre su hombro y meneando la cabeza.

—Date un minuto —dijo— Te ves todavía un poco temblorosa.

—¿Cuánto tiempo estuve desmayada? —graznó Keri.

—Menos de un minuto —contestó él.

—¿Por qué perdí el conocimiento? —preguntó.

Los ojos de Ray se agrandaron. Abrió la boca para responder pero se detuvo, claramente confundido.

—¿Qué pasa?

—¿No lo recuerdas? —preguntó incrédulo.

Keri meneó su cabeza. Creyó escuchar un zumbido en sus oídos, pero entonces se dio cuenta de que era otra voz. Miró hacia la mesa de la sala y vio el teléfono descansando sobre ella. Había una llamada abierta y alguien estaba hablando.

—¿Quién está en el teléfono? —preguntó.

—Pues, tú lo soltaste cuando caíste y yo lo puse allí para poder reanimarte.

—¿Quién es? —preguntó Keri de nuevo, notando que él había evadido la pregunta.

—Es Susan —dijo reticente—, Susan Granger.

Susan Granger era una prostituta de quince años a quien Keri había rescatado de las manos de su proxeneta el año anterior y había conseguido colocar en una casa hogar. Desde entonces, las dos se habían vuelto cercanas, con Keri actuando como una especie de mentora de la herida pero animosa jovencita.

—¿Por qué Susan está lla...?

Y entonces su memoria la golpeó como una ola impactando sobre todo su cuerpo. Susan había llamado para decirle a Keri que su propia hija, Evie, secuestrada hacía seis años, iba a ser la participante principal de una grotesca ceremonia.

Susan se había enterado de que mañana por la noche, en una casa ubicada en algún lugar de las Colinas de Hollywood, Evie iba a ser subastada al mayor postor, quien tendría el derecho de hacer el sexo con ella como mejor le pareciera antes de matarla en una especie de ritual de sacrificio.

Es por eso que perdí el conocimiento.

—Pásame el teléfono —le ordenó a Ray.

—No estoy seguro todavía de que estés lista para eso —dijo, sintiendo que ella no podía recordarlo todo.

—Dame el maldito teléfono, Ray.

Él se lo pasó sin añadir palabra.

—Susan, ¿estás todavía allí? —dijo.

—¿Qué sucedió? —quiso saber Susan, con una voz que bordeaba el pánico— Estaba allí y al siguiente instante nada. Podía escuchar que algo estaba pasando pero usted no respondía.

—Me desmayé —admitió Keri—. Me llevó un momento recuperarme.

—Oh —dijo Susan en voz baja—, siento haberle hecho eso.

—No es tu culpa, Susan. Es solo que me tomó por sorpresa. Era mucho que asimilar de golpe, especialmente cuando no me siento al cien por ciento.

—¿Cómo está? —preguntó Susan, con una preocupación casi palpable en su voz.

Se estaba refiriendo a las heridas de Keri, producidas hacia solo dos días en una pelea a muerte con un secuestrador de niñas. Acababa de ser dada de alta del hospital el día anterior.

Los doctores habían determinado que los moretones en su cara, donde el secuestrador la había golpeado dos veces, además de un pecho muy castigado y una rodilla inflamada, no eran suficientes para dejarla otro día.

El secuestrador, un trastornado fanático llamado Jason Petrossian, había llevado la peor parte. Todavía estaba hospitalizado bajo custodia armada. La niña de doce años que había secuestrado, Jessica Rainey, se recuperaba en casa con su familia.

—Estaré bien —dijo Keri en un tono tranquilizador—. Son solo chichones y magulladuras. Me alegra que hayas llamado, Susan. No importa cuán malas sean las noticias, es mejor saber que permanecer ignorante. Ahora puedo intentar hacer algo al respecto.

—¿Qué puedo hacer, Detective Locke? —dijo Susan, alzando la voz a medida que las palabras le salían atropelladas—. Como dije, sé que Evie es el Premio de Sangre en la Vista. Pero no sé dónde será.

—Calma, Susan —dijo Keri con firmeza mientras se incorporaba hasta quedar sentada. La cabeza le daba vueltas y no protestó cuando Ray se sentó a su lado en el sofá y posó una mano en su espalda para darle apoyo—. Averiguaremos cómo encontrarla. Pero primero necesito que me digas todo lo que sepas acerca de este asunto de la Vista. No importa que te repitas. Quiero cada detalle que puedas recordar.

—¿Está segura? —preguntó Susan con vacilación.

—No te preocupes. Ahora estoy bien. Solo necesitaba un minuto para asimilar todo. Pero soy una detective de Personas Desaparecidas. Esto es lo que hago. El que esté buscando a mi propia hija no hace diferente el trabajo. Así que dímelo todo.

Pulsó el altavoz del teléfono para que Ray pudiera escuchar también.

—Okey —dijo Susan—. Como dije antes, hay un club de clientes ricos que hacen fiestas sexuales improvisadas en Hollywood Hills. Las llaman las Fiestas de la Casa de la Colina. La casa está llena de chicas, casi todas prostitutas menores de edad como era yo. Las organizan cada pocos meses y en la mayoría de las ocasiones, solo avisan con unas pocas horas de antelación, por lo general vía mensajes de texto. ¿Me está comprendiendo?

—Absolutamente —dijo Keri—. Recuerdo que me hablaste de esto. Así que repíteme lo del evento Vista.

—La Vista es como la fiesta más grande de todas. Solo se da una vez al año y nadie sabe cuándo. A ellos les gusta anunciarla con algo más de antelación porque nadie quiere perdérsela. Probablemente por eso es que mi amiga ya escuchó acerca de ella aunque no será hasta mañana por la noche.

—¿Y la Vista es diferente de otras Fiestas de la Casa de la Colina, correcto? —apuntó Keri, sabiendo que Susan estaba reacia a repasar los detalles, y dándole con ello permiso para hacerlo.

—Sí. En todas las demás fiestas, el cliente paga por la chica que le gusta y hace lo que quiera con ella. Los tipos pueden estar con cualquiera que deseen y una chica puede ser usada toda la noche por cualquiera. Pero la Vista es diferente. Esa noche los organizadores seleccionan a una chica —que por lo general tiene algo de especial— y la convierten en el Premio de Sangre.

Dejó de hablar y Keri pudo sentir que no quería continuar, no quería herir a la mujer que la había rescatado y ayudado a tener un futuro.

—Está bien, Susan —insistió Keri—. Continúa, necesito saberlo todo.

Escuchó que la chica suspiraba profundamente al otro lado de la línea antes de continuar.

—Pues el evento comienza alrededor de las nueve de la noche. Al principio es como cualquier fiesta de la Casa de la Colina. Pero entonces traen a la chica que ha sido seleccionada como el Premio de Sangre. Como dije, por lo general hay algo diferente en ella. Quizás es una virgen. Quizás fue secuestrada ese día y ha aparecido en los noticieros. Una vez fue una estrella infantil que se hizo adicta a las drogas y terminó en las calles.

—Y este año es Evie —apuntó Keri.

—Sí, hay una chica llamada Lupita, de mis días en las calles de Venice, con la que mantengo contacto. Ella todavía trabaja en las calles y escuchó a unos sujetos comentar cómo estaban usando este año a la hija de la policía. Usaban el sobrenombre de ‘mini-cerda’ para describirla.

—Muy creativo —musitó Keri amargamente—. ¿Y tú dijiste que ellos la escogieron porque yo me estaba acercando demasiado?

—Correcto —confirmó Susan—, los potentados estaban cansados de moverla de un lado a otro. Dijeron que se había convertido en una carga con usted constantemente yendo tras ella. Ya solo quieren acabar con ella y echar su cuerpo por allí, para que usted sepa que está muerta y deje de buscar. Lo siento tanto, Detective.

—Continúa —dijo Keri. Su cuerpo estaba dormido y su voz sonaba como si viniera de muy lejos, fuera de ella.

—Es básicamente una subasta. Los que más gastan pujarán por ella. A veces llegan a ser cientos de miles. Estos sujetos son competitivos. Además está el hecho de que castigándola, es como si la alcanzaran a usted y la hirieran. Estoy segura de que eso subirá el costo. Y creo que todos estarán muy excitados sobre cómo va a terminar.

—Repíteme esa parte —preguntó Keri, cerrando sus ojos a modo de preparación. Sentía la vacilación de Susan, pero no la presionó, dejando que se llenara de valor para decir lo que tenía que ser dicho. Ray se arrimó un poco más hacia ella en el sofá y movió el brazo que tenía descansando en la espalda de ella para rodear su hombro.

—Quienquiera que gane la subasta es llevado a una habitación separada mientras preparan el Premio de Sangre. Ella es bañada y vestida glamorosamente. Y le aplican maquillaje, al estilo de las estrellas de cine. Entonces es llevada a una habitación donde el sujeto hará lo que sea de su gusto. La única regla es que no debe arruinar su rostro.

Keri notó que la voz de Susan se había endurecido, como si apagando esa parte de sí misma que tenía emociones pudiera llegar al final. Keri no la culpó. La chica prosiguió.

—Quiero decir, que él puede hacerle cosas a ella, usted sabe. Es solo que no puede golpearla o abofetearla por encima del cuello. Ella tiene que verse bien para el gran evento que viene después. No importa si su máscara se ha corrido porque ha estado llorando. Eso añade drama. Pero nada de moretones.

—¿Qué sucede después?

—El sujeto tiene que haber terminado un poco antes de la medianoche, porque es cuando acontece el sacrificio final. Le ponen un nuevo vestido y la atan bien para que no pueda moverse demasiado. Ella puede forcejear un poco. A ellos eso les gusta. Pero que no sea demasiado.

A pesar de sus ojos cerrados, Keri sintió a su lado que Ray se ponía tenso. Parecía estar aguantando la respiración. Se dio cuenta que ella estaba haciendo lo mismo y se obligó a exhalar cuando escuchó que Susan hacía una pausa para tragar saliva.

—El sujeto se pone una túnica negra y una capucha para ocultar su identidad —continuó—. Eso es porque el asunto es televisado en el salón principal donde están todos los demás. Yo creo que está grabado también. Obviamente ninguno de estos tipos quiere que haya evidencia de un vídeo donde aparezcan ellos asesinando a una adolescente.

—Cuando ambos están preparados, el sujeto entra y se para detrás de ella. Pronuncia una frase preparada, no sé cuál. Entonces le entregan un cuchillo y, a golpe de medianoche, le corta el cuello. Ella muere, frente a la cámara. Todos recitan algo. Luego apagan el televisor y la fiesta continúa. Es más o menos lo que pasa.

Keri finalmente abrió sus ojos. Sintió que una lágrima se deslizaba por su mejilla, pero se rehusó a enjugarla. Le gustaba la manera cómo casi quemaba su piel, como una llama húmeda.

En tanto ella pudiera mantener esa llama de furia justiciera en su corazón, estaba segura que podría mantener a Evie con vida también.

CAPÍTULO DOS

Por un rato largo, nadie habló. Keri no creyó que pudiera. En lugar de ello, dejó que la rabia creciente la llenara, haciendo que hirviera su sangre y sus dedos hormiguearan.

Finalmente Ray aclaró su garganta.

—Susan, soy el compañero de la Detective Locke, Ray Sands. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Por supuesto, Detective.

—¿Cómo sabes todo esto? Quiero decir, ¿estuviste en alguna de estas fiestas?

—Como le dije a la Detective Locke, una vez fui llevada a una Fiesta de la Casa de la Colina cuando tenía alrededor de once. Nunca me llevaron de nuevo pero conozco chicas que han estado. Una de mis amigas fue llevada dos veces. Y puede imaginar cómo se corre la voz. Cualquier chica que haya estado en las calles en Los Ángeles sabe todos los detalles acerca de la Vista. Se ha convertido casi en una leyenda urbana. Los proxenetas la usan para tener a sus chicas bajo control. ‘Sé insolente y podrías ser el Premio de Sangre de este año’. Solo que esta leyenda es en realidad cierta.

Algo en el tono de voz de Susan —una mezcla de miedo y de tristeza— arrancó a Keri de su mutismo. Esta muchacha había progresado tanto en los meses recientes. Pero Keri temía que pidiéndole que regresara, así fuera en los recuerdos, al oscuro lugar que había habitado por años era injusto y cruel. Susan había compartido todo lo que había podido, al costo de su propio bienestar emocional. Era tiempo de dejar que intentara ser una niña de nuevo.

Los adultos tenían ahora que hacerse cargo.

 

—Susan —dijo—, muchas gracias por decirme todo esto. Sé que no fue fácil para ti. Con la información que nos has dado, creo que tenemos bastante para encontrar a Evie. No quiero que te preocupes más por esto, ¿okey?

—Podría averiguar algo más —insistió la chica.

—No. Has hecho suficiente. Es tiempo de que regreses a tu nueva vida. Prometo contactarte. Pero por ahora necesito que te concentres en tus deberes escolares. Puedes leer un nuevo libro de Nancy Drew sobre el que podamos hablar la semana que viene. A partir de ahora nos encargamos nosotros, pequeña.

Se dijeron adiós y Keri colgó. Miró a Ray.

—¿Crees que tenemos bastante para encontrar a Evie? —preguntó escéptico.

—No, pero no le podía decir eso. Además, quizás no sea bastante. Pero es un comienzo.

*

Keri y Ray estaban sentados en la Cafetería de Ronnie, perdidos ambos en sus pensamientos. El ajetreo matutino en el anodino tugurio de Marina del Rey había finalizado y la mayoría de los comensales en el lugar disfrutaban de un calmado desayuno.

Ray había insistido en que salieran del apartamento y Keri estuvo de acuerdo. Se había vestido de manera más casual de lo ordinario, con una blusa manga larga y jeans desteñidos, además de una chaqueta ligera para protegerse de la fría y despejada mañana de enero.

Tenía puesta una gorra de béisbol, con la visera bajada sobre la mitad superior de su rostro. Dejó suelto su cabello rubio ceniza, que normalmente llevaba recogido hacia atrás en una cola de caballo, a fin de ocultar su cara debido a los moretones que pondrían a los demás a mirarla.

Se encogió en su rincón mientras sorbía café, ocultando aún más su breve figura. Keri, casi llegando a los treinta y seis años, medía un nada imponente uno sesenta y siete. Había optado recientemente por ponerse ropa más ajustada, al tiempo que había dejado de beber y recuperado su excelente forma. Pero no hoy. Esta mañana, esperaba pasar desapercibida.

Era agradable simplemente levantarse para salir al cabo de dos días de cama por orden médica. Pero Keri también esperaba que un cambio de escenario le diera una fresca perspectiva sobre cómo encontrar a Evie. Y había funcionado hasta cierto punto.

Para cuando les trajeron la comida habían acordado no involucrar de manera formal en la búsqueda a su equipo, la Unidad de Personas Desaparecidas del Departamento de Policía de Los Ángeles, División Pacífico Los Ángeles Oeste. La unidad había estado ayudando a Keri, de manera intermitente y a lo largo de los años, a buscar a su hija, pero había sido en vano. No había razón para presumir que el resultado sería diferente sin ninguna evidencia para continuar.

Pero había otra razón para mantener el bajo perfil. Esta era verdaderamente la última oportunidad de Keri de encontrar a su hija. Sabía el momento exacto en el que Evie estaría en cierta parte de Los Ángeles —Hollywood Hills a la medianoche de mañana— aunque todavía no tuviera la ubicación precisa.

Pero si el equipo empezaba a husmear y se corría el dato de que ellos estaban al tanto del evento Vista, la gente que tenía a Evie podría cancelar el evento o simplemente matarla antes para evitar complicaciones. Keri necesitaba mantener las cosas calladas.

Implícito pero compartido por los compañeros que ahora formaban pareja estaba otro asunto. No podían asegurar que no estaban siendo vigilados por la persona que más necesitaban mantener a oscuras: Jackson Cave.

El año pasado Keri había atrapado a un secuestrador en serie de niñas llamado Alan Jack Pachanga, matándolo al tiempo que rescataba a una adolescente. Y aunque Pachanga ya no era un problema, su abogado sí que lo era.

Jackson Cave, el defensor de este hombre, era un exitoso abogado corporativo con un fabuloso despacho ubicado en una torre del centro. Pero también había hecho carrera representando a los despojos de la sociedad. Parecía tener una particular afinidad con los depredadores de niños. Él afirmaba que mucho de eso eran casos pro bono y que incluso los peores merecían una representación de calidad.

Pero Keri había descubierto información que parecía relacionarlo con una vasta red de secuestradores de niños, un red con la que, ella así lo sospechaba, se lucraba y además ayudaba a dirigir. Uno de los secuestradores de la red era un hombre que respondía al alias de El Coleccionista.

El otoño pasado, cuando Keri supo que el Coleccionista era el raptor de Evie, ella lo atrajo a una reunión. Pero el Coleccionista, cuyo verdadero nombre era Brian Wickwire, descubrió su treta y la atacó. Ella acabó matándolo en la pelea, pero no antes de que él le jurara que nunca encontraría a Evie.

Desafortunadamente, ella no tenía evidencia que pudiera probar la conexión de Jackson Cave con el hombre que se había llevado a su hija, o con la gran red que parecía dirigir. Al menos una que ella hubiese conseguido legalmente.

En su desesperación, ella una vez había irrumpido en su despacho y hallado un archivo codificado que había resultado útil. Pero el hecho de que lo había robado lo hacía inadmisible en la corte. Aparte de eso, las conexiones entre Cave y la red estaban tan bien disimuladas y eran tan poco convincentes que probar su participación era poco menos que imposible. No había alcanzado esa posición de poder en el mundo legal de Los Ángeles siendo descuidado y negligente.

Ella incluso trató de convencer a su ex-marido, Stephen, un rico agente de talentos de Hollywood, que la ayudara a pagar un investigador privado que siguiera a Cave. Un buen investigador estaba fuera de su alcance para los medios con que ella sola contaba. Pero Stephen se rehusó, diciendo simplemente que creía que Evie estaba muerta y Keri fantaseaba.

Por supuesto, Jackson Cave no tenía tales limitaciones financieras. Ya en una ocasión Keri se había dado cuenta que había comenzado a vigilarla. Tanto ella como Ray habían encontrado micrófonos en sus casas y en sus autos. Cada uno de ellos hacía ahora con regularidad barridos electrónicos de todo —desde sus ropas hasta sus teléfonos, pasando por sus zapatos— antes de discutir algo de peso. También sospechaban que incluso su oficina en el Departamento de Policía de Los Ángeles estaba siendo monitoreada y actuaban en consecuencia.

Es por eso que se sentaron en una ruidosa cafetería, vistiendo ropas que habían barrido buscando dispositivos de escucha, asegurándose que nadie en las mesas cercanas pareciera estar a la escucha, mientras formulaban su plan. Si había una persona que no querían que supiera que ellos estaban enterados de la Vista, ese era Jackson Cave.

En sus múltiples confrontaciones verbales con él, a Keri le había quedado claro que algo había cambiado en Cave. Puede que originalmente él la viera simplemente como una amenaza para su negocio, como otro obstáculo que salvar. Pero ya no era así.

Después de todo, ella había matado a sus dos más grandes asalariados, había robado archivos de su despacho, descifrado códigos, y puesto su negocio, y quizás su libertad, en riesgo. Por supuesto, ella estaba haciendo todo ello para encontrar a su hija.

Pero sentía que Cave había terminado viéndola como algo más que una oponente, una policía desesperada por encontrar a su niña. Parecía considerarla casi como su némesis, como una especie de enemiga mortal. Él ya no solo la quería derrotar. Él quería destruirla.

Keri estaba segura que por eso era que Evie iba a ser el Premio de Sangre en la Vista. Dudaba que Cave supiera dónde tenían a Evie o quién la tenía. Pero seguramente conocía a la gente que sabía esas cosas. Y él casi era seguro que les había ordenado, al menos de manera indirecta, que Evie fuese el sacrificio de la fiesta de mañana a fin de quebrar a Keri de manera irreparable.

No tenía objeto seguirlo o interrogarlo formalmente. Él era demasiado astuto y cuidadoso para cometer cualquier error, especialmente desde que sabía que ella andaba tras él. Pero él estaba detrás de todo ello, de eso Keri estaba segura. Solo tenía que hallar otra vía para resolver esto.

Con una renovada decisión levantó la vista y se encontró con que Ray la miraba atentamente.

—¿Por cuánto tiempo has estado observándome? —preguntó.

—Por un par de minutos, al menos. No quería interrumpir. Te veías como si estuvieras haciendo una seria reflexión. ¿Has tenido alguna revelación?

—En realidad, no —admitió ella—. Ambos sabemos quién está detrás de esto, pero no creo que eso nos ayude mucho. Necesito comenzar descansada y espero seguir nuevas pistas.

—Querrás decir ‘seguiremos’, ¿correcto? —dijo Ray.

—¿No tienes que ir a trabajar hoy? Has estado ausente mientras cuidabas de mí.

—Tienes que estar bromeando, Campanita —dijo con una sonrisa, en alusión a la enorme disparidad en tamaño—. ¿Piensas que simplemente voy a ir a la oficina con todo lo que está pasando? Usaré todos los días de vacaciones, las bajas por enfermedad y los permisos personales que tenga si llegara a ser necesario.

Keri sintió con deleite que todo su pecho se calentaba pero intentó ocultarlo.

—Aprecio eso, Godzilla —dijo— Pero conmigo todavía suspendida debido a una investigación de Asuntos Internos, podríamos necesitar sacar provecho de esos recursos policiales a los que tú tienes acceso.

Keri estaba técnicamente suspendida mientras Asuntos Internos investigaba las circunstancias que rodeaban la muerte de Brian "El Coleccionista” Wickwire. Su supervisor, el Teniente Cole Hillman, había indicado que muy probablemente concluiría muy pronto a su favor. Pero hasta entonces, Keri no tenía placa, ni arma oficial, ni autoridad formal, ni acceso a los recursos policiales.

—¿Hay algo en particular que hayas pensado debería buscar? —preguntó Ray.

—De hecho, sí. Susan mencionó que una de las chicas que fueron Premio de Sangre era una antigua estrella infantil que se hizo adicta y terminó en las calles. Si ella fue violada y asesinada de manera especial con un corte en el cuello, debe haber un registro de ello, ¿correcto? No recuerdo que haya salido en las noticias pero puede que lo me lo haya perdido. Si puedes rastrearlo, quizás el trabajo criminalístico incluyó ADN del semen del hombre que la asaltó.

—Es posible que nadie ni siquiera haya pensado en verificar el ADN —añadió Ray—. Si encontraron a esta chica muerta, puede que no hayan sentido la necesidad de hacer nada más. Si podemos averiguar quién era ella, quizás podríamos solicitar de urgencia pruebas adicionales, y así identificar con quién estaba ella.

—Exactamente —convino Keri—. Solo recuerda ser discreto. Involucra el menor número posible de gente. No sabemos cuántos oídos tiene nuestro amigo el abogado en el edificio.

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