50 Poemas De Amor Clásicos Que Debes Leer (Golden Deer Classics)

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José Martí - Árbol De Mi Alma (Fragmento)

Como un ave que cruza el aire claro,

siento hacia mi venir tu pensamiento

y acá en mi corazón hacer su nido.

Ábrase el alma en flor; tiemblan sus ramas

como los labios frescos de un mancebo

en su primer abrazo a la hermosura;

cuchichean las hojas; tal parecen

lenguaraces obreras y envidiosas,

a la doncella de casa rica

en preparar el tálamo ocupadas.

Ancho es mi corazón, y es todo tuyo.

Todo lo triste cabe en él, y todo

cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!

De hojas secas, y polvo, derruidas

ramas; lo limpio; bruño con cuidado

cada hoja, y en los tallos; de las flores

los gusanos y el pétalo comido

separo; creo el césped en contorno

y a recibirte, oh pájaro sin mancha,

apresto el corazón enajenado!

Rubén Darío - Mía

Mía: así te llamas.

¿Qué más armonía?

Mía: la luz del día;

Mía: rosas, llamas.

¡Qué aromas derramas

en el alma mía

si sé que me amas,

oh Mía!, ¡oh Mía!

Tu sexo fundiste

con mi sexo fuerte,

fundiendo dos bronces.

Yo, triste; tú triste...

¿No has de ser, entonces,

Mía hasta la muerte?

Rubén Darío - A Una Novia

Alma blanca, más blanca que el lirio

frente blanca, más blanca que el cirio

que ilumina el altar del Señor:

ya serás por hermosa encendida,

ya será sonrosada y herida

por el rayo de la luz del amor.

Labios rojos de sangre divina,

labios donde la risa argentina

junta el albo marfil al clavel:

ya veréis cómo el beso os provoca,

cuando Cipris envíe a esa boca

sus abejas sedientas de miel.

Manos blancas, cual rosas benditas

que sabéis deshojar margaritas

junto al fresco rosal del Pensil:

¡ya daréis la canción del amado

cuando hiráis el sonoro teclado

del triunfal clavicordio de Abril!

Ojos bellos de ojeras cercados:

¡ya veréis los palacios dorados

de una vaga, ideal Estambul,

cuando lleven las hadas a Oriente

a la Bella del Bosque Durmiente,

en el carro del Príncipe Azul!

¡Blanca flor! De tu cáliz risueño

la libélula errante del Sueño

alza el vuelo veloz, ¡blanca flor!

Primavera su palio levanta,

y hay un coro de alondras que canta

la canción matinal del amor.

Rubén Darío - Para Una Cubana

Poesía dulce y mística

busca a la blanca cubana

que se asomó a la ventana

como una visión artística.

Misteriosa y cabalística,

puede dar celos a Diana,

con su faz de porcelana

de una blancura eucarística.

Llena de un prestigio asiático,

roja, en el rostro enigmático,

su boca púrpura finge,

Y al sonreírse vi en ella

el resplandor de una estrella

que fuese alma de una esfinge.

Rubén Darío - Sonatina

La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave sonoro;

y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor..

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

y, vestido de rojo, piruetea el bufón.

La princesa no ríe, la princesa no siente;

la princesa persigue por el cielo de Oriente

la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz?

¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,

o en el que es soberano de los claros diamantes,

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo en cielo volar,

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de mayo,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Rubén Darío - Que El Amor No Admite Cuerdas Reflexiones

Señora, Amor es violento,

y cuando nos transfigura

nos enciende el pensamiento

la locura.

No pidas paz a mis brazos

que a los tuyos tienen presos:

son de guerra mis abrazos

y son de incendio mis besos;

y sería vano intento

el tornar mi mente obscura

si me enciende el pensamiento

la locura.

Clara está la mente mía

de llamas de amor, señora,

como la tienda del día

o el palacio de la aurora.

Y el perfume de tu ungüento

te persigue mi ventura,

y me enciende el pensamiento

la locura.

Mi gozo tu paladar

rico panal conceptúa,

como en el santo Cantar:

Mel et lac sub lingua tua.

La delicia de tu aliento

en tan fino vaso apura,

y me enciende el pensamiento

la locura.

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